Quiéreme bien. Huir del horror.
Rosalind B. Penfold es el pseudónimo de una autora que narra la relación con su expareja (a la que llama Brian) desde el inicial romance hasta una progresiva espiral de violencia y maltrato de la que le fue muy difícil escapar. Hablamos con la creadora de esta instructiva y emocional novela gráfica.
En el libro se menciona que hiciste los dibujos durante la relación con Brian, pero ¿hasta qué punto tuviste que adaptarlos para su publicación como libro? En muchos casos, tuvimos que adaptar el tamaño (aumentar o disminuir en el proceso de escaneo) o completar fondos y, a veces, tuve que agregar dibujos de transición para que la narración tuviera sentido.
Aunque los dibujos son rápidos y viscerales, la narración utiliza características propias de los cómics que lo hacen muy ágil, ¿habías dibujado antes? ¿Estás familiarizada con el lenguaje de los cómics? Leía cómics cuando era niña, y estaba familiarizada con ‘Maus’ de Art Spiegelman, pero no estaba pensando en esto cuando hice mis dibujos. Eran más como recordatorios garabateados: primitivos y crudos. Soy una artista profesional, así que mi primer instinto fue “arreglarlos”. Luché contra mi ego. Son emociones puras, y hay un cierto valor en eso.
Dibujas a Brian con un aspecto algo intimidante debido a su tamaño, pero también con una cara ligeramente caricaturesca y cómica, y aunque no es una historia divertida, se podría decir que el dibujo tiene un tono amable e incluso un ligero toque de humor. ¿Crees que esto lo hace más accesible? Recuerdo que cuando entregué mi manuscrito, me preocupaba que Brian se reconociera a sí mismo. Esa noche, mi hija me llevó a un concierto de Rod Stewart y comencé a reír porque miré a mi alrededor y vi a cientos de hombres que se parecían a mis dibujos. Esa fue la primera vez que me di cuenta de que había dibujado algo universal. El humor es la mejor medicina.
«En última instancia, debes aprender que no puedes arreglar al abusador. Sólo puedes arreglarte a ti misma».
En el libro muestras varias dudas sobre tu relación con Brian desde el principio. ¿Qué aconsejarías a las mujeres que podrían tener sospechas similares sobre sus parejas? ¿Deberían huir a la primera señal de alarma? ¡Desearía que fuera así de fácil! ¿Cuál es la primera señal de alarma? El abuso emocional a menudo comienza sutilmente, disfrazado de algo más. El daño es acumulativo, por lo que existe un gran peligro en permanecer demasiado tiempo. Mi consejo es creer lo que ves, no lo que oyes.
Hay una escena en la que vas con tu madre a la Iglesia. ¿Te influyó la religión cristiana y su idea de perdón y “poner la otra mejilla”? Todas las religiones enseñan perdón, gracias a Dios, a Alá, a Buda y a otros. Pero no perdones demasiado. Como mi madre me dice en el libro, el amor debe tener una condición: tu supervivencia.
Retratas los momentos iniciales de enamorarse como una especie de película romántica, ¿hay otros aspectos de nuestra cultura y educación que nos lleven a tomar este tipo de decisiones equivocadas? ¿O tiene más que ver con las emociones? ¿Quién sabe por qué nos enamoramos? Algunos dicen que es química. Y los cuentos de hadas existen en todas las culturas, por lo que la idea romántica de “perder el equilibrio” se prepara desde la infancia. Necesitamos amor romántico pero también necesitamos expectativas realistas.
¿Qué personas pueden ser las más útiles para salir de ese círculo vicioso y cómo deberían actuar para ser de especial ayuda? Los amigos y la familia pueden ofrecer apoyo esencial, actuar como testigos, ofrecer su punto de vista, ser pacientes y comprensivos, pero es difícil cuando la situación es repetitiva; se dan por vencidos. La ayuda más valiosa que recibí fue de una terapeuta especialmente entrenada en violencia doméstica. Incluso así fueron necesarios varios años. En última instancia, debes aprender que no puedes arreglar al abusador. Sólo puedes arreglarte a ti misma.
¿Tienes la intención de continuar escribiendo o era principalmente esta historia la que tenías que contar? He continuado escribiendo con un nombre diferente, pero en prosa, no en cómic. Si una futura historia me pide ser contada con dibujos, podría probar los cómics de nuevo, ¡pero prometo no volver a vivir una historia como la de ‘Quiéreme bien’! Texto de Roberto González.
Los cuerpos vulnerables -o sea, mujeres- tenemos dos pares de labios y con ellos dos lenguas. Los labios visibles, los labios que permiten mostrar, hagan la lengua oficial la lengua universal. Los inferiores, los ocultos, balbucean un idioma acre y dulzon que nadie es capaz de entender. Nadie. Y en ese nadie vamos nosotras. ?Que horror! Ser hablada por una misma y no entendernos. No hay mujer que, una vez al mes no exclame asustada: “?No entiendo que me pasa! ?No me entiendo!” Ese es el precio que pagamos por hablar La Otra Lengua e ignorar que, pese a que una la tengamos sujeta y amaestrada, la otra sigue agitandose, salivando, silbando bajo nuestras bragas. No entenderse a si misma, sentirse ajena en los propios huesos. Tremenda tortura.