El Príncipe. El beso del efebo araña.
‘El príncipe’ pasó con éxito por los festivales de Venecia y San Sebastián. Ambientada en una cárcel, donde reina la libertad (homo) sexual, retrata las luchas de poder entre bandas rivales. Hablamos con su director, el chileno Sebastián Muñoz Costa del Río.
¿Has sido fiel a la novela original de Mario Cruz o te has permitido licencias en la adaptación? El guion trabaja la estructura dramática original de la novela, y mantiene el deseo como estado consciente de los personajes. También la crudeza y la violencia del contexto carcelario. Mi propuesta consistió en darle cotidianidad a los personajes dentro de la prisión y trabajar los afectos entre estos hombres solos y encerrados, y darle el contexto social y cultural de Chile entre 1969-1970. La relación del Príncipe y Potro está marcada por la ausencia paterna que sufre el protagonista, que crea en Potro un ser fuerte pero con una mirada poética que envuelve esta relación.
¿Qué te animó a llevar esa novela a la pantalla? El hecho de que los hombres se necesitan solo porque están encerrados genera para mí lo más importante que necesita el ser humano, que es amar y ser amado, más allá del género.
Chile está ahora mismo revuelto social y políticamente, pero ¿cómo está el cine allí: goza de buena salud? En estos momentos estamos luchando por el NO al recorte en los presupuestos de los fondos culturales, pues sabemos que se hará la mitad de la producción de telefilms, documentales, cortometrajes y largometrajes, ya que los fondos para este año fueron reducidos. Lo que no significa que los artistas dejemos de crear y buscar la manera de producir nuestros discursos, ya que siempre nos ha costado: nunca fue fácil.
¿Es la sociedad chilena tolerante y abierta con la homosexualidad? No, es solo una fachada: ayer mismo se eligió un ministro de estado homofóbico; nos siguen matando al igual que a las mujeres de este país.
¿Qué referentes cinematográficos has manejado en ‘El príncipe’: Fassbinder, Gean Genet, Pasolini, ‘El beso de la mujer araña’, ‘El expreso de medianoche’…? Como referente, me inspiré en el ‘Decálogo’, de Krzysztof Kieslowski, ya que me gustan las historias con personajes simples pero llenos de conflictos internos, mundos privados, repletos de particularidades, la cotidianidad, mentes básicas pero llenas de coraje. Sí revisé ‘El expreso de medianoche’, ‘El beso de la mujer araña’ y ‘Un poeta’ (película francesa que me ayudó a construir el personaje de Potro).
¿Qué importancia tienen la música y las canciones en la película? Son la atmósfera interna del Príncipe, sus movimientos, su mirada: su mente y su actitud toman sentido con cada canción en la película, al igual que la estremecedora música incidental en la que trabajamos a base de cuerdas.
La lucha por el poder es una constante en la humanidad ¿va implícita en el adn del ser humano… o del animal? Yo creo que del animal, y cada día el ser humano se ha puesto más animal.
¿Qué te ha dicho el público en los coloquios en los festivales de Venecia y San Sebastián? Que es una película emocionante, dura, con un arco dramático fantástico del Príncipe, escenas llenas de cinematografía y con una puesta en escena que contrasta con lo brutal de la historia. Un viaje lleno de afectos que te remece el alma. Lo más sensible es ver a mujeres adultas llorando tras la función. Texto de Alfonso Rivera.