Alcalá Norte. Mucho más que el nuevo grupo de moda.
Alcalá Norte es el nuevo grupo de moda en el rock estatal. Una banda que, picando mucha piedra, han conseguido hacerse un hueco en los festivales más importantes. Ahora comienzan su gira por salas y, antes de que pasen por nuestras capitales, hemos querido hablar con el cantante del conjunto madrileño, Álvaro Rivas.
Para empezar, ¿qué se siente al ser considerados una especie de “nueva esperanza del rock patrio”? Hombre, no te voy a engañar. Hace mucha ilusión tener toda esa expectación, y sobre todo saber que viene de personas que han consumido músicas y escenas muy diferentes; y todos coinciden en que, de alguna manera, les recordamos a esas cosas que escuchan y les genera nostalgia, y por ello tienen esperanza en nosotros. Es muy bonito, pero también es algo que tiene mérito, porque hay mucha gente tocando y conocemos a muchas de estas bandas, y no todos tienen la suerte de que encajen los elementos como lo han hecho en nuestro caso. Y por eso lo que no queremos ahora es pifiarla, y que se nos escape lo que estamos consiguiendo por no trabajar lo suficiente, o por dejarnos llevar por cosas raras. Si se cae, que sea porque no somos capaces de hacer canciones buenas o de ofrecer un buen directo, pero todo lo que esté en nuestra mano lo vamos a hacer. Además, desde el punto de vista de las relaciones humanas entre nosotros, si hemos decidido dar este paso es porque hemos sufrido mucho a nivel humano con miembros anteriores, y hemos aprendido cómo se hacen y cómo no se hacen las cosas y vamos a darlo todo, tío.
¿Es imprescindible esa apuesta por la banda para llegar hasta donde ya habéis llegado? La historia de sufrimiento previa a todo lo que nos está pasando ahora es la misma que la del 85% de las bandas: intentas tocar, pero sólo dos quieren ir a ensayar, te ponen excusas de mierda, de repente un día te dejan de responder… pero por suerte, después de pasar por todo eso, tuvimos la santa idea de decir “vamos a grabar el disco, y una vez que lo tengamos, ya veremos qué coño hacemos”, y el resto de piezas empezaron a encajar, encontramos a nuevos músicos que quisieron sumarse al proyecto, el sello Balaunka de Arrasate quiso financiar los gastos, y como también teníamos un gran mánager, todo fue saliendo. Y menos mal, porque nos habíamos dado un año de plazo y, si no salía, lo dejábamos definitivamente.
«No os voy a engañar. Hace mucha ilusión tener toda esa expectación, y sobre todo saber que viene de personas que han consumido músicas y escenas muy diferentes. Es muy bonito, pero también es algo que tiene mérito, porque hay mucha gente tocando y no todos tienen la suerte de que encajen los elementos como lo han hecho en nuestro caso».
En cuanto al estilo, ¿no crees que se os ha colocado la etiqueta de “postpunk” demasiado rápido? Lo de “postpunk” no nos molesta tanto, porque de hecho, cuando empezamos, decíamos que queríamos hacer una banda de postpunk, y sería raro que ahora renegáramos de la etiqueta que sirvió para vertebrarnos en nuestros comienzos. En concreto, al principio nosotros nos limitábamos a imitar a los The Cure de entre el 78 y el 82… ese era el rollo en el que nos fijábamos, y a eso le llamábamos postpunk, porque también nos gustaban otras cosas del género. Además, yo todavía no había descubierto los registros más agudos de mi voz, y puede que sonara más como Ian Curtis, de Joy Division… más postpunk todavía (risas).
Pero el cambio más evidente se dio cuando el que era nuestro productor, que ahora también es nuestro guitarrista, se pone a grabar las guitarras y enriquece nuestro sonido, conectándolo a escenas que nos rodean en la actualidad tipo indie español jovenzuelo… Eso es clave y es gran mérito suyo, porque lo que había en las maquetas anteriores era un abuso de la producción por ordenador, incluso alejándonos de buscar el sonido real de una batería… algo muy alejado de a lo que sonamos cuando empezamos a hacer bolos.
¿Cómo se trabaja el aspecto de las letras para que en un mismo disco convivan futbolistas, filósofos, influencers, o militares nazis…? Sobre todo al principio de la banda, yo leía mucho más, y cuando me tocó empezar a escribir canciones, sacaba palabras que me gustaban de los libros, y recurría a ellas para construir estrofas, luego fui cogiendo soltura y empecé a mezclar esas inspiraciones literarias con frases divertidas o anécdotas que se nos ocurrían en la banda… un collage que sale de la pura experimentación; y cuando fuimos a grabar, ya fuimos trabajándolo más, canciones igual de improvisadas, pero algo más cuidadas… letras sin mucho sentido literal, pero con más mimo literario.
¿Y cómo se os ocurre la idea de revisar la canción ‘Cosquilleo’ de La Paloma en ‘El rey de los judíos’? Cuando iban a presentar su disco, La Paloma llamaron a sus colegas para participar en el bolo. Nos propusieron hacer ‘Cosquilleo’, y no sé qué rabieta me dio que dije que yo no la cantaba si no hacía una letra nueva. Y se me ocurrió esta historia críptica, porque lo del “cosquilleo frío” me recordaba a esos episodios de “divina conversión” que les sucede a algunas personas, y empecé a tirar por ahí. Quedó divertida, y meses después, cuando tocaba hacer el álbum, decidimos incluirla. Texto de Sergio Iglesias. Fotografías de Pablo Garrido.