Carmen Machi y Pilar Castro. Actrices: instrumentos para contar historias.
Carmen Machi y Pilar Castro, actrices que dan la talla con sobresaliente, llegan a Bilbao, concretamente al Teatro Arriaga, a presentar su obra ‘Cronología de las Bestias’, un formato teatral diferente que hará pensar al espectador, que le mantendrá atento y con la mente abierta. Dos actrices multidisciplinares y, sobre todo, dos grandes trabajadoras que nos han hecho reír y llorar. ¿Preparados para que nos sorprendan?
¿Qué nos tenéis preparado para cuando vayamos a veros al teatro? Carmen Machi: Es una función que tiene una estructura diferente a nivel teatral. En la función nada es lo que parece. La mentira sobrevuela continuamente en una familia en la que ha habido una desaparición de un hijo once años atrás y el hijo aparece. Los espectadores estamos acostumbrados a sentarnos y mirar; pero aquí te lo tienes que currar.
Pilar Castro: Es una obra diferente. Hay que estar atento, con la mente totalmente abierta. Hay que darse cuenta de lo que está pasando porque la obra va rápida. Se resume en que la gente quiere encontrar su sitio en el mundo.
¿Es mejor la verdad o la mentira? C.M.: La mentira forma parte del ser humano, es un arma para sobrevivir. No decir la verdad no quiere decir que mientas… Es metafórico. No por decir la verdad haces menos daño; la verdad puede ser muy dolorosa o aliviante.
P.C.: Siempre es mejor la verdad. Hay veces que la gente miente para sentirse mejor o sobrevivir, pero no soy partidaria de la mentira.
¿Es tan importante la familia, nuestros lazos? C.M.: La familia a nivel teatral es un temazo. A medida que va pasando el tiempo en la obra, la familia tiene más espinas. Cuando en teatro hablas de familia, la gente se siente identificada; empatizan y es gozoso.
P.C.: La familia es realmente importante. La esencia de esta obra es que es necesario tener un espacio y un lugar en el mundo y, en este caso, es la familia.
C.M.: En nuestra profesión se crean familias continuamente, estás con personas a las que llegas a querer profundamente. Forman parte de tus emociones y son gente que no se te olvida nunca. Son familias indestructibles. Te quieres lo justo para quererte siempre (risas).
¿Qué tal ha sido trabajar con el director argentino Lautaro Perotti? C.M.: Maravilloso. Es un actor excepcional y también un gran director. Tiene sensibilidad y muy claro lo que quiere, es respetuoso, te lleva de la mano con mucha cabeza… Hace las cosas de tal manera que parece que todo se les ocurre a los actores, parece que no está dirigiendo.
P.C.: Muy buena experiencia. Nos ofreció la función directamente porque había creado esos papeles pensando en nosotros. Es una gozada. Y un gran profesional.
Puede que suene a tópico, pero ¿preferís actuar en teatro, la televisión o el cine? C.M.: En el momento que llega un proyecto, si me apetece, lo hago, me da igual el medio. Cuando llevo un tiempo haciendo cine, tengo una necesidad absoluta de hacer teatro y viceversa. Son medios diferentes que aportan cosas muy distintas. Necesito ambas cosas. El mundo del cine me resulta el más difícil, es apasionante y es magia pura. Ir alternando proyectos resulta muy sano.
P.C.: Me gusta mucho mi trabajo, pero no me gusta ir de casting en casting, por ejemplo. Prefiero que quieran trabajar conmigo y me llamen directamente, que decir “yo quiero trabajar con X”. Me siento una afortunada, nunca he dejado de trabajar en esto. Al final, los actores y actrices somos instrumentos para contar historias. Un artista tiene que tener la capacidad de contar algo; tiene que hacer, tiene que crear, algo siempre te hará diferente.
«La mentira forma parte del ser humano, es un arma para sobrevivir. No decir la verdad no quiere decir que mientas… Es metafórico. No por decir la verdad haces menos daño; la verdad puede ser muy dolorosa o aliviante», Carmen Machi.
¿Qué recuerdo tenéis de vuestra primera vez actuando? C.M.: Fue cuando tenía 17 años, haciendo ‘Bodas de Sangre’. Yo tenía tomada mi decisión de ser actriz mucho antes. Yo quería dedicarme a eso y así fue. El primer momento de vértigo que te produce hacerlo, me puso muchísimo (risas). Me enganchó absolutamente; es lo que suele pasar con el teatro. Esa adrenalina es como una medicina. Una vez que eres actriz de teatro, volverás a él; es como la cuna. Yo sentí que ese era mi lugar, estaba cómoda.
P.C.: Pasé mucho miedo actuando la primera vez (risas). Pero merece la pena, lo vas haciendo mejor y con más confianza. Existe ese vértigo, pero luego se pasa.
¿Vuestros padres o familia os inculcaron esas ganas de actuar? C.M.: Tengo familia de artistas. Hay algo que te hace sentir que debes estar en contacto con el arte y así llegas a la disciplina que realmente te pone. Lo tenía clarísimo. Quería un oficio como este, libre. Tenía una atracción brutal a todo lo que era, una vez más, la mentira. Ser actriz o actor es mentira. Es fabuloso jugar a que mueres y que al rato estás vivo. Es jugar a ser otro. Me gustaba mucho. Creo que por eso la mayoría de los actores somos tímidos… Que por tu boca salgan cosas que se supone que las dice otro, es muy bueno y muy sano.
P.C.: Sí. Al final, eres tú la que tiene que estar ahí día tras día y trabajar mucho; tú tienes que hacer la función a diario, hoy, por ejemplo, estoy resfriada, pero saco esas ganas de dónde sea para seguir actuando.
¿Nunca habéis pensado en dedicaros a otra cosa que no fuera ser actrices? C.M.: No. Nunca he hecho otra cosa y no se me pasa por la cabeza. La dedicación que lleva esta profesión es plena, es voluntaria, una manera de vivir que me gusta. Es mi elección. Requiere mucha disciplina. Ese compromiso no lo busco en otra profesión.
P.C.: Yo siempre he querido ser bailarina. Me encanta el baile. Me gusta mucho ser actriz, pero ser bailarina también (risas).
¿Cuál es vuestra mejor terapia? C.M.: Este trabajo provoca eso: es tu mejor terapia. Puedes tener cansancio físico y mental (yo me paso la vida empalmando proyectos), pero el descanso es cuando estás trabajando. Te mantiene muy vivo. El parón de tu día a día es dormir. Mis actividades ociosas son las de todo el mundo: cine, leer, viajar, música… La cultura es necesaria, aunque muchos no lo crean.
P.C.: Me gusta muchísimo viajar por placer. Pero realmente mi mejor terapia es desconectar con mis amigos y charlar durante horas de algo que no tenga nada que ver con el trabajo. Hablar de la normalidad, eso me gusta.
¿Cómo os veis de aquí a 20 años? C.M.: Yo vivo el hoy y no sé lo que va a pasar en un futuro, ni sueño ni lo pienso. Vivo el presente.
P.C.: Como estoy ahora, me conformo. Así estoy bien.
¿Os agota la fama? C.M.: Yo tengo una vida normal. La gente piensa que por dedicarte a esto no tienes una vida como la suya, pero es mentira. Hago las mismas cosas que tú. Vivo en un barrio de Madrid, voy al mercado, voy andando al teatro…
P.C.: Yo también hago una vida totalmente normal, sí. Además, no soy tan conocida como Carmen, no he estado durante años en una serie de televisión así, porque es la televisión la que te impulsa y te da popularidad. A mí me gusta la fama así, más no me gustaría tampoco (risas). No quiero que se convierta en un agobio, quiero seguir yendo donde quiera y como quiera.
Ya que venís al Arriaga, pregunta obligada ¿os gusta Bilbao? C.M: Es uno de mis destinos favoritos. Bueno, míos y de medio mundo (risas). Para cualquier actor es un referente por el teatro, y ya no hablemos del Arriaga… Y la costumbre, la cultura, el buen hacer…
P.C.: Bilbao me apasiona. De hecho, uno de mis sueños es, de mayor, vivir por el norte. No sé si en Bilbao o San Sebastián, pero el norte, sí (risas). Texto de Ángela Saiz.