Iñaki Nieto. Flechazos cotidianos.

El colectivo Los Zurdos trae a Donostia y Bilbao “Amores minúsculos”, obra adaptada de un cómic de Alfonso Casas acerca de los pequeños romances. A partir de un inicio modesto la pieza ha acabado triunfando en Madrid y Barcelona.
¿Cómo surgió esta adaptación? Me lo pidió mi socio, Diego Rebollo, que es de Bilbao. Los Zurdos somos tres amigos a los que nos gustaba mucho el teatro y teníamos ciertos vínculos con ese mundo. Habíamos estudiado interpretación y queríamos hacer un proyecto más profesional. Una semana Diego leyó una tira en El País Semanal y descubrió a Alfonso Casas, que tenía una obra anterior llamada “Marica tú”, de la que se va a hacer una película, y también tenía “Amores minúsculos”. Decidimos intentar adaptarlo sin ninguna expectativa más allá de estrenarla en alguna sala alternativa de Madrid durante una o dos semanas. Cuál fue nuestra sorpresa que cuando estrenamos en julio de 2014 el boca oreja fue muy bueno y se llenaba prácticamente todos los días. A partir de ahí fuimos pasando a otras salas como el teatro Lara o el Nuevo Apolo o el teatro Capitol en Barcelona, con un elenco nuevo.
Ha habido algunas otras experiencias de cómics llevados a teatro, ¿es complicada esa traslación? El cómic está estructurado en tres historias de amor totalmente distintas que concluyen en una fiesta de la que partían las tres historias. Son las relaciones entre tres personajes principales y tres secundarios. Lo que hice fue darle más importancia a los personajes secundarios y entrelazar las tres historias para que tuvieran más tensión dramática.
¿Tuvisteis feedback del autor del tebeo? Estaba muy reticente al comienzo. Yo escribía el guión sin tener los derechos aprobados porque él quería ver primero el resultado. Fueron cuatro meses de idas y venidas del guión hasta que en diciembre –yo empecé a escribir la obra en agosto- por fin lo aprobó. Desde entonces nos ha apoyado muchísimo. Lo de llevar la obra a Barcelona fue casi un homenaje a él porque él vive allí aunque sea de Zaragoza.
¿A qué hace referencia el título? A todas aquellas historias que vivimos a lo largo de nuestra vida y a las que no le damos gran importancia porque estamos esperando a qué suceda el gran amor. En cada una de ellas vives lo que el gran amor te podría haber dado: noches sin dormir, lunas llenas, lunas negras, risas, mordiscos, etc. Lo que dice la obra es que hay que vivir el presente y darle importancia a estas pequeñas historias.
¿Cómo fue el casting? Tanto en Madrid como en Barcelona se presentaron unas ochocientas personas. Llegamos a un punto en el que teníamos a doce actores que valían perfectamente para los personajes. Eso nos llevó a tener dos repartos en Madrid. El proceso de ensayos fue muy interesante. Fueron cinco semanas en las que no junté para nada ninguno de los repartos. Cada uno le dio un enfoque muy personal y salieron dos obras distintas. Después empezamos a mezclarlos y también fue muy interesante porque luego tenían parejas distintas y tenías cuatro combinaciones.
¿Es sobria la puesta en escena? Sí. Lo que buscamos es que el actor conecte con el público. Tiene como característica que todos los personajes están todo el tiempo en escena. Pasan a ser espectadores cuando no les toca y vuelven a actuar cuando les corresponde. Es bastante curioso ver cómo pasan de lo que yo llamo “situación de esfera” a actuar. Es una obra que rompe la cuarta pared casi desde el principio. Hay un monólogo de cada uno de los personajes dirigiéndose al público. A ver qué tal se da con el público del País Vasco. Texto de Roberto González. Fotografía de Jordi Much.