Verónica Forqué. Un golpe de suerte.
Verónica Forqué interpreta a Margarita, una madre soltera de una chica discapacitada y con dificultades para llegar a fin de mes hasta que reaparece en su vida el amor de su adolescencia (Juan Fernández), ahora un médico de prestigio. Es el argumento de “Buena gente”, una obra que obtuvo éxito en Broadway y continúa triunfando en España de la mano del director David Serrano.
Es una obra de un ganador de un premio Pulitzer y un papel por el que Frances McDormand ganó un premio Tony. Todo esto, ¿supone mucha responsabilidad? Responsabilidad, no, al contrario. Lo hace todo mucho más fácil. Es una alegría que te ofrezcan una cosa y te pongas a investigar y veas que lo ha hecho Frances McDormand, una actriz que me gusta muchísimo. Cuando la leí me pareció muy emocionante, muy divertida y muy oportuna para el momento que estamos viviendo. El personaje de Margarita me pareció maravilloso. Es una heroína de barrio.
¿Fue necesario adaptar mucho la obra o es muy parecida a la versión norteamericana? Es tal cual la obra original, evidentemente adaptada al castellano y a un barrio de una ciudad de España. No se dice dónde se desarrolla y no hay bromas pegadas a nuestra actualidad. Pero sí son personas que tienen nombres españoles y cuya forma de hablar es propiamente española. Es una adaptación muy bien hecha y muy fiel a la original. El espíritu de la obra está intacto y también su sentido del humor.
¿Cómo es el trabajo de David Serrano, responsable de “La Venus de las Pieles” o “Lluvia Constante»? No había trabajado con él y es una persona fácil en el mejor sentido de la palabra porque es muy relajado, no tiene ningún sentido de la autoridad. Al ser un hombre joven es un compañero más. Somos un equipo. Eso sí, siempre lo que vale es su última palabra y sabe lo que quiere. Es muy inteligente y muy currante y nosotros también somos muy currantes. Ha sido un trabajo muy agradable. Hemos ensayado en su casa, tomando café, muy relajadamente y de manera muy suave. Ha sido muy bonito.
¿En qué reside el éxito de la obra? ¿En que pone a la gente una sonrisa en la cara? El título es muy bonito y llama mucho la atención y la historia es muy emocionante y dura, como la vida, pero a la vez es muy divertida. Todos necesitamos reírnos. Es una historia muy cotidiana en la que todos nos podemos sentir identificados con personajes muy humanos, muy corrientes, y eso es lo que atrapa de la función.
¿Es una obra optimista o realista? Es una obra realista en la que se habla mucho de la importancia y la influencia de la suerte en nuestras vidas, hasta qué punto nos influye el lugar donde has nacido, la familia que has tenido. Es curioso que mi personaje, para mí sea una heroína y una superviviente y que la obra se llame “Buena Gente” y, sin embargo, muchos amigos que han venido a verla opinan que Margarita es un bicho y otros piensan que es un ser maravilloso. Es algo muy curioso que nunca me había pasado con una obra, que hubiera tantas maneras de verla. Eso es mérito del autor. Ninguno de los personajes es totalmente malo ni totalmente bueno.
¿Es fácil encontrar a esta “buena gente” en la vida real? Sí hay gente muy buena, que no lo va diciendo ni lo va contando por ahí. Simplemente lo es. Si no fuera así el mundo habría desaparecido ya. Creo que el ser humano tiende a la bondad y que la evolución de nuestra especie tiende hacia la luz.
¿Y suele ocurrir que son mejores personas, precisamente, los que menos tienen? No necesariamente. Quizá a veces sí. La gente más honesta a nivel material no consigue tantas cosas como la gente que es deshonesta, pero la gente que es buena no necesita tampoco millones de euros en algún banco por ahí, tiene otros valores más importantes.
¿Cómo es la puesta en escena de la obra? Es muy realista y lo importante son la historia y los actores. Está muy bien contada la historia, se entiende muy bien. Eso es muy importante. Mi padre siempre decía “lo más importante es que se entienda bien la historia”. Es verdad y es una cosa que se nos olvida a menudo. Lo más importante es que la historia llegue, como un hacha que deshiela la capa de escarcha que cubre el corazón de algunas personas.
¿Qué cuentas de tus compañeros de reparto? Solo había coincidido antes con Juan Fernández. A los demás les conocía pero nunca había trabajado con ellos. En teatro cuando las cosas van bien -que en mi experiencia es siempre- somos como una familia de gitanos, que nos contamos todo, nos lloramos todo y nos vamos de gira y compartimos muchas cosas, y tenemos mucha confianza y nos damos nota unos a otros. Todos tenemos una escuela muy similar de trabajar y eso es muy importante, que todos creamos en una manera de ser buenos actores.
¿Te sirvió esta obra como bálsamo para salir de la depresión que atravesaste el año pasado? Sí, el año pasado estuve malita pero afortunadamente salí en noviembre. He superado la enfermedad. Ya he hablado de ella porque hay muchas personas que la sufren o que la van a sufrir. La sufren tres veces más mujeres que hombres. Lo cuento porque al ser una persona que la gente conoce soy un vehículo para contar que de esa enfermedad se sale y que esa enfermedad se cura. Creo que es necesario que lo diga.
¿Recientemente te han surgido más oportunidades en el teatro que en otros medios o es una cuestión de preferencia de este medio sobre el cine o la televisión? Escojo las cosas en función de la emoción que me producen. El año pasado hice tele, ahora estoy haciendo una película también pero lo que más me gusta es el teatro y los mayores ofrecimientos que tengo a mi edad son en el teatro y estoy muy contenta con ello, no me quejo. Texto de Roberto González. Foto de Javier Naval.