Tragicomedias en stop motion, según ADAM ELLIOT.
Cine // El australiano Adam Elliot presentó en el Festival de San Sebastián su segundo largometraje animado tras ‘Mary and Max’. Al igual que aquella se trata de una película de animación stop motion con reminiscencias del primer Tim Burton en su aspecto visual y una narración estilo slice of life sobre las alegrías y tragedias de unos personajes heridos y excéntricos, en este caso dos hermanos gemelos llamados Grace y Gilbert. Cuando su unidad familiar se desmorona la hermana se aficiona a coleccionar caracoles y se hace amiga de una peculiar anciana llamada Pinky. Una película a la vez triste, divertida y entrañable destinada a un público adulto. Hablamos con el director.
1.- En tus películas y en especial en ‘Memorias de un caracol’ por cada detalle triste o trágico hay otro cómico o esperanzador y viceversa. ¿Es esta tu manera de ver la vida? Sí, es intencionado. Todas mis películas buscan un equilibrio entre la tragedia y la comedia. Hay una cita que me gusta mucho, que dice que sin la oscuridad, la luz no significa nada. Lo que intento es reflejar la vida real tal y como es. Todos tenemos nuestros altibajos; buenos y malos días. Algunas personas tienen más malos días que buenos y viceversa. Se trata de mantener ese equilibrio. Mi vida no es tan distinta de la de otras personas: he tenido períodos de depresión y de buena fortuna. Ganar un Oscar fue algo muy bueno pero también he pasado por períodos de duda, de soledad, de confusión… Intento crear películas que sean universales, personajes con los que todo el mundo se pueda identificar. Que personas que vivan en Japón o en Suecia o en Estados Unidos puedan identificarse con estos personajes y crean que son reales.
2.- La idea de los caracoles con los nombres escritos en sus conchas ya aparecía brevemente en ‘Mary and Max’. ¿Estaba ya ahí el germen de esta película? Los caracoles siempre me han fascinado. Aparecen en otras películas mías y en algunos de mis cortos. De niño coleccionaba caracoles. Los ponía en acuarios, en contenedores, en botecitos… me fascinaban, sobre todo sus ojos. Cuando los tocas se retractan. Al principio, cuando empecé a escribir este guion, iban a aparecer mariquitas pero luego pensé que eran demasiado bonitas y hay algo de simbolismo en el caracol, la concha, la espiral… Esos círculos son una especie de símbolo de la vida. Además los caracoles siempre van hacia adelante. La vida sólo se puede entender hacia atrás pero tenemos que vivir siempre hacia adelante. Hay muchas cosas que iba vinculando y que iban cobrando sentido. También hay algo ajeno, alien en los caracoles. Son muy silenciosos y misteriosos. ¿Cómo se aparean? ¿Cómo practican el sexo? Son algo extraordinario.
3.- En tus películas tienen importancia las cartas escritas a mano. El stop motion también es una técnica muy tradicional, ¿te consideras un nostálgico en algunos aspectos? Sí, me gusta la escritura a mano en lugar de los emails porque escribir a mano es un arte que está muriendo. Tenía dos amigos por correspondencia pero uno de ellos, que fue la inspiración para ‘Mary & Max’ murió hace dos días, así que ahora solo tengo uno. Sí, me gustan esas formas artísticas que se están muriendo como la caligrafía. En Japón hay muchas formas artísticas que están teniendo dificultad para sobrevivir. Soy más tradicionalista que sentimental.
4.-La presencia las cartas lleva a que también juegues mucho con la voz en off. Sí, paso mucho tiempo desarrollando los diálogos y todas mis películas tienen mucha voz en off en la narración por dos motivos: en primer lugar es mucho más económico utilizar la voz en off que animar constantemente las bocas y en segundo lugar sirve para conseguir una mayor intimidad con el espectador. Es como si el público estuviese leyendo un libro en el que se establece una relación entre el escritor y el lector.
5.- Los protagonistas pasan de leer clásicos de la literatura de niños a leer libros de autoayuda de adultos, ¿qué querías decir con esto? Me encanta leer los clásicos y me fascina imaginar por qué y cómo se convierten en clásicos, qué les proporciona esa atemporalidad, pero al mismo tiempo cuando estoy en los aeropuertos siempre echo un vistazo a los libros de autoayuda. Me parece que los libros de autoayuda muy a menudo no te ayudan en nada. Muchos de ellos me parecen ridículos pero la gente los necesita y por eso se venden tanto. Creo que si leemos menos libros de autoayuda y más novelas clásicas seguramente las novelas clásicas nos darán más conocimiento y más consejos útiles para la vida que los libros de autoayuda.
«Creo que los libros de autoayuda muy a menudo no te ayudan en nada. Me parece que si leemos menos libros de autoayuda y más novelas clásicas seguramente las novelas clásicas nos darán más conocimiento y más consejos útiles para la vida que cualquier libro de autoayuda».
6.- Sueles mostrar bastante interés por los personajes ancianos. En este caso destaca la excénrica Pinky, ¿te parece que los ancianos están poco reflejados en el cine y en el cine de animación en particular? Hay muchas películas en las que los mayores son retratados o bien como maníacos sexuales o bien como estereotipos frágiles o dementes. Quería crear un personaje que tuviera mucha vida, mucha energía y que fuera muy juvenil pero que a la vez también acarreara los problemas con los que alguien tiene que lidiar conforme va envejeciendo. Una de mis películas favoritas es ‘Harold y Maude’. Lo que me gusta de los personajes excéntricos es que muy a menudo un excéntrico no sabe que lo es. Piensan que son personas normales y no se dan cuenta de lo interesantes que son.
7.-Hay una subtrama con Gilbert y una familia de fanáticos religiosos, ¿disfrutaste escribiendo esta sátira sobre la intolerancia? Sí, bueno, no es tanto que me divirtiera, sino que quería hacer un comentario sobre la religión organizada y cómo muchas veces esta es cruel y muy poco cristiana. Veo mucha hipocresía y muchas contradicciones en esas religiones que supuestamente aman y cuidan aunque confieso que sí me divirtió tener la posibilidad de quemar una iglesia.
8.-Crear películas en stop motion es un arte muy lento y muy complicado ¿crees que lo seguirías haciendo incluso aunque no hubieras conseguido el impulso de ganar un Oscar? Es muy difícil y lento, por lo tanto es caro, pero es también algo muy meditativo; es como el yoga, y la gente con la que trabajo está realmente obsesionada con el stop motion. No creo que vaya a hacer nunca películas en imagen real porque en stop motion podemos jugar a ser dioses. Nuestros personajes pueden tener exactamente el aspecto que nosotros queramos que tengan. Podemos crear cualquier mundo que queramos crear y hay muchísima libertad y muchísimo control creativo. Texto de Roberto González.
‘Memorias de un caracol’ se estrenará el 31 de enero.