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Edificio Portaaviones/ Rehabilitación de la lonja de Donostia. La caja mágica.

Arquitect

El proyecto original era del ingeniero Luis Tolosa Amilibia del año 1943 y responde a uno de los primeros edificios en hormigón junto con el cercano y emblemático Real Club Naútico de Aizpurúa y Labayen, como representantes del Movimiento Moderno en Gipuzkoa.
El edificio servía de almacén de cajas de pescado, daba cobijo a la actividad de la lonja, y su cubierta era empleada como secadero de redes, en su origen, estaba formado por 3 módulos de 3 pórticos longitudinales de hormigón armado, paralelos a la línea de atraque del muelle, y una cubierta formada por una losa de hormigón armado con vuelos en su perímetro. Más tarde se interviene en el año 1988 para ejecutar una entreplanta y unos accesos a la cubierta.
Se trata en definitiva de dos operaciones en una, esto es, por un lado eliminar todo aquello que resulta ser impostado a lo largo del tiempo, recuperando el protagonismo de la estructura y la cubierta plana como esencia del edificio, para, en un segundo paso, resolver un nuevo programa de necesidades, lo que se consigue con una serie de volúmenes que rememoran las cajas de pescado que originariamente se cobijaban bajo la cubierta, todo esto apoyado por lo fragmentado de su uso, tanto para la permanente actividad pesquera, concesión a la Organización de Productores de Pesca de Bajura, como las vinculadas al servicio de Euskal Kirol Portuak.
Precisamente es esta diversidad del programa la que posibilita la separación en los extremos de zonas más opacas para presentar una zona central abierta y acristalada que permite las vistas pasantes y que se piensa como un espacio abierto de plaza pública o lonja de pescado como en origen. Escogiendo, para su acceso, esa parte central que es precisamente la que se ve reforzada por un mayor vuelo de la cubierta original.
Su revestimiento en las partes opacas de la envolvente es de piezas cerámicas de gres porcelánico con relieve en seis tonos de blanco, se inspira en las plaquetas cerámicas presentes en las edificaciones que dan al puerto, siempre dentro del lenguaje propio del revestimiento de casa de pescadores. Aportan efectos cromáticos diversos y un rico patrón de sombras y se unen conceptualmente a las corrientes de relecturas concretas de los materiales tradicionales como, por ejemplo, podemos ver en la obra del arquitecto japonés Keno Kuma en cuanto a la propia cerámica, la madera, la piedra, etc.
La pena es que no se haya podido conseguir el efecto deseado, que se puede apreciar en la imagen original del equipo de arquitectos, con unos colores en gamas verdeazuladas en franjas mucho más apropiados a mi modo de ver. En todo caso, sí que se consigue ese efecto de las ondas de las olas marinas al morir en la arena.
Se ha considerado para su mayor eficiencia energética el aprovechamiento de un sistema de hidrotermía mediante el cambio térmico con el agua del mar.
La firma Vaumm Architects recupera, como no puede ser de otra forma, su puesto en la escena arquitectónica internacional, que adquiriera con el Basque Culinary Center años atrás. Texto de Leonardo Ignacio González Ferreras. Foto de Vaumm Architects.

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