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Música dicromática en negro y oro. Centro Musikene en Donostia.

musikene

Con el nuevo curso académico, por fin, abre sus puertas el Musikene en Donosti. El edificio resultó ganador en el concurso para la realización del Centro Superior de Música del País Vasco.

La potente imagen que proyecta resulta de lo simple de conjugar de forma acertada unos pocos elementos, sobre todo, su forma y sus “pieles” si se me permite la palabra.

Además de recrear el piano en el negro brillante del panel de aluminio de fachadas exteriores (incluso recuerda el despiece vertical a teclas negras), éste se contrapone al dorado de las fachadas interiores de vidrio, a su vez más continuas, pero visibles desde el exterior, eso sí tratadas con un sutil texturizado que me hace evocar el interior acolchado de las fundas y cajas de instrumentos musicales o a los propios acabados de éstos.

En todo caso, esta imagen formal no resulta caprichosa respondiendo a un encaje preciso de un programa complejo y condicionado por la normativa urbanística, que obliga a estirar la superficie de fachada para conseguir iluminar todos y cada uno de los espacios del edificio. Pero no por ello deja de resolver una imagen contenida en el conjunto urbano, con esa fragmentación y tallado de las últimas plantas, o lo que es lo mismo, la creación de esa repetición volumétrica de cuerpos y patios abiertos a fachada que pasan a identificarse como bloques independientes más en consonancia con los edificios residenciales de su entorno, rompiendo lo que podría resultar un gran volumen mastodóntico.

Mediante sus fachadas facetadas, el edificio optimiza el solar y consciente de sus necesidades arranca “in crescendo” en busca de una mayor superficie, creando unos planos inclinados, a modo de peana. Es un recurso adecuado, que en todo caso refuerza la idea de “edificio mueble” o “caja de música” abierta que muestra su interior brillante a la ciudad. El volumen en sus primeras plantas rodea y protege una valiosa pieza en su interior: el amplio auditorio. El mismo se configura como núcleo vital del edificio, a modo de corazón latente o más bien “sonante”. Su vista nocturna proyectará luz a través de los patios cristalinos, que como grandes pantallas acústicas doradas convertirán al centro Superior de Música del País Vasco en un conjunto con identidad propia.

Además de ello, el edificio acoge la mediateca, archivos musicales, multitud de aulas de diferentes tamaños acondicionadas acústicamente, cabinas de ensayo individual o zonas administrativas. Es de destacar la adecuada respuesta a los requerimientos específicos del edificio, mereciendo una especial atención en cuanto al diseño, elección de materiales y búsqueda de soluciones técnicas condicionadas sobre todo por la acústica.

El edificio ha resultado premiado en los Premios COAVN 2016 (Premios oficiales a los mejores edificios realizados en el País Vasco y Navarra que otorga el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro). El centro va más allá de dar una respuesta funcional, o estrictamente académica o docente, para postularse como un verdadero “Museo de la Música”, al menos en su envoltorio.

Texto de Leonardo Ignacio González Ferreras. Fotografías de Jorge Allende

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