Moonshine Wagon. Ganas de rodar.
Moonshine Wagon nació en Vitoria en un pub de conciertos. Querían hacer música, acabaron sus estudios y se tiraron a la carretera. Con su caravana, pocos instrumentos, y muchas ganas de pasarlo bien, han pasado meses en distintos países de Europa, Brasil y EE.UU. tocando en directo. Ahora vuelven a la Península a sorprender con su show ¡cuanto puedan y más!
¿La formación de Moonshine ha cambiado desde su inicio? Empezamos en 2013 y ha cambiado mucho. Ahora Will, Iñigo y Víctor del grupo Mud Candies se acaban de unir. No es una fusión de bandas. Estamos todos en todas partes, pero con funciones diferentes. Son dos proyectos compatibles.
¿Cuál ha sido la trayectoria? Estaba tocando versiones en Vitoria y apareció Joel. A mí siempre me había molado el violín y el cajón flamenco. Empezamos a tocar en las calles y se nos fue de las manos. Poco a poco, nos fue llamando la gente para tocar en los bares… ¡hasta hoy!
¿Os dedicáis 100% a la música? La música es nuestro trabajo. Decidimos volcarnos plenamente en esto, no quisimos buscarnos un curro fijo y luego dar conciertos.
¿De dónde sacáis la inspiración para vuestras canciones? Mezclas tus influencias en un estilo y en tocarlas con unos instrumentos. Yo escucho rock y punk, pero también me gusta la música de raíces. Una vez en una entrevista nos dijeron que lo que hacíamos era “hellgrass” y dijimos “¡es cierto! Hacemos el “bluegrass del infierno” (risas).
¿Cómo va el álbum que habéis grabado en Brasil en mayo de 2017? Como todo va tan rápido ya estamos pensando en el siguiente (risas). De mayo a aquí hemos dado 200 bolos por lo menos… Sacamos el disco y ya hemos girado por Francia, Suiza, Bélgica, Alemania, Holanda, Inglaterra y EE.UU. Ahora nos toca presentarlo aquí hasta mayo de 2018. No sabemos si el siguiente lo grabaremos fuera o aquí, sobre la marcha, así es Moonshine.
¿Planes a corto plazo? Después de 4 años moviéndonos por todas partes y haber dado más de 1.000 conciertos, toca estar por aquí y darle mimos al perro y a ama, el resto no me ata (risas).
¿Preferís tocar aquí o en el extranjero? Aquí nadie entiende inglés. Nadie es profeta en su tierra. La gente extranjera aprecia que vengas de lejos. La aceptación aquí es buena, pero fuera es otro público diferente.
¿Cómo es coger una caravana y estar tantos días tocando? En una caravana no palmamos pasta porque es nuestra casa y nos hacemos macarrones 30 días seguidos (risas). Buscas una forma factible de poder sobrevivir. No tienes gastos, te tomas un café y un croissant en un bar para poder cagar y no llenar la caravana de mierda (pon esto en la entrevista), pateas la ciudad, llegas al bar, te invitan a unas copas, cenas, tocas y después te pagan por tu concierto. Dices “mi único gasto ha sido un café y un croissant al día”. Sobrevives así.
¿Habéis tenido que dar muchos conciertos sin cobrar? Nunca. Siempre ha sido positivo. Nunca hemos palmado pasta.
Habiendo tocado en el Festival Muddy Roots de EE.UU, ¿cuál es el siguiente paso? El Muddy es como un techo; un TOP para nosotros. Ahora nuestro sueño será ser cabezas de cartel del mismo (risas).
¿Cómo definimos Moonshine entonces? Es underground. No hacemos country, que haya un violín y un contrabajo no significa que sea ese tu estilo. En EE.UU. entienden el bluegrass como algo puro, nosotros le metemos un toque más rápido y se sorprenden mucho. ¿En serio tenemos que venir nosotros haciendo la música de aquí para enseñaros que existe? (risas) Hay gente que cree estar metida en este mundo pero no sale de Johnny Cash, igual que en el País Vasco. La gente dice que transmitimos buen rollo y que hace bailar y beber. ¡Qué más queremos!. Texto de Ángela Saiz.