El Drogas. No hay tregua.
La película documental ‘El Drogas’, ópera prima del realizador navarro Natxo Leuza, se estrenó en la Sección Zinemira del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Un documental biográfico que explora, como si de un río se tratase, todas las dimensiones y vertientes de una de las figuras más importantes de la historia del R&R en castellano: Enrique Villarreal, ‘El Drogas’.
¿Cómo nace la idea de hacer la película? Nace de una propuesta de Natxo Leuza y su productora. Me plantearon hacer una película documental sobre mi vida relacionándola con las épocas vividas desde 1959, año en que nazco, hasta prácticamente el presente. Me da vergüenza hablar de mí pero me gustó ese enfoque centrado en esos momentos más que en Barricada.
Los primeros acordes de la película suceden en la Txantrea, barrio conflictivo. Allí comienza a convertirse Barricada en la banda sonora de toda una generación. Así fue. Barricada no se puede entender fuera de ese contexto y de su tiempo. Todo explota a partir de la muerte de Franco. En ese momento estábamos un montón de bandas con muchas inquietudes. Empieza a haber una revolución no sé si cultural o contracultural: radios piratas, grupos de teatro, rock…
En contraposición a la movida madrileña nace la definición de Rock radical vasco, aunque a nadie le gustan las definiciones. Hay una explosión de libertad para expresarnos como quisimos. Eso se lleva por delante estructuras ya viejas que venían de la dictadura como la censura. Miramos alrededor de nosotros mismos para reflejar la realidad que estamos viviendo.
Vivimos una reivindicación de la movida madrileña, hedonista y digerible, frente a otros con un componente más social que se tienden a olvidar Es el caso de aquellos Sanfermines de 1978. Es algo que pasa mucho en este país. Hay una fórmula para olvidar. Si hay un gran olvido sobre que lo que sucedió en la segunda República, no te digo nada sobre historias más suburbiales que están en la cabeza de los que las hemos vivido. Me parece interesante el documental como chispa para llegar a esos recuerdos, para mostrar que eso también sucedió sin adoctrinamientos. Lo importante son los hechos sucedidos.
«Me gusta montar follones».
Con Leño la música empezó a hablar de vuestra realidad. Así es. Leño no tenía sitio en la movida madrileña sin embargo es el grupo que más ha influido en los suburbios de la capital.
Vuestro barrio era todos los barrios, da igual que fuese de Pamplona o de Vallecas. Nosotros podíamos haber venido de un barrio de Galicia o de Asturias. En todas partes había ese rock callejero. El rock andaluz se expresaba de una manera, los gallegos como Siniestro Total de otra… Surgieron nuevas movidas diferentes a la madrileña. Algunos grupos de la movida madrileña también tenían relación con lo que hacíamos como Parálisis permanente.
Ibas a tocar a cualquier lugar del país y la gente de los barrios acudía como moscas. He encontrado cariño en todos los sitios a los que he ido.
Con el espíritu punk del Do It Yourself nuevos grupos nacen, al igual que nuevas radios con otras consignas. En ese momento aparecen las radios piratas y da pie a que haya promoción de los grupos y las pequeñas productoras al margen de las radios oficiales. Da salida a sellos independientes y un tipo de producto que de otro modo sería imposible o incluso a la autoedición. La gente no espera que le llamen, es una ola que arrasa con todo.
La historia de Barricada es la historia de dos amigos: ‘Boni’ y tu mismo. Desde la mili tenía en mente hacer un grupo, Barricada. Le pegué un toque a ‘Boni’ a ver si le apetecía participar y allí comienza la historia. A ‘Boni’ le conocí en un rastro que se hacía en la Txantrea todos los domingos. Me gustó ese chaval que tocaba de espaldas y le entré. Funcionó y empezamos a hacer canciones y a prepararnos para un primer concierto en ese mismo rastro. Los conciertos se hacían a las 12 de la mañana. Ese día contamos con otro batería que enseguida nos presentó a Mikel Astraín, primer batería de Barricada. Comenzamos como trío como los grandes grupos del momento: Leño, Motörhead o Los Ramones, con la formación de batería, guitarra, bajo y voz. Así comenzamos. Metiendo horas y horas todos los días de la semana y preparando el primer disco. Con Boni te sentías imbatible.
Hablabas de referencias. Del Glam rock aprendes sobre la puesta en escena. Cuando tengo catorce o quince años comienzo a escuchar grupos de esa honda. Antes que ‘El Drogas’ me llamaban Slade, que es el grupo que más me gustaba entonces. Para mi era como un supositorio. Suzi Quatro, el Alice Cooper de aquella época, algunas canciones de Bowie, T-Rex… yo vengo de allí.
Había una obsesión por la transgresión. Era algo que se vivía. Cuando acabé el bachiller y empecé la formación profesional para estudiar para mecánico nos daba formación del espíritu nacional un profesor que era falangista y los pasillos estaban llenos de pósters de T-Rex, de David Bowie… Era una época de descubrimientos.
Todo eso me influyó mucho. Cuando empecé a tocar en bandas me empecé a relacionar con gente con estas inquietudes como Josetxo Ezponda, de Los Bichos que sí que era glamuroso a la hora de llevar sus pensamientos a la calle. Coincidiendo en algún bar de su pueblo, maqueado con su americana brillante, sus zapatos de punta, me preguntaba cómo quería ser glam con un jersey de lana y un gorro que llevaba porque era lo que mejor me quitaba el frío. Lo recuerdo con mucho cariño porque éramos los primeros grupos que pululamos por Pamplona en aquella época.
La historia nace en 1982 y desde entonces no deja de crecer. Mientras otras bandas desaparecen vosotros continuáis durante décadas. Sí, a veces con más acierto que otras pero nunca hemos dejado de trabajar. Siempre lo he visto como un oficio y he estado exigiéndome un nivel al que creo que debo llegar por respeto a la gente. Unas veces se ha llegado de una manera más sencilla, otras ha sido más complicado pero esa es la realidad de los grupos.
«Siempre hay personas que te sirven de anclaje al propio asfalto y de hombro donde tener ese bajadón cuando se apagan los focos y te quedas sólo. En mi caso ha sido Mamen. Llevamos juntos desde 1978. Hemos vivido muchísimas experiencias en la vida».
En el documental vemos a distintas personas importantes en tu vida como tu socia Mamen. Sí, como en la gran mayoría de situaciones de gente dedicada al mundo de la farándula, donde la luz no llega, siempre hay unas personas que te sirven de anclaje al propio asfalto y de hombro donde tener ese bajadón cuando se apagan los focos y te quedas solo. En mi caso ha sido Mamen. Llevamos juntos desde 1978. Hemos vivido muchísimas experiencias en la vida. Todo el desarrollo vital. Unas tan importantes como el nacimiento de los hijos y de los nietos y otras experiencias duras relacionadas con las épocas vividas. Somos personas normales y mucha gente ha tenido experiencias parecidas. Mi reconocimiento completo para ella.
En el documental afrontas momento difíciles como la relación con las drogas. Sí, a eso me refería. Entramos dentro de esa generación ignorante con respecto a las sustancias que vivía cada noche como si fuese la última. Siempre he sido más observador que protagonista de esas noches. A mi me daban cien mil vueltas muchos. Gente que se hizo dueña absoluta de las noches y yo observaba. Con el apoyo de Mamen, y ella con el mío, tuvimos claro qué era lo importante en nuestras vidas, esa familia que teníamos y que había que sacar adelante.
Tiene que ser difícil conciliar tu trabajo con la vida familiar. Las ausencias las cubres con la intensidad de los momentos. Sí, se necesita una comprensión hacia el oficio por lo que supone. Cuando tenías que grabar estabas un mes fuera de casa o si empezabas la gira estabas seis meses yendo y viniendo de manera continuada. Es importante que cuando estés, lo hagas de manera absoluta. He tenido la suerte de tener una buena maestra y a la vez fui buen alumno para aprender que, si un sábado estaba tocando delante de 10.000 personas y el domingo llegaba destrozado del viaje, ese lunes había que llevar al crío a la ikastola y no había ningún problema. Les he cambiado los pañales y si no les he dado pecho es porque no tenía leche pero si había que darle el biberón prefería hacerlo yo. Tampoco es que tenga mucho mérito, es lo que hace mucha gente, creo que es lo lógico.
En los ochenta llama la atención un mensaje feminista dentro de una banda de rock, algo que hoy parece muy común pero entonces no lo era tanto. Te decía antes que era observador en el tema de las sustancias más que partícipe. Con el tema del feminismo y otros temas también he sido observador que es la mejor manera de aprender. Hay que escuchar más que hablar. No es lo que uno se sienta, machista o no. Hay micromachismos que tengo que ir puliendo y tener bien presentes esos conceptos. No me siento feminista, el feminismo lo es todo. Sin feminismo no habrá ninguna revolución. El feminismo no puede ser racista, ni fascista. Nos tiene que enseñar a todos y a todas. Tenemos que escuchar a las mujeres que tenemos alrededor y ponernos a actuar.
También reivindicas el lado femenino. Siempre. A los machitos se les enseña que, o eres el número uno o eres una mierda. Yo siempre he sido del montón. He hecho lo que siempre me ha gustado, formar un grupo y hacer canciones con ellos en plan cooperativa. Eso me ha llevado al séptimo cielo. No sé si he llegado a ser el número uno, el segundo o lo que sea pero he hecho lo que me ha gustado siempre. No quiere decir que me pueda sentar en un sillón y me venga todo hecho. Tengo que seguir trabajando pero para mí es un placer. No hay puntuaciones para esto. No es ‘La Voz’ ni ‘Operación Triunfo’. Tienes que aportar lo que puedas.
En el documental vemos a otros artistas con los que has compartido imagino que muchas experiencias, tanto éxitos como fracasos: Fito, Kutxi Romero o Carlos Tarque. Sobre todo éxitos porque poderte dedicar a esta profesión es un éxito. La vida no se mide por éxitos y fracasos. Ellos están en su salsa cuando componen, van de bolos… Yo admiro sus trabajos. Unos me gustan más que otros como pasa con lo mio. Vivir de un oficio que te gusta no tiene precio. Los admiro por profesionales más que por si han tenido éxito o no. Hoy estás arriba y mañana estás abajo sin saber por qué.
«A los machitos se les enseña que, o eres el número uno o eres una mierda. Yo siempre he sido del montón. He hecho lo que siempre me ha gustado, formar un grupo y hacer canciones con ellos en plan cooperativa. Eso me ha llevado al séptimo cielo. Tengo que seguir trabajando pero para mí es un placer. No hay puntuaciones para esto. No es La Voz ni Operación Triunfo «.
En 2009 nace ‘La tierra está sorda’, un disco con un concepto que nos acerca a la memoria de los que perdieron la guerra. Es un disco especial por muchos aspectos. El primero por el propio trabajo. Estuve cuatro años en solitario pululando por el país en lugares relacionados con la memoria escuchando a personas relacionadas con el tema. He tenido la suerte de conocer a la gente que ha vivido la contienda, que han estado en campos de concentración, gente que ha estado en la guerrilla, gente que no vuelve a ver a su padre porque lo asesinan, mujeres que son violadas, torturadas, desterradas de sus pueblos y obligadas a mendigar. Son historias que pueden parecer de película de terror pero han pasado al lado de tu casa y a mil kilómetros. Esos cuatro años fueron una gran experiencia que me hicieron reconocer mi propia ignorancia sobre el tema.
De cara al grupo estoy totalmente solo en el proyecto y lo defiendo a muerte. Supone la llegada de un disco de Barricada que la gente no destaca por lo bien que suena sino por las buenas canciones que tiene. La gente vuelve a aprenderse las letras, algo que no sucedía desde que grabamos ‘La Araña’ en 1992. Fueron quince años muy complicados porque nadie se fijaba en las canciones. Horas dedicadas a cada disco que la gente no valoraba porque no les sorprendía. Para mi, un artista que deja de sorprender se lo tiene que plantear. En ese aspecto fue una revolución.
En el grupo teníamos un momento muy crítico que debíamos haber hablado. El grupo decidió echarme sin decirme nada. Me enteré de que tenían un nuevo bajista y de que estaban preparando un nuevo disco sin hablar conmigo. Me pareció muy cobarde. ‘La tierra está sorda’ me parece el último disco de Barricada porque, para mí, a partir de allí es otra cosa. Es también la última gira que hicimos juntos y que pone a Barricada de nuevo en el candelero.
Comenzamos de nuevo a llenar pabellones y fue económicamente bien para todos. Pero para mi lo más importante fue reconocer mi propia ignorancia. Es un tema que no he dejado. Con Barricada hicimos un acústico en institutos, que era algo nuevo. El segundo paso de el proyecto. El tercer paso era teatralizar las canciones y versionarlas, que lo hago con el grupo con el que estoy ahora con el nombre ‘Sombras que la luz grita’. El cuarto y último paso era hacer una especie de documental casero en lugares dedicados a la memoria histórica como pueden ser campos de concentración, lugares donde hay fosas comunes… para que la gente vea que puede recuperar su propia memoria. Este paso se me ha quedado parado porque no es lo mismo lo que te propones que lo que acabas haciendo.
Recuerdo un concierto de la gira en la que empezabais tocando el disco completo y luego tocabais los temas que la gente que ha crecido con vosotros espera. No sé si mostraba la división del grupo. Hasta ‘Acción directa’ tocábamos todas las canciones del disco en directo. Después la gente pedía repetir canciones y es algo con lo que nunca he podido. Entiendo que mi forma de ver los repertorios es especial pero siempre he querido tocar todas las canciones de cada disco, romperme la cara por cada una de ellas. Veía una dejadez en ese aspecto pero con ‘La tierra está sorda’ me veía fuerte para proponer que teníamos que hacer ese espectáculo: el disco completo y una segunda parte con las canciones que la gente conoce de siempre. Una parte más reflexiva y otra más divertida. Eso te da pie a hacer un espectáculo de tres horas que podía llegar a la gente de otra manera. Es algo que siempre me ha preocupado, que la gente deja un dinero por verte y le tienes que compensar. Funcionó bien aunque podía haber sido una hostia gorda, igual que el disco. El tema no es acertar o no sino hacer lo que crees.
Se le ha dado vueltas a si el disco fue el disco de la ruptura pero no es así. Los problemas venían de lejos. A Barricada le faltó hablar seriamente como banda. También se ha hablado que si la razón fue Txarrena pero es otra chorrada. Ningún trabajo me ha llevado a abandonar una banda tal como yo la entendía.
Con Internet el modo de consumir música cambia. Frente a las ventas de CDs o vinilos, los grupos tiene que salir a tocar y surgen asociaciones de grupos para hacer un espectáculo común como en tu caso con Rosendo y Tahures Zurdos. ¿Cómo vives esta cambio en el paradigma de la música? Para mí todo son excusas para darle vueltas a la cabeza. Más que un handicap supone un refresco mental. Tienes que ponerte las pilas para probar otras fórmula. Con las giras pasa lo mismo que con los discos, puedes acertar o no. Nosotros con la gira ‘Otra noche sin dormir’ no acertamos. Se nos fue de las manos. Podía haber sido todo más sencillo, como nosotros mismos, con un montaje más acorde a los tiempos. Era la primera vez que hacíamos algo así y pagamos el pato. Si hoy me lo plantease haría algo bastante más sencillo.
Formas una nueva banda que te ayuda a reinventarte y comienza una nueva etapa en tu carrera. Tenía gran parte de las canciones que formaron el segundo disco de Txarrena, ‘Azulejo frío’ ya compuesto. Después de un trabajo tan denso como ‘La tierra está sorda’ me apetecía algo más ligero. Con el primer disco de Txarrena solo hicimos cuatro o cinco bolos porque con Barricada no parábamos. Aunque tuvo repercusión, el primer año se vendieron 40.000 copias, no se había llevado al directo. Pensé que era una buena ocasión, con las nuevas canciones que tenía compuestas, grabar un disco con la temática de la noche de fondo y hacer una gira por salas y festivales con el repertorio de los dos discos.
Me apetecía mucho tocar con Brigi a la batería. Le conocía desde que era pequeño y era una gloria ver a ese crío golpeando la batería. Me apetecía estar con él en un proyecto y me pareció la mejor excusa. Con ‘El Flako’ ya había tocado en una ocasión y tenía claro quién iba a ser el bajista. A Txus lo vi tocando en un espectáculo en el que colaboraba y flipé con cómo tocaba la guitarra. Le entré, me dijo que sí y empezamos a preparar los cuatro ese disco, ‘Azulejo frío’. Allí comienza una relación que continúa hasta hoy. Llevamos más de diez años juntos y no puedo entender a la banda que se llama ‘El Drogas’ sin pensar en ellos. Yo propongo algo y ellos lo hacen más grande. Se me facilita la historia porque no vas con miedo a proponer algo si no que tienes que ir con cuidado con lo que les dices porque enseguida lo hacen enorme.
Incluso la forma de salir a tocar tiene que ver con Brigi. Él me decía que tenía que ir de un modo diferente a como lo hacía en Barricada y de allí viene por qué salgo trajeado.
«Nos quitan derechos y libertades y sonreímos».
Con el concierto en Pamplona ‘Un día nada más’ hay un reconocimiento a tu figura y trayectoria por parte de grandes artistas de distintas generaciones. Fue muy bonito. Quería hacer un fin de gira de ‘Demasiado tonto en la corteza’. Me gusta montar follones y me pareció que el jardín de La Ciudadela de Pamplona era un sitio precioso para hacer algo especial.
Con la banda no solo estoy haciendo el formato festivalero, sino que montamos un formato rhythm and blues, con coristas y teclas. En los últimos tiempos también con vientos, con nueve músicos. Tenemos el formato teatral que te contaba, ‘Sombras que la luz grita’, una historia muy emotiva. Salíamos vestidos de época y en el escenario había sacos formando barricadas, reclinatorios con la cruz… una escenografía muy concreta en la que las canciones estaban teatralizadas. También está el formato punkarra de los cuatro y un último formato en el que yo iba recibiendo a la gente tocando solo el piano.
Son distintos formatos, cinco en total, que fuimos probando en la gira y que quería hacer en el concierto, todos juntos. Empezamos la historia a las siete de la tarde y acabamos a las dos de la mañana con el último formato. Para el formato de rhythm and blues y más punkarra invité a artistas a los que admiro y quiero. Algunos tenían bolo ese día y aparecieron los que pudieron. Para mi fue apabullante la respuesta. Acabar la última canción bajando por la rampa y ver en media luna puestos abajo a todos los invitados y las invitadas aplaudiendo fue muy emocionante y no pude resistir las lágrimas. No me puedo quejar de la respuesta del público ni de los compañeros.
Parece que vives un momento de incontinencia creativa. Tu último trabajo son cinco discos a la vez. Sí. Para preparar el disco de ‘Latidos y mordiscos’ con Barricada en directo en el teatro Gayarre ya estaba con el tema coristas. En un bareto conocí al trío de Las Zingaras que hacían una maravilla de versiones con la voz. Me gustó mucho y le propuse al grupo hacer versiones con ese punto de rhythm and blues. No quería que Barricada se definiese como un grupo que solo hace un tipo de música concreto. Eso es lo que me sigue pasando. Disfruto con muchos formatos. Al principio tenía en mente hacer cuatro discos pero vi que tenía material para hacer un quinto que es una especie de cajón desastre. En el resto tenía muy claro el tipo de ambientación pero las canciones de ese quinto disco me gustaba que fuesen así. Después la producción y la ambientación musical con diferentes personas hace que, si tenías una chispa, se conviertan en un incendio, que es lo que me gusta, quemar.
Da la sensación que las nuevas generaciones se acercan hacia ti en esta nueva etapa. Bueno, tampoco tan nueva porque hay algo que no cambia. Es mi puñetero timbre de voz. Yo no tengo muchos registros. Simplemente juego con él de manera cómplice conmigo mismo. Da igual que toque una canción del nuevo disco que ‘No hay tregua’. Las canciones toman conciencia de que tienen que ser canciones del presente, aunque estén hecha hoy o en 1984. Al final es el público el que hace que tengan sentido.
El documental se cierra con el reencuentro con ‘Boni’ tras su cáncer de laringe. Un cierre que entiendo que ha sido difícil y emocionante para todos vosotros. Para mí ha sido muy emocionante y va mucho más allá de lo que haya podido pasar con Barricada. Es una relación humana que había que recuperar de alguna manera. Tenemos que agradecer a nuestras socias, Isabel y Mamen, que hiciesen posible ese encuentro en el camerino de Rosendo. Nos dimos un abrazo, nos pusimos a llorar y nos dejaron un cuarto en el que hablar los cuatro solos. Después fuimos juntos a ver el concierto de Rosendo. Es un momento que no se me olvidará en la vida. Los dos teníamos la necesidad de cerrar ese círculo de manera humana.
¿Crees que podíais volver a compartir un escenario? Por mi parte sería lo que más me gustaría. Sin objetivos ni nada. Compartir unos acordes con él, aunque fuese en la bajera donde ensayo, me encantaría. Pero es la vida y su presente lo que tenemos que ir viendo.
Imagino que para la grabación del documental habrá habido mucho tiempo de convivencia. Hemos pasado muchas horas juntos y juntas pero son gente tan sencilla que nos lo han puesto muy fácil. La visión de Natxo ha hecho posible que lo llevemos bien aunque han sido tres años de trabajo, entrevistas y rodaje. Hemos tenido paciencia unos con otros.
¿Qué te ha parecido el documental? Es la visión de Natxo y me ha gustado el punto. Lo disfrutas cuando ves que lo importante no es el personaje, sino las épocas que muestra. Me parece muy interesante porque mucha gente va a recordar momentos vividos a través de las secuencias.
« El documental es la visión de Natxo y me ha gustado el punto. Lo disfrutas cuando ves que lo importante no es el personaje, sino las épocas que muestra. Me parece muy interesante porque mucha gente va a recordar momentos vividos a través de las secuencias».
Hemos podido conocer también cómo has convivido con el alzheimer de tu madre. Es algo común a mucha gente. Mi madre muere el 2 de abril, que es el día en el que más gente murió en las residencias. Parece que han pasado cosas y allí se quedan y no. Tenemos que escuchar a esta gente que está viviendo experiencias durísimas. No solo con el alzheimer. También recuerdo lo que me pasó con Motxila 21, con gente que tiene síndrome de Down. Tenemos que integrarnos en su historia. No que les integremos, sino que les sepamos entender. La vida en comunidad funciona mejor si tenemos empatía. Tenemos dos orejas y una sola boca pero preferimos hablar el doble de lo que escuchamos. Hay que ver los problemas de la gente que tenemos que tener cerca. La gente que viene en pateras por ejemplo. A nosotros una ola en la orilla ya nos da miedo. Hay que ponerse en situación de cómo es estar 100 metros dentro del mar, un kilómetro mar adentro con toneladas de peso de agua. En lugar de mejorar eso y tantas situaciones iguales o peores damos voz a los imbéciles, llámense Vox, PP o Ciudadanos.
Utilizas tu voz para mostrar esas situaciones muchas veces difíciles de digerir. Son incómodos para los ignorantes que prefieren ir con la sonrisa del idiota. Nos quitan derechos, libertades y sonreímos. Tenemos que aprender de los demás y dar la vuelta a los que quieren que nos peguemos unos con otros.
¿Cómo has vivido el confinamiento? Creativamente he estado muy activo. Confinado me he escrito un libro de casi 300 páginas. He compuesto con piano, guitarra y voz cuatro canciones y una vez que comenzamos a ensayar ha sido interesante.
Pero me apetece rodar con todo el equipo, con los técnicos… han salido muy pocos bolos, solo dos este verano, con todas las medidas que hay que adoptar. Es de agradecer al público y a los organizadores de estos eventos que sigan apostando por la música y los espectáculos. No soy muy de ministros pero estaría bien que se pasaran para ver cómo se organizan estos eventos. Es la hostia lo respetuoso que es el público con todo lo que se pide. Por otra parte, es un desastre lo que está pasando con los técnicos. Son trabajadores de temporada y se han cortado de lleno todos los eventos. Es importante que todo el sector nos mantengamos unido y nos apoyemos. Texto de Kike Infame.