Terry Chimes. De «The Clash» a «The Crunch»
El que fuera el primer batería de The Clash antes de la llegada de Topper Headon se ha unido a Sulo Karlsson de Diamond Dogs, Dave Tregunna de Sham69, Mick Geggus de Cockney Rejects y Idde Schultz de Docenterna para formar The Crunch, un grupo británico/sueco de power pop, punk y rock que sacará su segundo disco, “Brand New Brand”, en abril.
Dejaste la música durante un tiempo para convertirte en quiropráctico. ¿Cómo y cuándo surgió tu nueva banda, The Crunch? Sulo Karlsson puso en marcha un libro con entrevistas a viejos músicos y acudimos a una fiesta con motivo de esta publicación. Mis compañeros me preguntaron si podía tocar un par de canciones y tuvimos esta conversación: “¿Cuándo fue la última vez que has tocado?”. “Hace veinte años”, contesté. “¿Aún puedes hacerlo?” “Sí, es como andar en bici, nunca se olvida”. Cuando salimos del aeropuerto insistieron: “No creemos que aún puedas tocar”. Respondí que por supuesto. Así que empezamos a la de una, dos, tres y la señal fue tan poderosa que me puse a tocar de inmediato pero después mis brazos me dolieron terriblemente por la falta de práctica. Eran canciones de pura fuerza, de unos dos minutos. Pasamos el fin de semana juntos y nos divertimos mucho hablando y tocando, así que pensamos: “Tenemos una banda aquí”. Sacamos nuestro primer álbum y ahora estamos con el segundo, que está quedando muy bien. Inicialmente estábamos cuatro y luego se nos unió Idde Schultz para las voces de acompañamiento.
Entonces, ¿fue Sulo el impulsor del grupo? Sí, es el compositor más prolífico que conozco. Puede escribir una canción en cinco minutos, lo que es muy útil. Normalmente es difícil dar con buenas canciones para el segundo álbum pero Sulo ha sido capaz de hacerlo aún mejor. Estamos muy contentos del resultado.
Cada miembro de The Crunch tiene una larga carrera en el mundo del rock and roll, en grupos un tanto diferentes, ¿cómo definisteis un estilo común? Estuvimos hablando sobre nuestra lista de mejores y peores bandas. Vimos que teníamos gustos similares excepto por alguna excepción. Por ejemplo yo no puedo aguantar a Queen, para mi es la peor banda del mundo, pero a Mick le gusta bastante. Aparte de algunas discrepancias como esa tenemos una idea bastante clara de quién es bueno y quién es malo, así que cuando nos juntamos simplemente tocamos como nos gusta, y eso es bueno.
Tanto en sonoridad como en significado el nombre de la banda recuerda a The Clash. Teníamos cientos de nombres para escoger. Suele ser una elección difícil porque una noche te puede gustar un nombre y a la mañana siguiente te puedes despertar odiándolo. Nos decidimos por este porque es simple, fácil, tiene un cierto impacto y se presta bien a expresiones como “El ritmo The Crunch”, “El sonido The Crunch”.
En los conciertos tocáis vuestros nuevos temas pero también algunos clásicos. Dábamos algo al público que le sirviera de nexo para que reconocieran de dónde venimos y decidimos tocar una o dos canciones de cada grupo: Cockney Rejects, Sham 69 , The Lords of the New Church y The Clash.
¿Cuál fue la aportación de Idde Schultz? Las voces de acompañamiento suelen ser algo complicado en muchas bandas en las que he estado y a veces son la peor parte porque es parecido a cantar pero no del todo. Con la entrada de Idde nuestro sonido se volvió mucho más pleno y además también ayuda con la percusión y los teclados.
¿Cómo definirías a The Crunch en cuanto a las letras de las canciones? Es curioso porque la lengua materna de Sulo no es inglés, por lo que estoy muy atento a todos los dobles sentidos de las letras y la mejor manera de transmitir las ideas para que lleguen al público.
Vuestro segundo disco sale en abril, ¿dirías que tiene el mismo estilo que el primero? Es un estilo similar pero esta vez nos tomamos mucho más tiempo pensando antes de grabar las canciones. No ha sido como ir corriendo al estudio y grabarlo en un par de horas. Esta vez hemos cuidado cada detalle.
¿Qué recuerdos tienes sobre tu paso por The Clash y de Joe Strummer en particular? Escribí mis memorias tituladas “El extraño caso del Dr. Terry y Mr. Chimes” en las que detallé docenas de historias, algunas divertidas, otras serias, otras locas. Joe Strummer era un tío divertido. Era muy imprevisible y eso me gustaba porque nunca sabías lo que iba a pasar.
Participaste en la gira en la que The Clash acompañó a The Who. Debió ser toda una experiencia. Sí, fue el tour más grande en ese momento. El número ideal de público para tocar son tres mil personas porque hay mucha gente y se percibe la energía, pero cuando hay cien mil sólo ves una nube de puntos. Por eso el lugar perfecto para tocar es un teatro de tamaño medio. Me pregunto por qué cuando tocan los Rolling Stones, por ejemplo, insisten en montar esos espectáculos masivos. Han perdido la capacidad de ver a la audiencia.
Como batería y quiropráctico me preguntaba si has visto la película “Whiplash”, que muestra los dolores físicos a los que uno se expone dedicándose a la música. No he visto aún la película pero quiero verla. Me di cuenta con el tiempo de que me gustaba el tema de la salud natural y que no me gustaba que la gente se dañara con las drogas o con la cirugía, por eso acabé de quiropráctico.
¿Qué podemos esperar de los conciertos y del futuro de The Crunch? Al principio teníamos pocos temas propios así que tirábamos de los clásicos pero ahora con el segundo disco tenemos un montón de temas nuevos que la gente empieza a reconocer, aunque no podemos dejar de lado los clásicos porque tienen mucho tirón. Creo que iremos creciendo con el público y nos irán conociendo mejor. El problema de los grupos de rock es que a menudo duran muy poco porque la gente suele acabar harta los unos de los otros. Pero nosotros no nos planteamos hacer giras ridículamente largas que es lo que acaba quemando a la mayoría. Nos llevamos muy bien entre nosotros y tenemos gustos parecidos por lo que creo que podremos seguir tocando juntos durante mucho tiempo.
Texto de Roberto González.
The Crunch tocarán el 11 de abril en la sala Helldorado de Vitoria