Basamento vítreo. Ampliación del Colegio Mayor Jaizkibel en Donostia.
Emplazado en un lugar de privilegio y como ampliación del Palacio neorrenacentista de principios del S. XX, de Aldama (o Eva Enea) en la cuesta de Aldapeta, actual sede del Colegio Mayor Jaizkibel, se proyecta sobre la bahía de La Concha un nuevo volumen majestuoso a modo de edificio zócalo o basamento del propio Palacio.
Así pues, la cubierta plana de la ampliación se convierte en la terraza prolongada del Palacio, o lo que es lo mismo, en su balcón a la bahía. Por hacer referencia a parecidos razonables y salvando las distancias, a mí me recuerda a la intervención de Mansilla y Tuñón en el edificio del Museo de Las Colecciones Reales en Madrid (por cierto, Premio Nacional de arquitectura de este año), sirviendo en este caso de basamento perspectivo a la mismísima catedral de La Almudena y en diálogo directo con el Palacio Real.
Resulta relevante la imagen nocturna, proyectando luz a través de su fachada en muro cortina en vidrio de color aguamarina (muy apropiado por su ubicación y como reflejo del Cantábrico) hacia la bahía, lo que favorece la imagen de una nueva postal de postales.
En las fachadas hacia los patios interiores el edificio presenta una profusión de huecos estrechos verticales de forma seriada, casi más bien como perforaciones en el muro en iguales dimensiones hueco-macizo, creando un ritmo buscadamente monótono, pero adecuado para iluminar la escalera y el pasillo de acceso a las habitaciones de la planta inferior, favorecido por la presencia de una doble altura paralela a éste. Es decir, son fachadas muy neutras, con la pretensión de no suponer competencia alguna al Palacio lo que es de agradecer.
La fachada principal se concibe a su vez como un elemento autónomo de los propios muros de cerramiento laterales y de forma volumétrica, nada plana, gracias al abocinamiento de sus huecos, lo que contrasta con su acabado vítreo. Se convierte así en un gran telón de fondo que asume todo el protagonismo de la intervención.
Resulta de reseñar la cuidada respuesta al hecho de que la cubierta plana es a su vez una singular y visitada terraza para apreciar las vistas y por otro lado, por estrictas necesidades funcionales, la que recoge ciertos elementos de instalaciones, sobre los que se interviene minimizando su efecto.
En definitiva, el edificio responde con suficiencia y contención (lejos de exageraciones formales) a lo comprometido de su ubicación, e incluso a su diálogo con el edificio histórico, si bien, se encorseta ligeramente en reiterados ritmos de huecos. Por otro lado, el ensimismamiento en lo que supone el postularse como edificio de fachada única, es una respuesta adecuada para potenciar la neutralidad pretendida, minimizando e incluso negando los huecos en sus fachadas cortas laterales. Más allá de solucionar de forma adecuada, diría académica o aleccionadora, un programa funcional específico en una orografía asímismo singular.
Quizás lo más contrastante sea que los basamentos no suelen ser vítreos sino más bien pétreos, serán cosas de los tiempos…
Para finalizar, dos breves apuntes; el primero, obligado zorionak a la ciudad de Bilbao que ha recibido en Londres el galardón a la “Mejor Ciudad Europea 2018” que anualmente concede la organización sin ánimo de lucro ‘The Academy of Urbanism’.
Y el segundo no es otro que animaros a participar en la I Bienal Internacional de arquitectura de Euskadi MUGAK en Donostia-San Sebastián del 6 de noviembre hasta el 31 de enero. Texto de Leonardo Ignacio González Ferreras.