Lois Patiño. Fascinantes (Sub)mundos gallegos.
Si con su primera película, ‘Costa da Morte’, el artista vigués Lois Patiño consiguió posicionarse como un talento emergente del nuevo cine gallego, con la segunda, ‘Lúa vermella’–donde vuelve a sugerir aspectos desconocidos de su tierra natal- participó en el festival de Berlín y triunfó en la sección Zonazine del último certamen malagueño.
En ‘Lúa vermella’ aparecen figuras estáticas, tableaux vivants, interiores industriales… ¿hay en todo ello referencias pictóricas? Siempre me ha interesado el lado plástico y conceptual del cine y al reflexionar sobre la contemplación y el paisaje, lo pictórico aparecía. Mis referentes fueron Hopper, Hammershoi y ‘El Ángelus’ de Millet, al que rindo homenaje; este cuadro sintetizaba el tono emocional que quería transmitir: comunión espiritual entre las personas y el paisaje, introspección y meditación, proceso de duelo… Pero al trabajar con figuras inmóviles también tenía referentes escultóricos: Juan Muñoz y Antony Gormley.
Hay más diálogo, susurros y hasta canciones respecto a tu primer filme, esa oralidad le otorga una estructura más narrativa al filme. Al ser una película desprovista de acción, por la incapacidad de moverse de los personajes, el relato debía construirse desde la voz. Me interesa la identidad gallega relacionada con el imaginario fantástico, y la forma indefinida del relato legendario. Por ejemplo, si tomamos el relato de la Santa Compaña, según se transmite por una zona o por otra, adopta diferentes formas: procesión de fantasmas que vienen a avisar al próximo vecino que va a fallecer, un vivo que tiene que guiar cada noche a los fantasmas desde el cementerio hasta el más allá, o espíritus de fantasmas que se han quedado atrapados en el limbo. Todo el imaginario gallego vinculado a la muerte fue estudiado por el antropólogo Carmelo Lisón Tolosana: sus escritos nos han servido para la construcción del guion. También nos hemos valido de las entrevistas que realizamos en la Costa da morte sobre la vigencia de estas creencias. Y, para desviar el relato hacia una leyenda de terror, me sumergí en el universo de Lovecraft.
Ahora tu cámara se acerca más a los personajes. Yo vengo de un cine contemplativo, centrado en la mirada, en la duración, en la distancia y en el paisaje. Sin perder esto, aquí buscaba explorar también elementos novedosos para mí: la construcción de un relato legendario, la introducción de personajes de ficción, la puesta en escena… ‘Costa da Morte’ cerraba una etapa de exploración de la distancia en el paisaje; ‘Lúa vermella’ viene a hacer algo similar con respecto a la inmovilidad. Mis últimos cortos ya exploraban las posibilidades expresivas de contemplar figuras paralizadas en el paisaje. Como toda película, ‘Lúa vermella’ concluye unas búsquedas y abre otras. El rostro, el relato, lo invisible, lo táctil… son elementos en los que quiero profundizar y extraer nuevas posibilidades expresivas. En esta película, la aproximación al rostro era desde la noción del tiempo interior: son rostros ensimismados. Todos los personajes están cabizbajos y con la mirada perdida: ausentes del mundo y sumidos en su mundo interior. La distancia que exploré en ‘Costa da Morte’ venía a expresar la disolución del hombre en el paisaje: en la lejanía la persona desaparecía, pasando a formar parte del todo paisajístico. En esta etapa de exploración de la inmovilidad, la idea base es la misma: subrayar una unión con el Todo. Texto de Alfonso Rivera.