DeWolff. Embajadores del pasado.

Los directos de los holandeses DeWolff son experiencias lisérgicas cuidadas al detalle. La banda vuelve a visitar Euskadi para transportarnos a los años sesenta con su famosa puesta en escena y entregarse a los fans de la psicodelia con sonido de su último álbum de estudio Roux-Ga-Roux.
Tenéis un largo historial de actuaciones en lugares algo inusuales. ¿Hay algún escenario en el que queráis tocar en el futuro? ¡Por supuesto! Lugares como el Royal Abert Hall o Glastonbury. Pero lo bueno de los sitios que no conoces es que pueden sorprenderte. Hace poco tocamos en Sommer in Altona. Había un límite de decibelios, así que no podíamos tocar muy duro. Pero una vez empezamos ¡el público de 400 personas empezó a gritar tan alto que sonaban como 10.000!
¿Cómo sentís que os reciben en un país como España? Pensaba que esta entrevista no era para España, ¡sino para el PAÍS VASCO! Esto lo tengo que explicar. Una vez tocamos en Hell Dorado. Cuando le pregunté al chico del club en que parte de España estábamos, paró el coche inmediatamente y me dijo muy seriamente: Esto no es España.. ¡Esto es el PAÍS VASCO! Después del show nos dio camisetas del club y nos dijo “Si os ponéis esto, todas las mujeres van a querer acostarse con vosotros.. pero ese es vuestro problema..” Creo que podemos decir que somos bien recibidos.
¿Son la moda, el diseño o el cine fuentes importantes para vuestra inspiración? Para mi la estética es una parte muy importante del mundo. Si voy a un show, quiero ser parte de la experiencia. Cuando tocamos siempre nos ponemos nuestra mejor ropa, tenemos un espectáculo de luces demoledor, pero sobre todo; nuestros instumentos son algo especial de ver. No puedo sentirme inspirado por un instrumento que no sea bonito. Todos mis órganos Hammon tienen un aspecto impresionante. Se hicieron con mucho cariño en los años 60. La madera, el olor, el brillo de las teclas, todo influye.
¿Cuál consideras que ha sido la mayor contribución de DeWolff a los géneros blues o rock psicodélico? Creo que hemos contribuido bastante a ambos géneros en Holanda. Cuando empezamos eramos la única banda con batería, guitarra y órgano que tocaba este tipo de música siendo tan jóvenes. Tras un par de años, pudimos ver cada vez más bandas surgiendo con este formato. Nunca lo sabremos del todo, pero creo que fuimos una gran influencia para ellos.
En Roux-Ga-Roux podemos ver canciones más largas y complejas. ¿Cuando consideráis que una canción está terminada? Grabamos muchas ideas mientras escribimos. Cuando tenemos una canción entera, hacemos una demo, la escuchamos en casa y a veces la tocamos en directo. Tras un par de días reescribimos la canción y cuando tenemos suficientes para un álbum, empezamos la grabación de verdad y seguir cambiando las canciones. Cuando el disco está grabado, puedes ver cómo todo encaja. Ahí es cuando lo sabemos. Cuando está publicado y lo tocamos en directo siguen cambiando cosas, pero se convierten en versiones exclusivas. Una extensión natural de las historias que cuentan los álbumes.
Suponiendo y esperando que haya nuevo material por venir, ¿qué podemos esperar de él? Estamos tratando de añadir un tono más groovy y sexy a las canciones. Creo que las canciones de Little Feat son un muy buen ejemplo de esto. El nuevo álbum va a ser mucho más “en tu cara”. Muchos sonidos, efectos, pero siempre el sonido de Dewolff. Sucio, sexy, groovy y ¡tan duro que te derrite la cara! Texto de Janire Goikoetxea. Fotografía de Melanie Marsman.