Bodegón con fantasmas. Misterios cotidianos.

Enrique Buleo escribe y dirige esta tragicomedia castiza, absurda y fantástica que recibió el Premio Blogos de Oro al Mejor Largometraje en la Semana del Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Solventes intérpretes como Pepe Carabias, Consuelo Trujillo, Bianca Kovacs o Eduardo Antuña interpretan a distintos habitantes de un pueblo de Cuenca que lidian con naturalidad con lo sobrenatural.
Tu película se ha comparado con el cine de José Luis Cuerda o con el de Juan Cavestany, uno de sus productores. ¿Tenías algún referente cinematográfico o literario?
Yo soy muy ecléctico y aparte me gustan muchas disciplinas artísticas. Me gusta mucho el cine, pero te diría que posiblemente me guste más la música. Entonces suelo tener un montón de cosas en cuenta, no una o dos en concreto, sino una amalgama de cosas. Hay un montón de fotógrafos que me interesan. En concreto hay dos fotógrafos españoles que me encantan, que son Txema Salvans y Ricardo Cases. Suelo tener un montón de cosas en cuenta también para evitar acabar pareciéndome demasiado a alguien. No hice nunca el ejercicio de intentar parecerme a nadie, pero sé que tengo muchas cosas de muchos.
Al ambientar la historia en este mundo rural, ¿pretendías plasmar una carta de amor a tu pueblo?
Para mí realmente nunca hubo una intención de retratar el mundo rural. Es simplemente una cosa natural en mí. O sea, no creo que los cineastas que sean de ciudad digan: “voy a retratar la ciudad”. Sino que al final ellos acaban contando lo que es más natural en ellos, lo que ellos conocen mejor.
Yo conozco mejor los pueblos que las ciudades, aunque viva en una ciudad y lleve muchos años viviendo en ciudades. Pero mis primeros dieciocho años de vida fueron en un pueblo. Yo creo que eso es lo que más te marca en la vida.
Y al final la manera de relacionarse la gente y el tipo de creencias que suelen darse en los pueblos, los controlo y son parte de mí. De hecho, fíjate, me han disgustado algunas críticas que he leído de la película porque hablan de una mirada, un retrato de la vida rural. Una mirada hacia los pueblos, hacia la España vaciada. Y yo siempre digo, sobre las películas que transcurren en ciudades nunca se dice eso. Nunca se habla de una mirada hacia la vida urbana, un retrato de la vida urbana. Sin embargo, hacia los pueblos, como son la excepción, porque no es la norma que se ruede en un pueblo, siempre se hace demasiado hincapié. Al final, yo creo que es un retrato del ser humano, lo que pasa es que localizado en un pueblo. Pero nunca he intentado que fuera una película sobre los pueblos, sino que simplemente es una película que transcurre en un pueblo.
En cualquier caso se percibe un interés por mostrar cómo impactan en ese mundo tradicional noticias de relativa actualidad: las teorías conspiranoicas de los chemtrails, la supresión del limbo por parte de la Iglesia…
Yo quería como que hubiera muchos elementos que unificaran la peli, ya que era una película episódica, que es algo que se recibe con cierto recelo y prejuicio sobre todo por parte de la industria más que por la del público. Entonces yo quería dotar a la película de mucha unidad. Y una de las cosas que a mí me interesan muchísimo siempre es el tema de las noticias falsas o sensacionalistas En realidad la mayoría de noticias que aparecen en la peli no son falsas. Son noticias que yo he oído en los medios de comunicación. La noticia del limbo apareció en todos los medios de comunicación de España, en los más serios y en los menos serios.
Igual que, por ejemplo, aparece también una cosa de un parque temático que iba a nacer en Ciudad Real, que se llamaba el Reino de Don Quijote, que iba a ser como en Las Vegas en Europa. Hay un montón de cosas que he desgranado en la peli porque me gusta mucho hablar un poco del tremendismo y del absurdo y de la hostilidad del ser humano. Y a través de ciertas noticias puedes caracterizarlo o hablar de ello como de manera muy sencilla, muy directa.
Existen muchos prejuicios sobre las películas de episodios, ¿cómo defenderías este subgénero?
No me ha quedado otra que hacer muchas reflexiones sobre este tema porque desde que empezamos con la peli hemos encontrado un montón de prejuicios y de recelos sobre todo en la industria del cine. Hemos pasado por un montón de programas de desarrollo, hemos ido a un montón de mercados de cine, a buscar financiación a un montón de instituciones y en muchos sitios ya directamente por el hecho de que fuera episódica, la acogían con mucho recelo.
Y yo siempre decía: vamos a ver, la estructura narrativa de una película nunca determina su calidad. Si fuera así, no habría películas episódicas que fueran buenas, ni películas no episódicas que fueran malas.
O sea, me hacía mucha gracia porque de verdad que era bastante ridículo. Me decían: ¿y por qué episódica? Y yo decía: ¿y por qué no? O sea, ¿es que lo no episódico tiene que ser la vara de medir?
Yo tengo muchos motivos para defender las películas episódicas, todos muy personales, evidentemente. Lo primero, yo crecí viendo películas episódicas en mi infancia, en los ochenta, y tengo un recuerdo muy bueno de ese tipo de películas. Entre los recuerdos como más felices de mi vida se encuentran también las antologías de cuentos de terror que solía leer con mi madre antes de dormir. Entonces, yo quería hacer como una especie de homenaje a ese tipo de libros que yo leía cuando era un niño y a ese tipo de pelis que veía.
Luego, aparte, pues esta película habla, entre otras cosas, sobre la soledad. Y para mí, la estructura narrativa episódica me permitía como llevar el tema de la soledad mucho más lejos. Si al final hubiera cogido estas cinco historias y las hubiera ido entremezclando, como una película más al uso , creo que el sentimiento de soledad hubiera sido menor.
Sin embargo, el hecho de hacer completamente estancas cada una de las historias, me parece que refuerzas un poco la sensación de soledad que viven los personajes. Aparte de que, bueno, yo normalmente cuando me enfrento a ver una película episódica o a leerme un libro antológico y tal, yo por el tipo de persona que soy, que siempre tengo problemas para que las cosas me parezcan suficiente, siempre tengo la sensación un poco esperanzadora de que ahí voy a encontrar algo que hable de mí o algo que me satisfaga o que me llene. Algo que no me pasa con las películas de una sola historia, donde te la juegas todo a una trama.
Si no conectas con esa trama, estás perdido. Sin embargo, en una película episódica siento que tienes más oportunidades. Y eso, por ejemplo, para mí es una cosa superpositiva. O sea, cuando yo me enfrento a una peli episódica, siempre tengo la sensación de que me puede llenar, de que tengo más posibilidades de que me llene que una película al uso. Pero claro, son cosas muy personales. En el fondo, yo tampoco puedo decir que este género sea mejor que ningún otro, porque tampoco lo pienso. Simplemente es una cosa que a mí me sirve y que me gusta.
«Esta película habla, entre otras cosas, sobre la soledad. Y para mí, la estructura narrativa episódica me permitía como llevar el tema de la soledad mucho más lejos. Si al final hubiera cogido estas cinco historias y las hubiera ido entremezclando, el sentimiento de soledad hubiera sido mucho menor».
Sí, en este caso sí que parece que conecta un poco con lo que decías de la antología literaria. Y ahora sí que se llevan a veces películas que no son propiamente episódicas, pero que les ponen intertítulos en medio, cosa que a veces sobra un poco.
Y luego también hay películas episódicas que se acobardan al final y de repente en la última historia empiezan a entremezclar todo. Hacen que aparezcan todos los protagonistas de todas las historias y que se crucen. O sea, fíjate, eso es una cosa muy fácil de hacer. Y es algo que en muchos lugares nos aconsejaron. Y yo decía: pero, ¿por qué se tienen que cruzar al final? O sea, tú lees una antología de cuentos, como ‘Música para camaleones’ de Truman Capote y no necesitas que en el último cuento se mezclen todos los personajes de todos los cuentos que has leído. Yo desde luego no lo necesito. Y me parecía como una medida como muy cobarde. En plan, venga, voy a hacer una peli episódica, pero al final voy a concederle a la industria lo que me está pidiendo. Eso tenía superclaro que no lo iba a hacer. A no ser que la película lo pida dramáticamente y de verdad tenga sentido hacerlo y eso haga que la peli sea mejor. Pero si es simplemente por dar esa sensación de humildad, pero que es una sensación completamente falsa y metida con calzador, yo ahí tenía bien claro que no lo iba a hacer. Y de hecho no lo hice.
Lo que supongo que sí buscaste es cierta unidad estética en cuanto al formato, el tipo de encuadres muchas veces simétricos, la repetición de movimientos de cámara como el travelling lateral…
Sí, al final es que yo estaba un poco dirigiendo como realmente me gusta dirigir. En el fondo, aunque fueran cinco historias, yo la intuyo como una sola película, con una estética determinada. No necesitaba darle una unidad como falsa y arbitraria, sino que para mí tenía como muchísima unidad interna. Lo primero, estoy hablando de temas parecidos, de la soledad, la vergüenza, la muerte…Luego, la manera en la que están tratadas esas historias también está como muy desdramatizado todo. A mí me gusta mucho contar cosas muy heavys y muy dramáticas y muy trágicas, pero desdramatizarlas. Entonces, la puesta en escena también me permitía usar ese tipo de travellings laterales, siguiendo a las personas desde lejos.
¿Ofreciste alguna indicación sobre la banda sonora? Porque tiene también un toque bastante tradicional.
Sí, yo soy súper melómano. De hecho, yo estuve muchos años haciendo música antes de meterme al cine. Tenía muy claro un poco el tipo de tono de banda sonora que quería. Conocí a Sergio Bertrán, que es el compositor de la banda sonora u es un artista fascinante en todos los sentidos. Es talentosísimo y buenísima persona. Yo le iba diciendo un poco lo que yo necesitaba, lo que yo sentía que quería y él me iba haciendo propuestas. Estuvimos hablando muchísimo sobre la sonoridad que queríamos. Yo le decía que quería que tuviera un tono un poco misterioso pero que al mismo tiempo sonara un poco a música regional. Que tuviera los instrumentos que se utilizan normalmente en la música regional manchega, que son la bandurria, el laúd, las castañuelas… Pero llevándolo todo un poco como a un tono de misterio. Ritmos un poco como de pasodoble, de marcha procesional pero dándole un toque como de misterio, metiendo algún sintetizador por ahí. Y al final, fíjate, es una de las cosas que más me gustan de la peli, la banda sonora. O sea, me parece que ha hecho un trabajo flipante.
¿Cómo se realizó el casting? Por un lado querías actores profesionales pero por otro la mayoría han desempeñado papeles secundarios o no se les ha visto tanto en el cine actual…¿fue intencionado para que se identificaran con sus personajes?
En el fondo es que para mí los diez actores y las diez actrices más famosas de España me parece que se comen a los personajes. Yo veo una película de un actor superfamoso y veo al actor, nunca al personaje. Para mí esta era una película en la que pasaban cosas muy particulares y quería evitar eso que pasara algo así a toda costa. Normalmente cuando no tengo relacionado un actor con algún tipo de personaje me lo creo mucho más.
Entonces tenía claro que no quería que ningún actor eclipsara a los personajes. Busqué a propósito entre actores que fueran superssolventes y superprofesionales, pero que no fueran hiper conocidos.
¿Qué tal fue el pase en Sitges?
Una pasada. Cuando llegamos allí la película ya había pasado por un montón de mercados y programas de desarrollo, y habíamos recibido respuestas muy dispares. Algunas muy entusiastas, otras muy frías. Llegamos a Sitges pensando: puede pasar cualquier cosa. Afortunadamente gustó mucho. El público de Sitges es muy entusiasta y si les gusta algo, te lo demuestran. Si no les gusta, también. Pero bueno, como gustó, pues la verdad es que muy bien.
Luego hemos ido a otros festivales donde no ha sido igual. Por ejemplo, a la semana siguiente de Sitges, fue el estreno internacional en el Festival de Cine de Varsovia. En Sitges llenamos una sala de 1.200 personas y en Varsovia no llenamos una de 150. Además la respuesta fue muchísimo más fría. Entonces, pues… estamos hechos un poco a todo. Hay gente a la que le entusiasma la película
y otra a la que le da exactamente igual. Gente que no entra nada en el tipo de humor y que no les interesa nada.
El final de cada historia tiene un cierre, pero a veces son un poco abiertos, sugerentes…mantienen ese tono de cotidianidad.
En algunas sí que está más cerrado…pero sí que me interesaba mucho esa sensación de que la vida sigue. De que no hay un cierre, un chimpún, de la banda sonora. Me interesaba esa sensación un poco de cotidianidad. .
El germen de esta película fue ‘Nueve vidas’, dee Rodrigo García, el hijo de García Márquez, que muestra como nueve retazos de nueve vidas de nueve mujeres. Yo intentaba hacer algo así pero con un tono un poco tragicómico, macabro y rural.
¿Te interesa seguir explorando el género fantástico?
Mis cortos no tienen ese punto fantástico. Sí que tienen el punto rural, el punto macabro, pero no tienen el punto fantástico. Sí que me interesa, pero no es como una condición sine qua non. Ahora mismo estoy trabajando con cuatro ideas diferentes de largometraje. Y de los cuatro, solo uno tiene elementos fantásticos. Entonces sí que es una cosa que me interesa, pero… depende de la historia. Texto de Roberto González.