Carlos Sobera. Teatro mediático.
El presentador y actor baracaldés encarna al dueño de una cadena de televisión ya casado que decide producir una película para que su amante (Marta Hazas) cumpla su sueño de ser actriz.
Tu personaje, Adolfo, no es pájaro de buen agüero... Es un vividor a medio camino entre el todopoderoso mezquino que hace lo que haga falta para triunfar y el depredador sexual que siempre fue y en el que se ha convertido especialmente a medida que ha cumplido años.
¿Qué nos puedes contar de Javier Veiga como director y de tus compañeros de reparto? Hemos hecho buena piña. Para que una obra funcione es fundamental que haya buen rollo. Es duro tener al autor y director contigo en el escenario porque a medida que hacemos funciones los actores nos relajamos pero esto no es posible porque Javier está ahí y siempre que tiene que dar una nota la da. Pero también es agradecido porque hace que estés cada día muy atento a lo que tienes que hacer.
La obra cuenta con una pantalla en la que se ven algunas colaboraciones estelares. Efectivamente. El objetivo de Adolfo es que la película sea una porquería y que no salgan actores guapos, no vaya a ser que conquisten a su novia. Varios compañeros nuestros de profesión se han prestado a hacer cameos: El Langui, Enrique Villén, Millán Salcedo, Quique San Francisco…como ves, todos súper guapos.
Estamos ante una sátira ácida sobre la televisión y el cine, ¿ves algo en ella que reconozcas de tu experiencia en esos medios? Algo se ve siempre. Aunque esta sátira se podría haber hecho sobre cualquier otra profesión y Javier eligió que girara en torno a la nuestra para que nadie pensara que buscábamos meternos contra un gremio concreto. Esta lucha de influencias, de dinero, de infidelidades…todo esto y más se puede producir en nuestra profesión y en cualquier otra.
No es la primera vez que tienes una obra en plena Aste Nagusia, ¿te hace especial ilusión? Claro. Yo mamé el teatro en Aste Nagusia cuando era un chaval. Iba a ver a todos los grandes que pasaban por Bilbao: José María Rodero, Adolfo Marsillach, Lola Herrera, Concha Velasco… Poder verme a mí mismo subido al escenario al que subían aquellos a los que un día admiré me da mucha satisfacción. Y el público es maravilloso en todas partes pero al de tu casa te hace más ilusión ganártelo.
Has adquirido una gran fama como presentador pero ¿tienes más vocación por la interpretación? Me gustan las dos cosas. La tele es muy caótica. A los tipos que no nos movemos bien con guión y nos defendemos mejor en la improvisación nos da mucha felicidad. Trabajar como actor es más divertido porque tienes compañeros de viaje y te permite crear personajes y contar historias.
Aunque presentas programas muy diversos al final siempre son un éxito ¿crees que tiene que ver con tu labor o con que escoges bien? Hay formatos tan buenos que tiene que ser muy malo el presentador para que no atrapen al público. El único mérito que tengo yo es reconocer que son buenos y decir que sí cuando me dejan presentarlos. Luego la labor del presentador consiste en no tomar demasiado protagonismo y dejar que el programa fluya.
¿Se sorprende mucho uno presentando un programa como First Dates? Sí. Me gusta hacer programas con gente de la calle porque son los únicos que ya me pueden sorprender. Texto de Roberto González.