Rufus T. Firefly. Psicodelia natural.
Tras el buen funcionamiento de su disco ‘Nueve’, el grupo que lideran Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro regresa con un nuevo álbum, ‘Magnolia’, en el que celebran su lado más lisérgico, progresivo y setentero con influencias de García Lorca y la cultura pop. En abril les veremos en Basauri.
En una entrevista decíais que el peor consejo que os habían dado era: “Tenéis que hacer canciones más alegres”. Sin embargo, parece que es lo que habéis pretendido en este nuevo disco. No lo hemos pretendido. Ha salido así. Esa es la clave. Es un poco jodido pensar que vas a vender más discos o te va a ir mejor en la música si haces canciones más alegres. Yo creo que las canciones tienen que ser honestas. Si coincide con que estás en un momento vital más alegre o quieres enfocar las cosas de esa manera, guay. Si lo fuerzas, no le veo mucho sentido.
¿Qué surgió primero, la idea de hacer un disco con mensaje buenrrollista o que tuviera sonidos setenteros? Todo fue de la mano. El sonido nos fue saliendo porque empezamos a escuchar muy a saco discos de aquella época. Pasó a la vez.
En las canciones habláis de la naturaleza, pero también de la cultura pop (‘Mi vecino Totoro’, ‘Pulp Fiction’, ‘El Halcón Milenario’). Para nosotros son pilares básicos de lo mejor que tenemos. El arte y la creación por un lado y por otro el medio natural que nos rodea. Pensamos que teníamos que proteger todo esto junto a otro pilar que también aparece en el disco, que es el amor. Son temas muy básicos que están siendo muy maltratados últimamente como si todo eso fuera una obviedad o algo muy ñoño.
También incluís un homenaje a Jeff Buckley, ‘Río Wolf’. Nosotros siempre hemos admirado mucho la figura de Jeff Buckley no sólo musicalmente sino por todo lo que representa. Pensamos que esta historia de cómo desapareció en el Río Wolf mientras escuchaba a Led Zeppelin nos venía muy bien con el tipo de sonido que estábamos buscando y nos pareció el homenaje más bonito que le podíamos hacer, imaginárnoslo entregándose al río.
Las canciones estilo rock progresivo, de 8 o 9 minutos como ‘Magnolia’ o ‘Canción infinita’, ¿os dan juego en los conciertos? En realidad las canciones más cortas las solemos alargar en directo y nos inventamos partes instrumentales. Nos gusta que el directo fluya de forma bastante natural. Nos gusta que se cree una especie de ambiente especial y de pequeño viaje que te lleve de un sitio a otro. Nos gusta mucho hacer canciones largas que contengan varias canciones.
Me ha llamado la atención que el dibujo de la cubierta del álbum sea obra de Julia Martín-Maestro, la batería de la banda. Ella lleva toda la vida estudiando dibujo y pintura y es algo que hace de manera increíble. Estaba un poco desencantada con el mundo del arte. El resto del grupo le animamos a hacerlo. Ella vino con estos dibujos que representan las canciones mucho mejor que mi explicación de las mismas. El disco en vinilo me parece una auténtica joya.
«Es muy difícil mantener una sala de conciertos hoy en día. Las salas tienen que cobrar alquileres absurdos a los grupos que normalmente las bandas no pueden asumir».
Empezasteis cantando en inglés. Luego os empezó a producir Manuel Cabezalí y cambiasteis al español, ¿creéis que estos factores ayudaron a que tuvierais más éxito? Todos los pasos que hemos ido dando en la música han sido para intentar acercarnos más a nosotros mismos. Cuando empiezas a tocar tienes muchísimos referentes y a nosotros la música que más nos gustaba estaba en inglés. Pero en realidad nosotros pensamos en castellano, es nuestra lengua y la que dominamos bien. Fuimos encontrando nuestra manera de decir las cosas y en ese sentido Manu nos ha ayudado mucho. Estamos muy felices del camino que hemos elegido.
En varias ocasiones has comentado que aún no podéis vivir de la música. ¿Os vais acercando a ello? Ha ocurrido el milagro de que cada vez que tocamos no perdemos dinero. En ese sentido estamos muy felices. Sabemos que somos muy afortunados. Aún así todos tenemos otros trabajos. Es muy complicado poder vivir de esto. Es sólo para unos pocos privilegiados. No sé si llegará un día en que podamos vivir exclusivamente de ello pero el caso es que nos da igual. Nos hemos acostumbrado a hacer las cosas de esta manera y mientras tengamos cosas que decir vamos a seguir adelante.
Sueles comentar que se habla mucho de los festivales y poco de las salas cuando se trata el tema de la música en directo. ¿Qué te parece la situación de las salas a día de hoy? Se pone bastantes trabas a los conciertos en locales. Está complicado en todas partes. Es muy difícil mantener una sala de conciertos hoy en día. Las salas tienen que cobrar alquileres absurdos a los grupos que normalmente las bandas no pueden asumir. Todo es muy complicado y todo va a dificultar cada vez más el mundo de la música. Parece que no importa porque ahora vivimos en la burbuja de los festivales y parece que todo pasa por allí. Pero los festivales son sólo un punto más, no son el objetivo necesariamente. Me da mucha rabia que se obvie tanto la labor que hacen las salas porque al final los músicos vivimos de ellas. Es verdad que hay gente que tiene su sala pequeñita en su ciudad y les considero auténticos héroes. Hay muchísimos ejemplos de personas que cuidan su sala y cuidan la música.
¿Qué sabéis sobre MAZ Basauri? Es un festival pero se concentra en pocos días y en el Social Antzokia, así que es casi como tocar en una sala. Igual que ocurre con las salas pasa lo mismo con los festivales. Se nota mucho qué promotor ama la música y quiere defenderla como arte o quién está pensando sólo en un beneficio económico. Hemos tocado en muchos festivales y en algunos hemos tenido esa misma sensación de que se cuida la música de la misma forma que en las salas. Nunca hemos tocado en el MAZ pero espero que se parezca a lo que me estás contando. Sería una gran alegría. Texto de Roberto González. Fotografía de Iris Benegas.