Secun de la Rosa. Por un futuro mejor.
Secun de la Rosa abandona esa imagen de actor cómico por el que muchos le conocen y se mete en la piel de Sebastián Alonso en ‘Las piscinas de la Barceloneta’. Un monólogo emotivo que él mismo ha escrito y protagoniza solo en el escenario y donde la emoción, la libertad, los derechos y la reivindicación… se dan la mano en el verano del 77.
¿Cómo empezó a gestarse esta obra de la que no solo eres único actor, sino además el director de la misma? En la pandemia, como tantas cosas que surgieron entonces. Al estar encerrado en casa fue como nació este monólogo de ‘Las piscinas de la Barceloneta’ que fue lo primero que hice nada más recuperarme del Covid. Para mí fue como empezar de cero otra vez ya que era todo un reto en mi carrera al tratarse de un proyecto más personal, más profundo y dando voz a personas que yo había conocido, me había imaginado o me habían contado sobre ellas. Personas que tenían y tienen una historia que merece la pena contar y que a mí me interesaba contar.
¿Tenías ganas de hacer algo así? Para mi era una manera de reafirmarme como actor por así decirlo y por sacudirme, no a mal, un poco esa idea que se tiene de mí actor cómico de televisión, de series y de películas. Venía de hacer muchos proyectos en los que buscaba gustar al público y me preguntaba si lo que hacía era por el espectador y me estaba perdiendo en parte lo que yo quería hacer. Esta función ha sido como una herramienta de reafirmación de la que estoy tremendamente orgulloso; sobre todo además por la emoción y el cariño con la que la está recibiendo el público.
¿Tiene algo de autobiográfica la obra o el personaje de Sebas Alonso que tú interpretas? Yo alguna vez, no muchas, he ido a las piscinas de la Barceloneta y una de ellas se la conocía como «la piscina de sal» o «la deliciosa». Era el lugar donde iban los maricones de la época, los travestís (como se las llamaba entonces), el chaperismo, las prostitutas y los artistas del Paralelo… Y esa historia de estos héroes anónimos era la que yo quería contar a través de la piel de mi personaje, de Sebas Alonso.
Sebas es un hombre que salió de ese barrio del extrarradio y recuerda a lo largo de la obra ese verano que tanto le marcó (para bien y para mal). Es cierto que en él hay cosas de mí, pero también hay mucho de fantasía donde he mezclado además a personajes reales con otros que me he ido inventando a partir de historias que me contaron.
Mi personaje vive una juventud en el barrio (soñando con salir de éste), la llegada de la droga y del SIDA, el mundo obrero con manifestaciones y huelgas, la primera manifestación LGTBI o el hecho de formar parte de la primera generación en democracia… Unos años en los que mi personaje va descubriendo la libertad desde otro punto de vista, las distintas ideologías, los prejuicios, los primeros amores y desamores…
Es una pieza teatral para no perderse. ¿Qué te voy a decir yo? Pero vamos es algo con lo que coincido con mucha gente que viene a vernos y sale encantada y emocionada. La función es irresistible ya que tiene un ritmo, una poética, momentos muy emotivos y otros muy divertidos donde se van sucediendo situaciones reales de aquella época y las vemos también desde la actualidad; desde ese Sebas que ya se ha hecho adulto y echa la vista atrás.
‘Las piscinas de la Barceloneta’ ha recibido aplausos por todo el país. Para mí es una satisfacción enorme ya que los espectadores salen emocionados y para mi eso es una maravilla con esta obra que genera precisamente tanta emoción. A su vez, ese público no solo disfruta, sino que siente la necesidad de compartir experiencias, opiniones, preguntar… Así es como he conocido a personas que han vivido esa época, mujeres que sufrieron por su condición sexual siendo ingresadas en psiquiátricos y manicomios, hombres que vivieron la cárcel y cómo les maltrató la vida por su condición homosexual. Pero también mucha gente que se siente identificada con los momentos felices de la obra, esos momentos de recordar tus días de piscina, tus veranos, tus primeros amigos y el soñar con un futuro (en ocasiones un futuro mejor). Texto de Victoria Herrero. Fotografía de Fernando Martínez.