Un pingüino en mi ascensor. Lo de siempre pero ahora
Entrevista respondida por correo electrónico desde Madrid
UN PINGÜINO EN MI ASCENSOR.
Lo de siempre pero ahora
‘Sex & Dugs & Nasal pop’ se editará a finales de abril en formato físico y digital. Un pingüino en mi ascensor actuará el 11 de abril en el Escenario Santander con Aviador Dro (entradas en ticketea.com. 15 anticipada, 18 en taquilla) y el 12 de abril en La Nube (Caserío Landaburu, 4. Bilbao) Entradas: 10 euros anticipada, 13 en taquilla.
Veinticinco años después de su exitoso ‘Disfrutando de las desgracias ajenas’ lanzan nuevo disco gracias al crowfunding, un método de financiación que en sus años de esplendor no hubieran podido ni imaginar. En 60 horas consiguieron alcanzar su objetivo y dos meses después conseguían el apoyo de 460 mecenas y mucho más dinero del que esperaban para producir y masterizar ‘Sex & Dugs & Nasal pop’.
Lograsteis cubrir lo que pedíais por crowdfunding para el nuevo disco en poco más de 48 horas; y 60 días después llegasteis a sacar el 270% de ello. ¿Os consideráis un ‘grupo de culto’? Esto de grupo de culto siempre nos hace mucha gracia. Lo cierto es que en los 80 éramos una especie de cosa rara en medio de la nada: demasiado indies para los pijos y demasiado pijos para los indies. Pero si es cierto que hoy nos reivindica mucha gente. Supongo que eso es en parte porque siempre hemos hecho un poco lo que nos daba la gana.
¿Por qué recurristeis al crowdfunding? ¿Qué os parece el modelo? A nosotros nos ha encantado. Creo que es perfecto para un proyecto como el nuestro. Somos una banda con una pequeña base de seguidores. Demasiado pequeña para interesar a una compañía pero lo suficientemente grande para juntar la gente necesaria para financiar la autoproducción de un disco.
¿Se puede vivir de la música con las implicaciones que tiene eso de ser grupo de culto? Creo que es bastante complicado. Y por otro lado, creo que no vivir de ello tiene grandes ventajas. Para empezar, el entusiasmo con el que sigues viviéndolo. Para nosotros la música nunca se convierte en rutina. Además eres mucho más libre para hacer lo que quieras. Nosotros no tenemos reuniones de marketing para decidir qué canción es mejor single o en qué medio nos interesa más salir. Y por último te da una amplitud de miras mucho mayor. Cuando vives exclusivamente de la música, tienes el riesgo de estrechar demasiado el universo que te sirve de inspiración.
“Cuando vives exclusivamente de la música, tienes el riesgo de estrechar demasiado el universo que te sirve de inspiración”
Llevábamos 10 años sin material nuevo vuestro, ¿qué habéis estado haciendo en esta década? Como no vivimos de la música, no tenemos todo el tiempo que quisiéramos para ella. Aún así, hemos actuado muchísimo, una media de 20 o 25 bolos por año, sin parar. Y hemos estado componiendo las canciones para el disco, sin prisa pero sin pausa.
¿Y qué nos espera en el nuevo disco, ‘Sex & Dugs & Nasal pop’? 12 nuevas canciones. Mucho pop. Letras irónicas. No hay grandes cambios. Siempre me ha gustado mucho una frase de los Eames, los grandes arquitectos y diseñadores americanos, que decían que había que innovar sólo como último recurso. Nosotros innovamos en los temas que tocamos, pero el estilo y la filosofía a la hora de hacer música sigue siendo la que hemos mantenido siempre.
Las letras ingeniosas, divertidas, elocuentes, socarronas son vuestra gran seña de identidad. ¿Estáis de acuerdo? ¿Qué cosas, acontecimientos, personas, sentimientos… os inspiran para crear una nueva canción hoy en día? El mundo sigue siendo una fuente inagotabe de inspiración, aunque la mayoría de los temas que tocamos son intemporales. ‘Las greñas de Bob’ es una canción sobre todo lo que encontraron entre las rastas de Bob Marley cuando murió; ‘En ocasiones veo gaiteros’ es una reflexión sobre el pavor que nos producen los gaiteros y ‘La venganza de Miss Melilla’ es una historia ficticia sobre como Miss de Melilla, aquella jovencita que fue humillada en una gala de Miss España por el embajador de Rusia, que formaba parte del jurado, se venga de él.
¿Cómo serán estos directos de esta gira? ¿Alguna sorpresa que se pueda desvelar? Incluiremos poco a poco algunas de las canciones del nuevo disco en el repertorio, pero la parte fuerte seguirán siendo los clásicos, con especial énfasis este año en los temas del ‘Disfrutar de las desgracias ajenas’. También hacemos desde los 90 lo que llamamos la Obra social de Un pingüino en mi ascensor, versiones con la letra cambiada de canciones de los 80.
Y después del concierto en Bilbao, fiestón de los 80. ¿Qué fueron los 80 para vosotros? ¿Qué queda de ellos? Una época apasionante. Muy, muy divertida. No soy especialmente nostálgico, pero fueron grandes años.
Ya habréis respondido mil y una veces, pero… ¿Por qué ese nombre para el grupo? ¿A quién se le ocurrió? ¿Os seguís sintiendo identificados con él casi 3 décadas después? Yo siempre soñé con estar en un grupo, pero los amigos del colegio con los que decidí montarlo al final no le pusieron demasiado interés, así que decidí lanzarme yo sólo. Y cuando tuve que presentar mi primera maqueta, decidí que quería tener nombre de grupo, o al menos un nombre de algo que no se supiera muy bien que era. Así salió Un pingüino en mi ascensor.