Juanma Bajo Ulloa. En terreno inexplorado.

Con ‘Baby’ el cineasta vitoriano Juanma Bajo Ulloa vuelve en cierta manera a sus orígenes pero también explora un universo totalmente nuevo con un proyecto muy arriesgado: una película sin diálogos que se sustenta en la gestualidad de sus actrices (Rosie Day, Harriet Sansom Harris o Natalia Tena, entre otras), su sugerente dirección artística y una magnífica banda sonora de Koldo Uriarte y Bingen Mendizabal, que fue premiada en el Festival de Sitges. Una fabula inmersiva en la que la protagonista, una madre adicta a las drogas, también se adentra en lo desconocido para recuperar a su bebé. Una cinta con capacidad para generar filias y fobias pero que, por su osadía y acabado estético, merece verse en una pantalla grande. Hablamos con el director.
Algunos realizadores opinan que tienen más libertad para hacer los proyectos que ellos quieren en las plataformas. No es tu caso. No sólo defiendes el cine como experiencia sino que también pareces opinar que hay menos libertad en medios de ese tipo.
Es tan sencillo como que las plataformas tienen una ideología y si tú coincides con esa ideología estás en el lugar adecuado. Depende de tu mansedumbre y de tu peligrosidad social el que seas contratado. Cuando eres parte de la máquina estás cómodo dentro de esa máquina.
¿Y te parece que todas las plataformas comparten esa misma ideología?
Básicamente se trata de la ideología imperante. En ningún momento vas a ver una obra dentro de una plataforma que se escape de la ideología imperante, que es una distinta en cada época de la historia. El franquismo tenía una, la transición tenía otra y en la época en que estamos podríamos decir que es una especie de progresismo censor y puritano. Si te sales de ahí, no trabajas. Si encajas ahí, estás encantado. No es que te lo permitan, es que si lo que tú quieres coincide con lo que ellos quieren, está bien para ambas partes.
¿Piensas que ‘Baby’ desafía a este sistema?
No desafía nada. Simplemente es una película hecha desde la libertad creativa y la visceralidad. Eso hace que seguramente no coincida con el estándar establecido y por eso ha costado muchos años hacerla. Si encajara de pleno con lo que se espera de un creador hoy en día la habríamos rodado en un año y llevamos cuatro tratando de levantarla porque vamos por otro camino. Un camino libre. Pienso que los creadores deberían crear desde la visceralidad y la emoción pero veo que lo hacen desde la racionalidad para ser aceptados por el sistema. Los productores de ahora llevan a las grandes plataformas los guiones que creen que les van a agradar. Y así te lo cuentan algunos guionistas. Te dicen: “Yo no soy tonto, yo escribiré lo que vaya a agradar a la cadena”. Ahora todo arte es racional, incluso la arquitectura, los edificios… parecen hechos por un ordenador. Yo creo que debería seguir siendo visceral ya que ese es el arte que realmente nos remueve, el que llega al subconsciente. Sin embargo en la política, que es donde debería reinar la racionalidad es donde reina la emoción y la visceralidad. El mundo se ha vuelto totalmente al revés.
«El arte que nos remueve es el visceral, el que nos llega al subconsciente».
En el caso de ‘Baby’ es más dudoso pero pensando en tus primeras películas, como ‘Alas de mariposa’ o ‘La madre muerta’, es cierto que contienen varias aristas que podrían chocar con la sensibilidad actual. Están protagonizadas por personajes de dudosa moralidad y , aunque las tramas no los defiendan, giran en torno a temas socialmente muy mal vistos incluso en la ficción.
Nunca ha habido una época tan censora y tan peligrosa. En la época franquista había un departamento que censuraba y tú sabías lo que te iban a censurar. Ahora no solo te censura el sistema sino que además el sistema le ha pasado la responsabilidad de esa censura al espectador, que es muchas veces el que te exige esa censura, con lo cual es la dictadura perfecta. ‘Airbag’ no se podría rodar ahora. Iríamos a la cárcel. Hoy en día hay gente que ni comprende el concepto del humor. Sí, aún se pueden hacer comedias pero has de dirigir la comedia hacia el sentido que el sistema te exige.
¿Crees que los festivales y espectadores del cine de género muestran una mayor apertura hacia lo diferente?
Esta película comenzó su carrera en el Festival Internacional de Sitges. Es un festival de cine de género. Nosotros no lo veíamos. Es una película, si quieres, de suspense. Es un thriller emocional y sobre todo es un cuento. Pero sí que me encontré en esos festivales de género con una cierta libertad creativa porque el prejuicio no era tan grande. En otros festivales internacionales que no son de género la política (y la corrección política) se han instalado de tal manera que el cine ha quedado prácticamente en segundo lugar. Lo que importa es que tu película cumpla con unas determinadas expectativas que ahora existen. La cinematografía del filme, su narrativa, los elementos puramente artísticos han quedado relegados prácticamente a un segundo lugar. Esto es algo muy peligroso. Entre los aficionados al cine de género y los festivales de ese tipo parece que aún priman más los valores cinematográficos y artísticos.
En ‘Baby’ hay muchos elementos góticos, momentos de tensión…¿no te sentiste tentado de virarla aún más hacia el cine de terror?
No creía que debía ser una película de terror. Es un cuento pero no deja de ser una historia real en el sentido de que es un filme sobre una persona a la que le pasan cosas reales. No hay magia ni elementos fantasiosos. No es sobre un superhéroe que tira rayos por el culo. Es una chica, pobrecita mía, que tiene unas adicciones y que en la película la vemos pasar un síndrome de abstinencia que no le permite casi ni levantarse del suelo . Me parecía que esa realidad se veía entorpecida si lo llevaba hacia el terreno del monstruo, de lo terrorífico porque entraría en un terreno -no sé si alguien se puede molestar por esto- tal vez más pueril, del divertimento por el divertimento. Lo que sí utilizo es el miedo, el temor…Como esto no deja de ser un viaje vital, como decimos en el póster, “del temor al amor”, el suspense y la incertidumbre están constantemente presentes. Yo al suspense lo llamo la sal del cine, porque no saber qué pasará es lo que le da gracia a una película. Y la incertidumbre es la sal de la vida. Siempre te preguntas: “¿Qué va a ser de mí? ¿Me querrán? ¿Tendré trabajo? ¿Seré aceptado?”.
«El suspense es la sal del cine y la incertidumbre es la sal de la vida».
La cinta comienza en la ciudad, en una ambientación actual, para progresivamente dirigirse al campo y a un espacio más atemporal, fabulado y onírico. ¿Te parecía interesante este contraste en vez de hacer un filme de época o con aire de cuento desde el comienzo?
Sí, porque en la película hay una inmersión progresiva en ese mundo de cuento, que no deja de ser un tanto onírico y dirigido al subconsciente. Hay muchas imágenes que se asemejan a los sueños que uno puede tener. En la película se da este viaje. Empiezas en tu casa, en una ciudad occidental, o no. Podría ser Shanghái, Rusia o el País Vasco. No hemos querido ubicarla. Yo la llamo película sin patria. No hay un texto que la identifique. El mismo camino que hace ella de encontrar su propio ser tú también lo haces con ella y te vas metiendo cada vez más en ese universo de la fábula.
En alguna entrevista has manifestado que nos estamos alejando de la naturaleza, un elemento importante en este filme.
El medio ambiente no es una cosa que está ahí, que es lo que nosotros pretendemos. “Me voy al campo”. Como si fuera algo que está a nuestra disposición para que le demos un uso cuando nos convenga. La metáfora que hay en la película es explicar que somos un organismo completo. Por eso no hago distinción entre personas y animales en la película. Los personajes van surgiendo y no los diferencio. Pongo en el mismo nivel a la casa que está fagocitada por la naturaleza, a los insectos, a la lluvia, a las personas, a los animales vertebrados…Lo que nos sucede a las personas es que nos hemos desconectado de ese ser que es el planeta entero y estamos utilizando al resto de los organismos como si fueran algo que está a nuestro servicio. Por eso ahora el planeta está básicamente enfermo. Estamos en una huida hacia adelante. Podemos llamar al resultado de nuestra acción cambio climático, pandemia…pero el caso es que hay un mecanismo de acción-reacción. Cuanto más actuamos contra el planeta más actuamos contra nosotros mismos.
En la película adquiere gran presencia la banda sonora de Koldo Uriarte y tu compositor habitual Bingen Mendizabal y ha sido premiada en el Festival de Sitges. ‘Alas de mariposa’ y ‘La madre muerta’ ya eran películas muy musicadas. ¿Esta ya ha supuesto una especie de homenaje a vuestra colaboración?
Sí, yo conozco a Bingen desde que empecé mi carrera y en efecto he hecho prácticamente todas mis películas con él, a excepción de ‘Rey Gitano’, por lo que tenemos una gran sintonía. Algunas películas se hacen y después se llama al músico para que añada la banda sonora. Es una forma de trabajar que a mí no me sirve. Yo quiero trabajar con el músico desde el principio. A mí me interesa trasladar al espectador a la atmósfera de la que antes te hablaba , que además es diferente en cada una de las películas que he hecho. Ese proceso de encontrar el clima, el alma de la cinta, es lo que yo le pido al músico y ese es un proceso largo. No se hace en uno ni en dos meses. Por eso el proceso de esta película ha sido prácticamente del año entero en el que hemos estado trabajando. Se incorporó Koldo Uriarte como figura principal, en realidad, de la creación para colaborar con Bingen que es mi músico habitual. Ambos son responsables de la música pero han ido también esenciándola, igual que lo he hecho con los textos o los personajes. Han compuesto un tema para cada personaje u objeto: la chica, el chupete, la Familia Monster, como llamamos de broma a las “villanas” del filme…que una vez es cantado en euskera con el gramófono que tienen en la casa…La música no es un elemento más. Es una de las herramientas que tiene el cine y es tan importante como las interpretaciones o la fotografía.
Al tratarse de una película sin diálogo necesitabas actrices que fueran muy expresivas. Al final acabas con un reparto muy internacional.
A veces digo medio en broma medio en serio que es una película para los que estamos hartos de palabras y creemos más en los hechos. Encontrar a las actrices primero fue complicado porque el guion era muy exigente con ellas. Realmente ellas lo pasan mal rodando la película. Exige mucho interpretativamente y también físicamente. El abanico se abrió hacia cualquier lugar. No estábamos buscando actrices en el Estado sino que podían ser del panorama internacional y aparecieron de diversos lugares: una apareció en Gran Bretaña, otra en Estados Unidos, otra en España…no había limitaciones en ese sentido. En ese sentido era una película “apátrida” aunque estuviera rodada en Euskadi. Al principio llegaron un poco confusas pero fueron viendo que el equipo era muy profesional y que teníamos muy claro lo que queríamos hacer así que a partir de la segunda semana ya empezaron a mostrar una implicación total con el filme. Y creo que eso se ve en pantalla. Si no es imposible hacer una película de este tipo.
¿Tuviste claro desde el principio que todos los personajes debían ser mujeres?
Al principio había figuración. Al final me di cuenta que había muchas cosas que no necesitábamos. Teníamos que centrarnos en las acciones concretas. Así que fui quitando cosas. Es una película que habla de la creación (no de la creatividad, que es una cosa diferente). Y la creación es una cosa puramente femenina. Sólo puede llevarla a cabo la mujer porque tiene ese potencial de creación. Y la propia naturaleza, a la que también se la suele llamar Madre Naturaleza. En ‘Rambo’ sólo salían hombres y es perfecto para el universo que quieren crear allí pero en este necesitábamos personajes femeninos.
¿Es casual que tus dramas se centren más en lo femenino y tus comedias se orienten hacia un mundo más masculino?
Cuando afronto una película cómica hago una gamberrada que se parece más a las bromas que pueda hacer con mis amigos el fin de semana, mientras que en las más personales trato de indagar en el alma humana y me interesa el alma femenina por pura contraposición. Si voy a una ciudad que no conozco, por ejemplo a Estonia, para presentar esta película, pido comida estona. No me voy a un restaurante vasco. Me interesa lo otro. Lo mío ya lo conozco.
Supongo que la ausencia de diálogo hará que funcione bien en festivales de otros países.
No va a haber diferencia porque el lenguaje del cine es universal y precisamente hay una reivindicación del medio en este filme. Esto no podía haber sido teatro ni literatura. Ya han sido comprados los derechos para Alemania, Suiza, Austria, Liechtenstein… entiendo que va a funcionar y va a tener un público que busque un cine que le remueva, que le haga reflexionar y que no sea de consumo puro y duro.
«Creo que el cine va a pervivir y que actos de amor puro como acudir al cine, al teatro o a un museo van a continuar».
La niña a la que da vida Mafalda Carbonell lleva unas alas de mariposa en algún momento de la película. ¿Fue un guiño intencionado?
Bueno, hay más mariposas en la película, que sobre todo representan la metamorfosis que sufre la protagonista. La idea de las alas de mariposa de la niña fue de la diseñadora de vestuario, que por cierto es de Bilbao. La niña tiene un juego permanente de querer convertirse en otras cosas. Por ejemplo se ve en muchos momentos que ya quiere ser mujer. Así que nos pareció perfecto. No sé si ella lo percibió como un homenaje o un auto-homenaje a ‘Alas de mariposa’.
Has hecho comedia, drama, algún documental…¿te quedan ganas de rodar algo de aventuras como aquel ‘Capitán Trueno’ que no pudiste realizar o ya no te ves en ese tipo de producción?
De hecho me resulta más sencillo trabajar de encargo en lo comercial. Es más fácil para mí cuando hago un anuncio o algo así porque no me implico tanto a nivel emocional. Yo estoy totalmente abierto a hacer una película comercial y lo he estado siempre. Lo que pasa es que con el paso de los años te vas dando cuenta de que nuestra industria está bastante mermada y en su día no fue posible hacer una película digna del ‘Capitán Trueno’ porque no se dieron las circunstancias adecuadas, así que tuve que abandonar el proyecto. Si se dieran esas circunstancias yo estaría encantado de hacer una película de aventuras y además creo que me lo pasaría bien haciéndola. Estoy abierto a todo lo que no he hecho, básicamente.
Volviendo al comienzo, en la situación actual muchas películas se están estrenando en las plataformas y hay incluso quien da por muerto (una vez más) el cine en las salas. ¿Qué piensas de esa tesitura?
La gente cada vez se desconecta más de aquello que le exige una responsabilidad y una implicación. El acto de ir al cine es un acto de amor. Tomas la decisión de salir de casa y meterte en una sala donde te dedicas únicamente a ver la película. Por eso conectas con esa obra y seguramente te va a dejar un poso que te va a acompañar en una parte de tu vida, como me ha pasado a mí con muchas películas que me han convertido en la persona que soy. Cuando ves esa obra en una plataforma en una televisión en tu casa estás haciendo uso de esa obra pero realmente no estás amándola. Puede haber niveles, alguien puede estar mandando mensajes mientras la ve y otro respetándola más. Pero no estás realizando la misma acción. Como yo creo en la capacidad del ser humano para superarse me parece que esta situación que estamos viviendo nos va a obligar a tomar otro camino porque el que llevamos está destinado al fracaso. Así que sí creo que el cine va a pervivir y que cualquier acto de puro amor como ir al cine, al teatro o al museo a ver una obra que ha creado alguien con todo su esfuerzo, va a continuar. Espero que sirva también para esenciar el cine, el teatro y a los propios espectadores que sean personas que respeten la obra y que a su vez la obra respete al público, que es lo que nosotros hemos intentado hacer con ‘Baby’: considerar que el espectador es inteligente y que confiamos en su criterio. Texto de Roberto González.

‘Baby’ , dirigida por Juanma Bajo Ulloa, se estrena este 4 de diciembre.