Amparo Larrañaga. Conflictos familiares.
La conocida actriz participa en una versión de la obra de Mathieu Delaporte y Alexandre de la Patellière, también llevada al cine, en torno a un grupo de amigos que prepara una cena para celebrar la llegada de un bebé. Todo marcha bien hasta que se descubre el nombre del futuro niño.
Parte de la sorpresa de “El nombre” se basa precisamente en…el nombre del niño. ¿Sigue siendo una sorpresa después de haber habido una película y otras representaciones al respecto? Cuando hice “Ser o no ser” pensaba que era una película que todo el mundo conocía pero sólo la conocen los cinéfilos. Y esta obra la gente no la conoce mucho y sigue creando mucha sorpresa cuando se descubre el nombre. Es una película francesa que no se ha pasado en cines muy comerciales. Originalmente es una obra de teatro francesa, que se ha estrenado en el mundo entero. Se estrenó en Buenos Aires y en Cataluña…y en todas partes ha sido un megaéxito y después es cuando se hizo la película.
¿Y cómo es la versión de Jordi Galcerán? Como siempre, perfecta. A todo el mundo le ha gustado más la película que la obra teatral francesa. Sin embargo la adaptación de Jordi, tanto la castellana como la catalana, le encanta a todo el mundo. Es muy habilidoso con la comedia y construye divinamente. Tiene un talento extraordinario.
¿Qué similitudes tiene con “Un dios salvaje” de Yasmina Reza? Es un poco el teatro de ahora que no es argumental sino situacional, se produce el argumento a raíz de una situación. En realidad si te pones a plantear de qué va, no trata de nada, es una situación familiar. A raíz de un pequeño detalle va sucediéndose una cosa detrás de otra. El conflicto que surge por el tema del nombre en realidad se acaba rápido, pero lo que genera es una serie de escupitajos con respecto a lo que cada uno tiene guardado sobre los otros durante un montón de años , en clave de comedia total, de un grupo de amigos que se han convertido en familia porque yo me he casado con un amigo de la pandilla. Mi marido y mi hermano no tienen nada que ver, uno es un intelectual, nada materialista, que no tiene televisión en casa, el otro tiene una inmobiliaria, les regala iPads a los niños con cuatro años, tiene un cochazo impresionante…y luego está los que tienen y no tienen sentido del humor, que es algo que también se trata mucho.
¿Cómo es tu personaje, Isabel? Es un personaje que a priori no sabía si me iba. Tenía la referencia de dos actrices espléndidas , la que lo había hecho en Barcelona y en la película. Con Gabriel Olivares, el director, hablamos de cómo orientar a este personaje. Yo estoy acostumbrada a hacer de mujeres de carácter, coger el látigo me va bien. Suelen ofrecerme papeles de jefa y cosas así. De repente hacer una ama de casa y profesora de instituto que está puesta detrás de su marido es muy diferente. Tiene un monólogo muy bonito al final y a la gente le encanta. Para mi ha sido muy interesante crearlo.
¿Requiere mucho esfuerzo de interpretación por ser una obra minimalista? Es muy coral, lo que pasa es que unos personajes son más participativos y otros tienen su momento. El esfuerzo es igual aunque unos hablen más y otros un poco menos. Igualmente me parece que hoy por hoy cinco actores encima de un escenario es un esfuerzo grande, la mayoría buscan obras con menos personajes. El director decía que quería una cosa un poco más naturalista que el teatro, que es un poco el reino de la metáfora, y que el cine, que era la hiperrealidad. Hablar a la vez, que se escucharan las risas…Obviamente están en una cena y la gente no espera a que el otro termine de hablar. Funciona muy bien pero conseguir eso es un currazo impresionante.
Debutaste con quince años en el teatro, ¿qué cambios has visto en todo este tiempo? Una barbaridad, lógicamente. Cuando empecé había más público en el teatro. También es verdad que no había relevo generacional, ser primera actriz era una cosa que conseguías con una edad importante si no eras la más joven o galancito. Después se produjo un relevo generacional no sólo arriba del escenario sino que también atrajo a un público más joven. Hay muchas comodidades nuevas y muchas dificultades mayores. Ahora el boca a boca es exponencial con los whatsapps, antes esperabas un mes para que la gente se fuera enterando. Las obras eran de dos horas con descanso. Antes los viajes en las giras eran eternos, llegar a Jaén te costaba siete horas. Había muchos cambios porque la televisión en eso también ha cambiado la forma de comunicar la palabra, la gente está acostumbrada a otra manera de expresar mucho más natural.
Hace poco Juan Echanove nos decía que el teatro no se puede piratear, que hay que asistir, pero ¿realmente eso ayuda a que haya más público? Depende. El teatro ha perdido espectadores claramente. Si no eres muy aficionado el gran porcentaje del público va una vez porque le cuentan que con esa obra se va a reír muchísimo. No porque la obra sea muy buena, sino porque es divertida. Por eso hay esa obsesión por hacer comedias porque al público es mucho más difícil arrastrarle con otros géneros. Nosotros tenemos público muy mayor, muy joven, niños… es muy blanco , no molesta a nadie y funciona pero son pocos los espectáculos que funcionan.
¿Te gustaría hacer más cine o televisión? La verdad es que he pasado mis treinta años con siete ofertas de película en un año cuando eres una tía cañón que sale en el MAN y te ofrecen un montón de cosas, que no significa que vayas a convertir tu carrera en una carrera de largo recorrido. Cuando tenía dieciocho años presentaba un programa de televisión llamado “Aplauso” en el que ganaba muchísimo dinero pero me fui a los tres meses porque Arturo Fernández me ofreció mi primer papel protagonista en teatro. A partir de los veinticuatro cuando montamos la empresa familiar mi dedicación ha sido total y absoluta a esto. Esta es una carrera de largo recorrido, no importa tener treinta o cuarenta años. No es como en el resto del mundo que una mujer de esa edad ya es mayor. En el teatro no tienes esa presión. El teatro es lo que más me gusta del mundo, de pequeñita y luego porque los hermanos generamos una empresa familiar y vivimos de ello. Podemos escoger, no como está sucediendo ahora que gente importantísima está haciendo pruebas para series que luego son un horror. Texto de Roberto González.Fotografía de Sergio Parra.