Exposición Marc Chagall. Ensoñaciones.
El Museo Guggenheim de Bilbao alberga hasta el próximo 2 de septiembre la exposición de uno de los artistas contemporáneos más importantes del siglo XX. ‘Chagall. Los años decisivos, 1911-1919’, más de 80 pinturas y dibujos realizados por el artista ruso en esos años. Hablamos con la comisaria de la exposición, Lucía Aguirre.
¿Cómo surge esta exposición? Pensábamos que, con el depósito tan grande de obras de Chagall que tiene el Museo Guggenheim de Nueva York, teníamos una buena oportunidad para hacer una exposición de uno de los grandes artistas contemporáneos del siglo XX. Además, era una oportunidad fantástica para que el público se acercara, aún más, a la peculiar y maravillosa producción del pintor; sobre todo en esos años tan importantes, decisivos, en la trayectoria tanto personal como profesional del mismo.
La exposición se centra en 8 años, los años decisivos de 1911 a 1919 de Chagall. Sí, en esta exposición reunimos más de 80 pinturas y dibujos realizados por Chagall durante ese período cuando se traslada a París. Un número muy elevado de obras si tenemos en cuenta lo reducido de la franja temporal que abarca esta exposición.
Chagall nace en el seno de una familia judía en una pequeña ciudad de la entonces Rusia de los zares, ¿cómo es su recorrido vital y profesional hasta llegar en 1911 a París? En el entorno en el que nace, hay limitaciones en los derechos de las comunidades judías por parte de los zares. Les marginan en guetos y les privan de esos derechos, entre ellos, el poder acceder al arte o a la cultura. Es el empeño de su madre lo que consigue que Chagall pueda ir a la escuela rusa, estudiar arte en su ciudad y, más tarde, trasladarse a San Petersburgo, donde solo podían acceder los judíos si contaban con un permiso especial.
Año 1911, París. Una nueva vida y un nuevo Chagall. Sí, es entonces cuando descubre el arte de las primeras vanguardias. Se instala en la ‘La Ruche’, ‘La Colmena’ de Montparnasse donde se concentraba la bohemia artística de todas las tierras. Eran pequeños estudios para artistas. Y es cuando entabla relación con Picasso, Robert y Sonia Delaunay, Modigliani o Apollinaire. El poeta descubre su potencial, es el gran valedor de la obra de Chagall, que denomina como “sobrenatural”. Es cuando empiezan los experimentos con el color, con las formas abstractas, el movimiento y las propias ensoñaciones del artista. Y es que, para él, el color es el reflejo del alma y lo usa de una forma muy libre.
No pertenece a ninguna corriente ni crea ninguna escuela pictórica. Va absorbiendo todo lo que ve, todo lo que le rodea. Mezcla esos experimentos con las reminiscencias del arte popular ruso, recuerdos de su familia y la vida de los judíos.
Tiene un peculiar estilo que bebe de muchos otros. Es un trabajo personal e inclasificable. No puede definirse como cubista, expresionista, órfico o surrealista. Todo lo transforma de una forma personal para dar vida a su propia historia, a su propio mundo, como vemos reflejado en cuadros tan icónicos como París desde la ventana.
Si hay una obra que puede mostrar esas relaciones que tiene Chagall con toda la vanguardia parisina esa es el Homenaje a Apollinarie. La parte central de la obra es el nacimiento de Adán y Eva según la tradición judía oral del Génesis, por la cual Dios crea un hombre y a una mujer en un solo cuerpo.
Todo se ve interrumpido en cierta manera cuando regresa a su ciudad natal para asistir a la boda de su hermana y ver a su amada. Lo que iba a ser una estancia de 3 meses, se traduce en 8 años debido al estallido de la 1ª Guerra Mundial. Cierto, es un cambio de nuevo. Es una nueva fase de auto-búsqueda que se refleja en las obras de este nuevo periodo de su vida. Son autorretratos, representaciones más cotidianas de su vida en su familia, en su comunidad. Es ahora cuando hace los dibujos en tinta china sobre los estragos de la guerra. De este período podemos destacar piezas como El soldado herido, Soldados o La partida a la guerra. Hay una mayor limitación en el uso de las formas y los colores, cuando para él, el color se correspondía con el estado del alma con su propia realidad.
Obras también destacadas de esta etapa son las conocidas como Cuatro grandes rabinos. Además, esta exposición es una oportunidad única para ver las 4 piezas reunidas de forma excepcional, ya que tres de ellas están en el Kunstmuseum Basel en Suiza, mientras que Judío rojo forma parte de las colecciones del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo.
La nieta de Marc Chagall, presente el día de la inauguración de la exposición, recordaba a su abuelo y hablaba de un artista soñador, comprometido con su entorno, con los problemas sociales. Si viviera en la actualidad no se quedaría indiferente ante los numerosos acontecimientos sociales o políticos que vivimos. Claro. Chagall, como otros judíos, veía en la revolución rusa la solución a su falta de igualdad. Forma parte de ella y toma parte activa en las primeras etapas de la nueva Rusia. Así, es nombrado Comisario de las Artes en Vitebsk, lo que le da autoridad sobre los museos, escuelas de arte o cualquier evento artístico de la región. Es en esos momentos cuando crea la Escuela del Pueblo del Arte. Sin embargo, las diferencias tanto artísticas como conceptuales con artistas que también forman parte como Lissitzky y Malévich hace que abandone el proyecto, su ciudad y cierre ese periodo que también fue decisivo en su vida.
De todas las obras que podemos ver en la exposición, ¿cuál destacarías, a nivel personal o profesional? Es muy complicado quedarme con una o dos ya que toda su obra es maravillosa y esta es una gran exposición. Pero si tuviera que elegir igual señalaría dos. Por un lado, El soldado herido, una de las obras realizadas en tinta china; Chagall no vive la guerra en primera persona, pero sí la vive a través de su familia y documenta lo que le llega. El cochecito es otra de las obras que rescataría y que se tata de unos dibujos previos que realiza para confeccionar, posteriormente un mural que, sin embargo, nunca llegó a hacer. Se trata de una pieza muy especial y que no se suele ver en las retrospectivas o exposiciones que se hacen sobre la obra de Chagall. Es una obra icónica y clave que quizá el público no tiene la oportunidad de admirar. Texto de Victoria Herrero.