Fe de etarras. Política cotidiana.
Una polémica pancarta ha acaparado la información relativa al nuevo estreno español de Netflix, que pudo verse en pantalla grande en el Velódromo de Donostia. Sus directores y guionistas piden que se juzgue la película por sí misma, una comedia costumbrista sobre un comando de ETA que comparte piso, croquetas y vuvuzelas.
Al hablar de este proyecto soléis restar importancia a su carácter controvertido como motivo de su retraso, aunque decís que las productoras solían decantarse por vuestros guiones con componentes de comedia romántica. ¿Cómo acabó en Netflix? ¿Costaba sacarlo adelante con la distribución tradicional? ¿Pensasteis que tendríais más libertad para tratarlo del modo que queríais?
DIEGO SAN JOSÉ: Yo ya me había hecho a la idea de que Fe de Etarras iba a ser ese proyecto inalcanzable que todos tenemos en el horizonte y que se queda ahí, en el horizonte. Después de pasear por diferentes cadenas durante años, gracias a la productora Mediapro, surgió la oportunidad de presentarlo en Netflix y todo nos sonaba de maravilla: la libertad que le suponíamos a una plataforma moderna, librarnos de las presiones propias del estreno en salas, todo sonaba genial y, sobre todo, a ellos les sonaba genial el proyecto. Había que hacerlo.
BORJA COBEAGA: Es cierto que durante un tiempo el proyecto parecía que no se iba a materializar pero hubo un momento en que varios productores estuvieron interesados en hacerlo. Coincidió con el alto el fuego de ETA más o menos. Antes nadie quería hacerlo pero después, sí. Lo que pasó en que Javier Méndez, el productor de Mediapro, vino con la idea de Netflix y como dice Diego, nos pareció la forma idónea de hacer la peli.
Lleváis dándole vueltas al guion desde hace 14 años. ¿Creéis, por esta razón, que os ha quedado especialmente redondo?
DSJ:Yo nunca me atrevería a decir que un guión nuestro es especialmente redondo y, en realidad, no hemos pasado tantos años con la versión definitiva. Es verdad que es el guión con el que más tiempo hemos pasado, pero ha ido evolucionando tanto según variaba el conflicto que son muchos guiones diferentes.En los últimos años ocurrió algo fundamental que lo cambiaba todo: el fin de ETA. Eso hizo que cambiásemos la historia porque nos parecía que la película debía narrar el ocaso de un comando. Así que no hemos pasado tanto tiempo con la película que finalmente es.
BC: El guion ha cambiado tanto que no puede decirse que fueran versiones de lo mismo. Primero fue una peli de episodios, luego una comedia coral y finalmente hemos hecho una tragicomedia. La evolución creo que ha ido hacia apartar el rollo sketch y hacer una historia más dramática. Muy cómica pero muy melancólica a la vez.
Fe de Etarras ha llegado a estrenarse cuando la banda terrorista ETA ha cesado su actividad. Sin embargo llega en pleno auge del nacionalismo catalán. ¿Puede esto tener algún efecto en la recepción de la cinta?
DSJ: Más allá de la historia concreta, que obviamente trata sobre el ocaso de ETA, la película caricaturiza el absurdo de sentirse demasiado orgulloso por haber nacido en un sitio, sea el que sea. De tomarte demasiado en serio los símbolos propios y tenerle demasiado rechazo a los ajenos. Y de la importancia de comer bien por encima de cualquier bandera. Sobre todo, habla de esto.
BC: Creo que más que nunca, vivimos en una era de trincheras. Hay que elegir bando para cualquier tema. Por eso creo que Fe de Etarras es una película difícil de ubicar. No es la bandera de un nacionalista español pero tampoco la de un nacionalista vasco. A los nacionalista españoles más rancios les parecerá (bueno, ya se lo parece) que hacer una comedia con este tema es irrespetuoso, por ejemplo. Y opinarán de ella sin verla. Bueno, ya lo hacen. Esto creo que se debe al clima de enfrentamiento que vivimos en España actualmente. Y claro que afecta a la peli.
«Fe de Etarras habla del absurdo de sentirse demasiado orgulloso por haber nacido en un sitio, sea el que sea. De tomarte demasiado en serio los símbolos propios y tenerle demasiado rechazo a los ajenos. Y de la importancia de comer bien por encima de cualquier bandera. Sobre todo, habla de esto».
En Cannes hubo polémica con el hecho de que los filmes de Netflix se colaran en el festival. En el caso de San Sebastián y de vuestra película el problema ha venido por cierta pancarta promocional, cuyo carácter irónico no parece haberse comprendido bien entre ciertos sectores. ¿Os parece que la película generará reacciones similares o que las disipará al poner el gag en contexto?
DSJ: A mí me gustaría que cuando se estrene la película se empiece a hablar de cine y se dejen de lado consideraciones paralelas. Borja y yo nunca hemos trabajado la búsqueda del escándalo. De hecho, ni siquiera nuestra época de Vaya Semanita tiene sketches que coloquen la provocación por encima del humor. Incluso en aquella época intentábamos no ser demasiado frontales con la realidad, rodearla un poco a través del absurdo. El humor al que se le nota la provocación, me crea mucho rechazo. Por eso, espero que una vez que la película pueda hablar por sí misma, se olvide el cartel.
BC: Me parece que el mayor peligro será que haya quien opine de la peli sin haberla visto. Que la habrá. Seguirán diciendo que es un documental o una serie, no una película. En ese sentido sí veo “ganas de escándalo”. Luego estará quien vea la película y se sorprenda porque tiene un humor bastante blanco. Por supuesto es una comedia negra y no es una peli blanda, pero comparada por ejemplo con Four Lions, la peli sobre la célula yihadista en Londres, Fe de Etarras es una peli de Disney. Por todo esto no creo que haya nada en la peli que pueda ofendar. Es una sátira de manual y creo que como tal se verá. Si se ve, insisto.
La trama de la película coincide en el tiempo con el triunfo de España en el Mundial de fútbol de 2010. Como no aficionado al fútbol y residente en Euskadi recuerdo esos días como de cierta locura colectiva, aunque también se vio menos miedo a celebrar ese éxito públicamente que si hubiera ocurrido hace un tiempo. ¿Cómo lo vivisteis vosotros?
DSJ: A mí me tocó vivirlo con Borja, de hecho. Yo soy la pata futbolera del tandem porque él pasa mucho del tema. Pero en el gol de Iniesta era imposible no estallar, no por fiebre patriota, sino porque cualquier excusa es buena para la exaltación, para la excusa de tomarse dos vinos más. A mí me encanta ir con el perdedor nato, y la selección española de fútbol tiene esa tendencia al desastre tan entrañable. Es el pagafantas que una noche se lío con la guapa del bar y todavía no entiende cómo lo hizo.
BC: Estábamos rodando No Controles. De igual forma que la victoria de la Eurocopa en 2008 nos tocó rodando Pagafantas en Bilbao. En ambas ocasiones disfruté como un enano viendo a Julián López feliz. A mí el fútbol me aburre pero ver la alegría de Julián, que estaba en las dos pelis, y justo viví con él las dos victorias me pareció flipante.
«Nunca hemos trabajado en busca del escándalo».
En el reparto tenéis una mezcla de actores vascos y de otras comunidades. Parte de ellos han trabajado anteriormente con vosotros. ¿Cómo fue la elección del cast?
BC: Facilísima porque fueron las primeras opciones. Desde que hacemos cine Diego y yo habíamos fantaseado con trabajar con Javier Cámara. Nos parece un actorazo y sabe mucho mucho mucho de comedia. Nos pasó que en anteriores versiones su personaje era vasco pero nos pareció divertido convertirlo en riojano, como el propio Javier. Sobre todo porque así podíamos meter el chiste de que si un riojano puede jugar en el Athletic también puede ser de ETA. Para Julián López escribimos sin darnos cuenta. Aunque no sepamos que el papel es para él leemos el resultado y queda claro que Julián ha de hacerlo. Aquí además creo que hace cosas nuevas, cosas que no le habíamos visto hacer. Creo que es un actor increíble. Con Miren había ganas de trabajar porque es muy lista, muy divertida y muy buena actriz. Y ella tenía ganas de hacer algo diferente a lo habitual. Y por último con Gorka Otxoa nos apetecía verle fuera del papel que habíamos escrito para él en Pagafantas. Hace algo distinto y está increíble.
Decís que Fe de Etarras es como Vaya Semanita, La película. ¿Ha sido una vuelta a los orígenes?
DSJ: Yo creo que, hagamos lo que hagamos, Vaya Semanita va a ser siempre la línea de mi carrera de la que más orgulloso voy a estar. Por todo lo que tuvo de fundacional y porque fue mucho más tarde cuando empecé a darle la importancia que le doy ahora. Después de haber hecho unas cuantas películas apetecía mucho volver a los orígenes y aplicar lo que habíamos aprendido a ese código de humor en el que Borja y yo nos conocimos.
BC: En nuestro sketches de Vaya Semanita siempre había un juego con el lenguaje, un doble sentido que en Fe de Etarras está muy presente. En el fondo, es aplicar un filtro político o ideológico a lo cotidiano.
También la describís como Friends en un piso franco. ¿Hay más costumbrismo que política?
DSJ: Totalmente. Lo que más nos interesaba del comando no era la política, sino la traducción costumbrista que podía tener una convivencia tan extraña. La comida. El sofá en el que duermen. Sus historias sentimentales. ¿Quién ventila la casa en un comando? Ese tipo de miserias que tumban cualquier romanticismo libertario. Todo eso que uno no sabe cuando se desarticula un comando nos parecía una vía muy interesante para ridiculizar temas mucho más importantes.
BC: Es cierto que dije lo de Friends y creo que se malinterpretó. No es que sea una telecomedia con etarras sino que es una comedia costumbrista sobre la convivencia en un piso, sobre compartir un apartamento. Yo me refería a eso más que al tono. El tono no es de telecomedia. Es mucho más realista.
¿Podría ocurrir, también, que a alguien le decepcionara por no ser demasiado ácida?
DSJ: Escribir una comedia que no decepcione a nadie es muy difícil. Excepto si es sobre el conflicto vasco. En ese caso, es imposible.
BC: En eso llevo pensando unos días, porque ya me pasó con Negociador. Para algunos el retrato de los terroristas era demasiado caricaturesco. Para otros demasiado humano. Y en el caso de Fe de Etarras es más espinoso, porque un comando de cuatro etarras es el eje de la peli. Soy consciente de que a algunos la peli resultará demasiado amable, no con los personajes, sino por el tono en sí. Y otros les parecerá oscura, poco comedia. Lo único que puedo decir es que yo tenía clarísimo el tono. Que tenía que ser una comedia realista, nada chorra, o lo justo de chorra. Es la peli que teníamos en mente y lógicamente no será la película definitiva sobre ETA ni la que muchos tendrán en mente.
Algunos de vuestros trabajos se decantan más hacia la comedia pura (Pagafantas, No controles, Ocho apellidos vascos) y otros tienen un toque más áspero (Negociador), ¿en qué espectro situaríais Fe de etarras?
DSJ: Yo no trabajé en Negociador, pero de todo lo que hemos hecho juntos, creo que a lo que más se parece es a la última media hora de Pagafantas. Allí hay comedia, pero no siempre. No hay una búsqueda constante del chiste y de vez en cuando dejamos que la tristeza lo invada todo. Fe de Etarras tiene mucho de eso y, ojalá, tenga mucho de Negociador. Me encantaría que nos haya salido un cruce entre Pagafantas y Negociador por la simbología del cruce.
BC: Siempre pensé que el tono de la peli estaba situado en un terreno intermedio entre Ocho apellidos vascos y Negociador. Es decir, una comedia de más ritmo con gags, cosa que en Negociador iba por otro lado. Pero tiene su realismo, su estilo de interpretación y puesta en escena. Por lo que se puede decir que Fe de Etarras es un Negociador más rápido, más divertido, más popular. Sin duda es una película más abierta al público, pero eso no quiere decir que renunciemos a un tono melancólico, tristón.
Volviendo al tema catalán, ¿quedasteis contentos con el resultado de Ocho apellidos catalanes u os hubiera gustado tener más tiempo para pulir las cosas?
DSJ: Creo que no desmontamos nada si reconocemos que Ocho Apellidos Catalanes era un proyecto atípico donde el reto tampoco era el típico. Era responder a tiempo a un fenómeno social, al mayor éxito de todos los tiempos, y en ese punto el planteamiento ya nunca es el de una película normal. Vista con tiempo, no echo en falta más tiempo para pulir cosas, nosotros tuvimos el tiempo necesario para escribirla, pero sí echo mucho de menos más arrojo político y una apuesta más decidida por el humor con calado político. Es raro que el éxito de la primera parte no nos diera más confianza para hacer una secuela incluso algo más envenenada. Eso sí que me da rabia.
BC: Como dice Diego no es un problema de tiempos sino de enfoque. Ocho Apellidos Vascos es una comedia blanca pero tiene un par de puntos de mala leche que en Ocho Apellidos Catalanes brillan por su ausencia. Personalmente no estoy muy contento con nuestro trabajo en esa película.
«Ocho Apellidos Vascos tenía un par de puntos de mala leche que en Ocho Apellidos Catalanes brillan por su ausencia».
Borja, ¿te encuentras más cómodo cuando diriges los guiones que escribís entre los dos que cuando los dirige una tercera persona? ¿Tratas de evolucionar conscientemente como director?
BC: El caso de Fe de Etarras es peculiar porque Diego y yo firmamos el argumento pero él ha escrito el guión. No es que yo no haya escrito escenas pero las que redactaba y dialogaba Diego eran tan notoriamente mejores que las mías que le pedí que reescribiera él todo el guión. Eso ayuda mucho a tener una perspectiva sobre el tono, puesta en escena y ritmo de la película. Es mi situación ideal. Estar muy implicado en el desarrollo pero no escribir sino dirigir. Creo que algunas de las mejores cosas que he hecho se han llevado así. Como el corto Democracia, la TV-movie Aupa Josu y Fe de Etarras. Yo me lo paso mejor dirigiendo e intento evolucionar. Mis primeras pelis eran muy planas de dirección. Confundía estilo transparente con inexpresividad. En ese sentido creo que tanto Negociador como Fe de Etarras le dan mil vueltas a No Controles en puesta en escena. Son pelis mucho más baratas y no lo parecen. Por ejemplo, en Fe de Etarras hay atmósfera, algo que no había hecho nunca y tiene que ver con el maravilloso trabajo del director artístico Javier Alvariño. Ha creado un piso franco con atmósfera, con mucha personalidad, y eso está en la peli.
También estáis metidos en la escritura de Superlópez. Os presupongo grandes admiradores del tebeo original de Jan, que personalmente me parece muy complicado de adaptar. ¿Cómo afrontáis este reto?
DSJ Creo que es la primera vez que escribimos algo sin vascos, eso sí que es un reto, un salto mortal en nuestra carrera.
BC: A mí me impone el hecho de que es un proyecto que se ha intentado abordar mil veces y siempre ha fracasado. Es como El Corazón de las Tinieblas del cómic español. Por eso hemos sido respetuosos en lo particular y libres en lo general. Es decir, que hay muchos detalles del tebeo, sus chascarrillos típicos pero hemos creado una trama que no es de ningún álbum. Al analizar Superlópez vimos que no había ninguna historia con estructura de película. Quizás La semana más larga, pero esa es una historia casi más de López que de Superlópez.
«Superlópez será nuestro primer guión sin vascos, un salto mortal en nuestra carrera».
¿Hay alguna película que os guste por su manera de afrontar temas políticos con humor? ¿Y os gusta algún drama entre los que han tratado el conflicto vasco?
DSJ: Aunque ahora hayamos desarrollado una piel demasiado fina para este combo, creo que hay muchas comedias políticas que son de mis cosas favoritas de la vida. Si pienso en In the loop, Four Lions, Election, Top Secret, Borat o Sopa de ganso pienso que puede haber películas igual de buenas, pero no mejores.
De los dramas, mi favorito es La fuga de Segovia, porque tenía un enfoque de cine de aventuras, de película de evasiones, que en una época donde hacer cine con ETA era mucho más valiente que ahora.
BC: Coincido con Diego en las comedias. Ha citado las mejores pelis políticas de humor. No es del todo una comedia, sino una farsa muy dramática pero Investigación a un ciudadano libre de toda sospecha, de Elio Petri me parece un peliculón. Los italianos manejan muy bien la mezcla de tonos de comedia y drama, sobre todo cuando hay una intención política. En eso Dino Risi, Marco Ferreri o Pietro Germi son maestros.
De los dramas a mí me gusta mucho La voz de su amo, de Emilio Martínez-Lázaro. Es un thriller muy seco, muy estiloso, muy bien hecho, que describe una Euskadi muy auténtica.
Texto de Roberto González.