Mi último baile. El origen del 25-N.
Hablamos con la directora Getari Etxegarai -realizadora y actriz que ha participado en ‘Lur’, ‘Simplicissimus’ o ‘Erlauntza’- sobre esta obra de la Compañía Joven de Pabellón 6 que podrá verse en el Arriaga y que sirve de homenaje a Las Mariposas, hermanas de la República Dominicana que se convirtieron en símbolos contra la violencia de género.
Es bien conocido que el 25-N es el día contra la violencia de género pero ¿crees que la historia de Las Mariposas es menos conocida? ¿Es eso lo que os llevó a hacer la obra?
Totalmente. Nos pusimos a indagar en por qué se celebraba el 25-N y llegamos a esta historia. Quisimos hacerles un homenaje en el que hay partes de realidad y parte de ficción.
‘Mi último baile’ es mitad realidad, mitad ficción.
Las hemos sacado de contexto, de época…hemos apañado la historia para que pudiera haber más personajes involucrados. Queríamos darle una vuelta de tuerca, meter a la familia por medio. Los nombres no son reales, el apellido tampoco, el lugar es ficticio, no existe. No se habla de ninguna fecha o ninguna época concreta. En el vestuario y en la música sí nos hemos basado un poco en los años cincuenta, el Lindy Hop, pero también se las ve muy estancadas en el tiempo por la dictadura. Así que podrían ser los ochenta en lugar que se hubiera quedado anclado en el pasado.
¿Qué mensaje puede extraer el público actual de esta obra?
Primero que se sepa por qué se celebra el día de la violencia contra las mujeres en esa fecha y después que se conozca la historia de ellas, de las hermanas Mirabal, que en nuestro caso son Miraflores. Y luego, el mensaje es súper claro: cómo hay mujeres que luchan un montón, tanto como cualquier hombre, pero luego no existen, desaparecen del mapa y se dejan las vidas literalmente.
En las obras de la Compañía Joven de P6 se habla de dramaturgia colectiva. ¿En qué medida es la obra colaborativa?
Mi propuesta como directora fue que la obra la escribieran los chicos de la compañía joven bajo mi supervisión. Así que nos tiramos como dos meses y medio o tres meses escribiéndola entre todos. Fue un poco caótico porque no es nada fácil escribir una obra entre nueve personas pero salió lo que se vio en su día y se va a volver a ver en el Arriaga.
Jule Goikoetxea se encarga de la documentación y tú del vestuario.
Jule es una máquina y nos habló del feminismo de un tiempo a esta parte. Empezamos hablando del sufragio en Estados Unidos hasta ahora y de ahí fuimos sacando pildoritas. Patxo Telleria también nos echó una mano dándonos un curso de dramaturgia. Yo ya había hecho vestuario en alguna obra y me encargué un poco de eso, también con la colaboración de la compañía joven. La música la han creado ellos también.
¿Qué hay de la escenografía?
Tiene bastante enjundia. Funciona todo el rato a través de flashbacks. Una de las hermanas, la única que sobrevivió, está en una residencia y desde ahí nos cuenta la historia. La propia residencia sirve para representar varios sitios: una botica, una casa y una especie de chabola en el monte. Con la iluminación y demás lo hemos conseguido. También tenemos un ventanal gigante en el que jugamos a proyectar sombras.
Tienes una larga experiencia como actriz aunque también llevas un tiempo como directora. ¿Surgió tu interés por la dirección de manera natural a partir de la interpretación?
Yo llevo quince años dando clases de teatro y dirigiendo a niños y a un grupo amateur y a la vez trabajando como actriz. De repente me propusieron dirigir una obra teatral y pensé que era capaz. A partir de ahí me empezaron a llamar y a contar conmigo. No hay muchas mujeres directoras y ahora está en auge visibilizarlas. En mi profesión es muy importante hacer muchas cosas si quieres vivir de ella.
Texto de Roberto González.