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March 29, 2024

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INCREMENTUN. O la odisea de pedir un aumento de sueldo

INCREMENTUN. O la odisea de pedir un aumento de sueldo

Entrevista con Sergio Peris-Mencheta respondida por mail desde Madrid.

INCREMENTUN.
O la odisea de pedir un aumento de sueldo

‘Incrementum’, con Lorena Berdún, Rebeca Ledesma, Ainhoa Aldanondo, Eva Egido, María Isasi y Marta Aledo, se representa el 15 de mayo en el Teatro Jesús Ibáñez de Matauco de Vitoria-Gasteiz (ciclo JIM Aktual) y al día siguiente en el Teatro Barakaldo. Entradas en ticket.kutxabank.es

El año pasado marco el salto definitivo de Sergio Peris-Mencheta de actor popular a consagrado director teatral. Sus trabajos al frente de ‘Tempestad’ y ‘Un trozo invisible de este mundo’ le convirtieron en un director de escena reconocido. Ahora, recupera la pieza que adaptó y dirigió en 2012 para traerla a Euskadi por primera vez. ‘Incrementum’ aborda las miseriasdel mundo laboral con realismo y humor.

Aunque antes pudiera ser más conocido como actor en cine y TV, Sergio Peris-Mencheta se ha empeñado siempre en no dejar de lado su faceta de director de teatro. Lo intentó en hasta 6 ocasiones antes de cumplir los 30 (ahora tiene 40), pero “llegó un momento en que decidí dejar de arruinarme haciendo algo que no me daba de comer por más que me gustara”. Por eso en 2005 se centró “en actuar, que era el regalo que me estaba dando la vida entonces”. Pero el tiempo fue pasando y el gusanillo de la dirección escénica, no. Hace un par de años volvía a intentarlo, y esta vez no solo dirigiendo, también encargándose de la adaptación del texto ‘Incrementum’, del francés Georges Perec. Sería el preámbulo de su renacimiento como director de escena, al que seguirían en 2013 el texto de Juan Diego Botto ‘Un trozo invisible de este mundo’ y la versión de ‘La Tempestad’ de Shakespeare que él llamó solo ‘Tempestad’. Con ambas lograría el Premio Ceres al Mejor Director en el Festival de Mérida del pasado verano.

Consagrado por tanto en la dirección, trae ahora a Euskadi ‘Incrementum’, obra que nació en 2012 “solo por la necesidad de contar algo, de reunirme con actores y navegar juntos un rato”, explica. Su creación fue “un proceso relajado, divertido…Cuando dirijo, nunca pienso que esté trabajando; siento que estoy en el recreo. Cuando actúas no ves más allá de la construcción de tu personaje y te cuesta confiar en lo que te dicen desde fuera. Actuando pocas veces volé. Dirigiendo no paro de volar”, revela. Y añade: “Creo que esto tiene que ver con el concepto que tenemos sobre el actor/intérprete: rara vez se le deja participar en el proceso creativo”.

‘Incrementum’ aborda un tema actual: un empleado decide pedir un aumento de sueldo. Con los tiempos que corren, ¿no es un insolente atrevimiento? “Sí, porque obtenerlo es ciencia ficción. Creo que ‘Incrementum’ dispara directo a la yugular de nuestro hoy”. ¿Y qué hacemos entonces, callar y aguantar? “Creo que la madre del cordero es que nos hemos adaptado tan bien al sistema que ahora no tenemos herramientas para hacerle frente”. Y va más allá: “Nos han vendido que hay que perseguir el éxito, que es sinónimo de buscar la felicidad fuera de uno. Ese es el software que nos han instalado. Y además, nos han metido en casa un actualizador de ese software: la TV”. Para Sergio, si pasamos la vida persiguiendo algo que está fuera, solo pueden pasar dos cosas: “que no se consiga y se envejezca frustrado; o que se consiga y la vida deje de tener sentido porque ya no hay nada que perseguir”, resume categórico. “Empecemos por apagar la tele… No sé… Digo yo”, propone.

De acuerdo, apagaremos la TV e iremos al teatro. Danos algún aperitivo más de lo que encontraremos: “El texto es una partitura rítmica que va in crescendo, de ahí lo de ‘Incrementum’. No sólo buscamos que el espectador pase un buen rato, también que reflexione, que se plantee si está escuchando a su corazón y sus tripas, o solo está siguiendo el dictado de sus ideas, que es donde se implanta el dichoso software”. Porque aunque ‘Incrementum’ se centre en el mundo empresarial, es “una caricatura de la vida en los países desarrollados. Cualquiera puede disfrutarla. Pero la gente que trabaja en oficinas, especialmente, se meará de risa… Y de pena”, concluye.

Texto de Silvia Andrés y Germán Castañeda.
Fotografía de Antonio Vicente.

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