Elliott Murphy. Embajador de Bilbao.
Elliott Murphy cumple 75 años un mes antes de su esperado concierto en el Kafe Antzokia. Pocos músicos han llevado Bilbo por bandera como el artista neoyorquino. Celebrémoslo con una gran fiesta y hagamos a Elliott txupinero de nuestra ciudad.
En tu álbum ‘Wonder’ se percibe un nuevo Elliott Murphy. ¿El encierro pandémico puso en jaque tu proceso creativo y eso cambió tus canciones? Cuando no podía salir a la calle y pasear por las calles de París, cosa que me encanta hacer, mi rutina diaria se volvió muy disciplinada y repetitiva.
Una noche, en un momento de desesperación, le dije a mi mujer que creía que nunca volvería a escribir una canción, y ella me dijo: «Tienes que tener esperanza, Elliott…», le miré y casi inmediatamente empecé a escribir ‘Hope (in your eyes)’, que es la canción que abre mi álbum ‘Wonder’. ¡Aquello fue un milagro!
Cuando lo escucho mi impresión es que es un disco muy nostálgico, casi sentimental en cierto modo, ¡y supongo que es porque sentí que la muerte llamaba a mi puerta!
‘The Second act of Elliott Murphy’ es un precioso documental en el que repasas tus más de cincuenta años de carrera a través de una gira. ¿Hay un tercer acto en la vida de Elliott Murphy? Este año cumplo 75 años, dos tercios de mi vida con la música a cuestas. A estas alturas es difícil separar la vida de la carrera. Llevo mucho tiempo navegando por el río del rock and roll y he vivido muchas aventuras por el camino: Me llevó a París, donde vivo y a España, donde actúo desde 1982 e incluso a Japón, donde he hecho tres giras. Jorge Arenillas hizo un trabajo maravilloso dirigiendo el documental ‘The Second Act of Elliott Murphy’ y captó gran parte de la realidad de día en la carretera. Pronto llegará el momento de que alguien haga la película ‘El tercer acto de Elliott Murphy’. Cuando terminé de escribir mis memorias, disponibles en español como ‘La última estrella del Rock’ en Varasek Ediciones, mi vida parecía un plan bien trazado y no el caos que siempre imaginé que sería.
Es maravilloso verte en la primera escena del documental encendiendo las luces de las gradas de la Sala Bbk para ver y cantar con el público. Son muchos los recuerdos que has vivido en nuestra ciudad. ¿Qué significa Bilbao emocionalmente para ti? Según mi archivo de espectáculos he actuado en Bilbao ¡al menos 35 veces! Lo que significa que Bilbao, junto con Nueva York y París, está en el top tres de mis ciudades más visitadas para dar conciertos. Así que ya ves, he tenido mucho tiempo para pasear por las calles de Bilbao y visitar los museos y comer en los maravillosos restaurantes vascos, ¡y admirar a las bellas mujeres!
«Mi canción ‘Green River’ está inspirada en el río Nervión y escribí el tema ‘Bilbao Bo Diddley’ mientras paseaba por el Museo Guggenheim».
En tu repertorio hay canciones inspiradas por nuestra ciudad y nuestras calles. Si tuvieras que elegir una como banda sonora para tu vuelta a Bilbao, ¿cuál elegirías? Mi canción ‘Green River’ está inspirada en el río Nervión y, como cualquier río, me pone en un estado de ánimo poético porque los ríos siguen fluyendo, como la música. Pero mi canción ‘Bilbao Bo Diddley’ la escribí mientras paseaba por el Museo Guggenheim admirando los cuadros de Modigliani de la colección permanente. Creo que entre estas canciones se pueden ver las dos caras de la ciudad, tanto el bullicio de las calles y aceras como los reflejos y el movimiento de la ría que desemboca en el mar.
En tus manos la poesía se reinventa en rock ¿es más difícil domar la métrica a caballo de los ritmos musicales? ¿La dominas o ella siempre se rebela salvaje? Incluso después de escribir más de trescientas canciones, debo confesar que todo el proceso de composición, desde las primeras semillas de inspiración (que pueden ser sólo unos pocos fragmentos de palabras, ritmo y melodía que no dejan de perseguirme) hasta la fase final, cuando todos esos elementos se expanden de forma sorprendente y se unen para crear algo extraordinario, sigue siendo un misterio para mí. Sé cómo rimar palabras y cómo crear progresiones de acordes conmovedoras y ritmos emocionantes, pero, en lo que a mí respecta, el modo en que todo ello se une de forma memorable y reconocible es simplemente un milagro. Lo único que sé es que es la música la que da alas a las palabras para volar. A mí también me gusta montar a caballo, pero los caballos mantienen los pies en el suelo y las canciones vuelan como los pájaros.
¿Son las canciones un buen instrumento para acceder a la memoria y afinar los recuerdos en busca de la belleza? Supongo que escribir canciones tiene algo de autoterapia. Una vez estaba conversando con Bruce Springsteen sobre Elvis Presley y por qué su vida parecía haberse vuelto tan disfuncional hacia el final, y ambos estuvimos de acuerdo en que podría deberse a que no escribía sus propias canciones, de modo que nunca se enfrentó cara a cara consigo mismo, sus debilidades, sus miedos y sus fortalezas, esperanzas y sueños. Una vida de introspección muy limitada a menudo equivale a una vida de muy poco crecimiento espiritual. Una vida de introspección muy limitada a menudo equivale a una vida de muy poco crecimiento espiritual. La belleza la reconozco cuando la veo pero hoy en día su definición cambia constantemente. Creo que la belleza es la forma de crear orden en un mundo brutal y a menudo indiferente. Pero entonces pienso, ¿habría encontrado Rembandt bellos los cuadros de Picasso? ¿O a Beethoven le habrían conmovido los Beatles? Y lo que es más importante, ¿qué pensaría cualquiera de ellos de Elliott Murphy?
Sueles decir que cada concierto tiene su propia personalidad. ¿Tienes una idea de cómo será el próximo en el Kafe Antzokia de Bilbao? Me encanta tocar en el Kafe Antzokia porque es un auténtico club de rock y el público estará de pie y yo sentiré la adrenalina de su expectación en cuanto salga al escenario. Este año actuaré con mi querido Olivier Durand a la guitarra, con Melissa Cox al violín y Alan Fatras en la percusión. Trabajamos muy, muy bien juntos y la selección de canciones ha cambiado bastante desde la última vez que estuve en Bilbao. Creo que quien venga a mi espectáculo esa noche saldrá del Kafe Antzokia con la sensación de haber participado en algo realmente memorable, algo espiritualmente conmovedor para cuerpo y el alma, tal vez incluso curativo. Porque ese es mi trabajo, soy un auténtico sanador. Texto de Sendoa Bilbao. Fotografía de Muriel Delepont.