Josema Yuste. Problemas de la bigamia.
El cómico interpreta a un taxista profundamente enamorado de dos mujeres en una libre adaptación de «Taxi», una comedia de enredo de Ray Cooney, que él mismo dirige con la colaboración de Alberto Papa-Fragomén.
¿Por qué optaste por este texto para debutar como director de teatro? Cuando vas a hacer un proyecto nuevo tienes que saber muchas cosas: averiguar qué es lo que la gente espera de ti y qué es lo que gusta en un momento adecuado. Al final te das cuenta de que el factor suerte es muy importante. Yo elegí “Taxi”, que es una comedia de enredo porque creo que me muevo muy bien en el tema del enredo en el teatro. En “La cena de los idiotas” me desenvolví muy bien y yo quería una historia que no tuviera nada que ver pero que tuviera un código parecido. Navegando un poquito en internet me encontré con esta obra. Creo que he acertado.
¿Y ya sabías que Alberto Papa-Fragomén debía ayudarte en la dirección? Tenía claro que quería ya dirigir, me lo pedía el cuerpo pero también era consciente de que ser uno de los actores principales y al mismo tiempo dirigir era muy difícil. Alberto ha sido para mi un apoyo absolutamente fundamental tanto en la versión, porque él es guionista, como en la dirección. Yo estoy muy cómodo dirigiendo pero no soy guionista. Siempre he sido pequeño guionista de gags. No sé escribir una historia ni dialogarla pero si me proporcionan un argumento sí que sé colocar las bolas de navidad al árbol. Entre él y yo hemos hecho una versión libre de “Taxi”.
En el dossier de la obra dices que actualizas e incluso destrozas la obra de Cooney, supongo que es broma. Sí, es una broma. No se puede destrozar algo que está tan bien escrito, pero en cuanto a actualizar, sí. Es una obra escrita en Inglaterra en el año 80. Hemos hecho algo más actual, más moderno, en la que no se ha quitado del todo el toquecito machista que tenía ya que se trata de un hombre que está relacionado con dos mujeres, que es algo que no se concibe en nuestra sociedad, pero en este caso está profundamente enamorado de las dos. No es la típica historia de un señor que tiene una amante.
¿Podría darse en la vida real? Claro que ocurre. Al final la gente sale muy feliz porque es una proclama a una posibilidad de amor que puede ocurrir dentro de una comedia de enredo con muchos gags. No me vale con cuatro o cinco sonrisas. Yo soy un defensor a ultranza de la carcajada.
Y, por supuesto, contaste de nuevo con Felisuco. Felisuco ya forma parte de mi compañía de teatro. Aparte de amigo es un personaje con una gran vis cómica que él mismo desconocía y despierta en la gente cierta ternura.
Inicialmente contabais con Pedro Reyes, antes de que falleciera. Sí, estrenamos “Taxi” en Málaga con Pedro Reyes. La función es muy coral pero los más protagónicos son el mío y el vecino estrafalario, jeta, completamente loco, que es el papel que hacía Pedro. Tenía una gran fuerza en escena y la gente se reía solo con verle. Yo siempre he sido un gran admirador de su comedia surrealista pero nunca había trabajado con él y por fin lo conseguí. Aparte era una persona absolutamente sencilla y humana, muy majete. Y desgraciadamente le dio un infarto en su casa mientras dormía. Su propia mujer nos dijo que teníamos que seguir, que era lo que Pedro hubiera querido. El espectáculo debe continuar. Es una frase dura pero realista. Hicimos un casting y dimos con Alfredo Cernuda, un compañero con el que había hecho doblaje hace años, que estuvo en la primera época de las “Matrimoniadas” de Jose Luis Moreno. El tío lo hace fenomenal y también estoy muy contento con él.
¿Y las chicas? Diana Lázaro había hecho un programa infantil durante seis años llamado “Los cibernéticos”. Hizo la prueba y al minuto tres me di cuenta de que era perfecta. Esther del Prado trabajó conmigo y con Millán en “El robobo de la jojoya” y también hizo algún sketch con nosotros. El casting está perfecto pero además son todos unos tíos estupendos.
Dices que siempre tienes nervios antes de salir al escenario. Siempre. Aunque lleve cinco años haciendo una obra el minuto antes de salir estoy muy nervioso. Me siento en una silla entre bastidores y procuro no hablar con nadie, estar tranquilo y concentrarme. Alfredo hace exactamente lo mismo, le veo en otra silla sentado, cerrando los ojos (Risas). Es un momento un pozo zen.
¿Crees que tendrá tanto éxito como “La cena de los idiotas”? Llevamos treinta funciones y en todas menos en una, la gente se ha puesto de pie al acabar la obra. No puedo predecir si esta obra va a ser el mismo éxito que “La cena de los idiotas”. ¿Va camino? Tal vez.
¿Seguirás dirigiendo? Sí, siempre quise hacerlo pero no me sentía capaz. Pero de repente escuché una vocecita interior que me dijo: “Lo quiero hacer y lo puedo hacer” y lo he hecho y lo voy a seguir haciendo el tiempo que pueda. Texto de Roberto González. Fotografía de Javier Naval.