Celtas Cortos. Solos ante el peligro.

Los vallisoletanos presentan, casi cuatro décadas después de su formación, su nuevo álbum ‘El mundo del revés’ (2024). Un disco mestizo, maduro y festivo en el que no faltan ni la crítica social ni su inconfundible sonido celta. Jesús Cifuentes, Alberto García y Goyo Yebes están girando este 2025 acompañados por la formación Sinfónica Virtuos Mediterrani tocando sus temas de siempre. Hablamos con Goyo Yeves, saxo, whistle y fundador de la banda.
¿Cómo surge esta gira sinfónica?
Conocimos al que es el director de la Orquesta Virtuos Mediterrani, Gerardo Estrada, en un concierto nuestro por Asturias. Nos contó que tenía un grupo en Venezuela que hacía folk rock y tenían temas inspirados en Celtas Cortos (risas). ¡Alucinamos porque era muy fan y gran músico! Grabamos en Alicante y fue una maravilla. ¡Este tío nos conoce tanto que los arreglos que hizo a nuestras canciones son perfectos! Surgió la idea de hacer algo por teatros en 2025 ¡y aquí estamos juntos!
¿Con cuántos músicos vais a contar para este formato de directo?
Seremos los siete de Celtas que vamos siempre de gira y de la orquesta vienen unos 17. Hay una representación de cada sección, violines, vientos, piano… ¡Será por ingredientes!
¿Cómo está reaccionando la gente al veros en sinfónico?
Es realmente emocionante descubrir nuestras canciones de siempre de otro modo, ¡con tantos matices, intros y colores! Es como ir al sastre, que te hagan los trajes a medida y que le pongan bordados preciosos. Es algo inesperado, no te lo imaginas, es verdad que grabamos un disco con orquesta sinfónica, pero no hicimos gira. Y ahora era el momento.
¿Preferís grandes estadios o pequeños teatros, Goyo?
No estamos acostumbrados, ni a estos recintos ni a estos horarios (risas). ¡Tocar a las siete de la tarde es algo increíble! Es una experiencia única, con una energía brutal, algo que no se va a repetir y que justo acaba en Bilbao el 15 de mayo. Es diferente a ver a Celtas Cortos en unas fiestas al aire libre, por supuesto que nosotros somos de rock and roll, es a lo que estamos acostumbrados, pero ahora en los teatros empezamos a ver que el público se levanta, aplaude y se lo pasa bien. ¡Aquí pasan cosas divertidas!
Leí por ahí que en verdad no hacéis 40 años hasta 2026, pero en todas partes aparece 1984 como vuestro año de formación.
Efectivamente (risas). En el 84 yo iba al instituto, éramos 4 alumnos y un profe de francés, que era el violinista. ¡Formamos un colectivo y tocábamos en las terrazas! Fue en el 86 cuando nos presentamos a un concurso y lo ganamos, 100.000 pesetas, ¡era una barbaridad! Fuimos a la radio y nos bautizamos como Celtas Cortos. Los orígenes son del 84 pero el nombre del 86. De esa primera formación, ¡sólo quedo yo! El más veterano, que no el más viejo.
«No estamos acostumbrados, ni a estos recintos ni a estos horarios (risas). ¡Tocar a las siete de la tarde es algo increíble! Es una experiencia única, con una energía brutal, algo que no se va a repetir y que justo acaba en Bilbao el 15 de mayo».
Goyo, ¡cuéntanos la anécdota del nombre de Celtas Cortos!
Tras el colectivo del instituto, nos llamamos Colectivo Eurofolk (risas), la gente nos empezaba a conocer y debíamos buscar un nombre con más impacto. Nuestro batería Nacho fumaba Celtas Cortos, que era un tabaco sin boquilla, muy pequeño. Había de los largos y de los cortos, un tabaco muy popular que fumaba la gente joven que no tenía para más y estaba de moda por aquel entonces. ¡Pues ese tabaco desapareció enseguida! Pero nosotros mantuvimos el nombre con el grupo, fíjate.
¿Cómo ha sido mantenerse en lo alto, después de aquella década gloriosa de los 90?
Mandábamos muchas maquetas en casete a Madrid, no conocíamos a nadie pero acabamos grabando un disco. Vendimos 10.000 copias ¡y eso que era todo instrumental! En el segundo disco ya metimos voz y nos pusieron en Los 40 Principales. En la radio la gente no había oído antes ese tipo de música, era una fusión peculiar para la época, se oía una gaita de repente y gustaba (risas). Después ya vino la década de los 90 con nuestro mítico “20 de Abril” y sonábamos en todas partes. Imagínate… Hacíamos más de 100 conciertos al año y teníamos 24 años, estábamos viviendo un sueño hecho realidad. Pero las cosas no están siempre arriba, bajamos el pistón con algún disco que no tuvo tanto éxito, Jesús el cantante se fue un tiempo pero en 2006 volvió a Celtas Cortos y preparamos otro disco, coincidiendo con el 20 aniversario de la banda. Somos corredores de fondo y estamos siempre en la carretera. Esa década marcó mucho, tocamos canciones que todo el mundo conoce y que van de generación en generación.
¿Qué canción eliges de Celtas Cortos?
Es muy complicado, pero me quedo con “La senda del tiempo”, por ser uno de los primeros cinco temas cantados con voz con esa incertidumbre. Es muy evocador, todo el mundo conoce, ¡se cantaba de campamento! A veces cuando estoy tocándola, cierro los ojos y me emociono.
¿Qué escucha vuestra banda?
Mucha fusión, el flamenco nos apasiona, de Manu Chao todo lo que hace nos gusta, Calle 13 es algo que oímos mucho en nuestra furgoneta y gente como Rozalén nos encanta, es amiga.
¿Con qué se quedan los Celtas del País Vasco y de Bilbao?
Desde los inicios, es uno de los sitios donde más hemos tocado, recuerdo cuando tocábamos en las fiestas de Sestao y Barakaldo, muy al principio. La gente en Bilbao nos quiere de verdad y nos gusta mucho aquello. El público vasco, con esa fama de ser frío, a nosotros nos da un calor especial. La ciudad es preciosa ¡y estamos deseando volver y cerrar esta gira allí! Texto de Ángela Saiz.