Rodrigo Cortés. ¡Sus motivos tendrá!
Rodrigo Cortés dirige a un entregado Mario Casas en ‘Escape’, una fábula que adapta de forma libre una novela de Enrique Rubio, y que explica la odisea de un hombre que responde simplemente al nombre de “N”, empeñado en que las autoridades le metan en la cárcel. Poco a poco llegaremos a entender-o no- las razones por las que quiere prescindir de su libertad. En el Festival de San Sebastián hablamos con el director sobre una película que posiblemente generará filias y fobias pero que resulta elogiable por su creación de un universo propio y por su persistencia en ser consecuente con su premisa y su personaje.
Al comienzo de la película vemos un rótulo que dice “Martin Scorsese presenta”. Tengo entendido que ya conocía tu trabajo y que este guion le gustó.
Ha producido la película. Vio todo el material. Le enviaba escenas y vio el montaje final.
¿Te envió algún tipo de notas o comentarios?
Curiosamente, no. O sea, no propiamente. Para empezar, él no hace notas, hace preguntas, de manera muy prudente y siempre queriendo asegurarse de que él lo ha entendido todo. De forma inmensamente respetuosa y amable. Y de hecho cuando vio el montaje de la película, lo que dijo fue no tocase ni un solo frame. Le gustó mucho. Pero su reacción al guión fue muy parecida. Cuando tuve la última conversación con los abogados y managers, uno hizo la pregunta de siempre: “¿Alguna nota de Martin?”. Y la respuesta de su segundo fue “ninguna nota, le encanta”. Esas son mis notas favoritas hasta la fecha.
¿Tenías claro que querías a Mario Casas de protagonista? Siempre se atreve con papeles arriesgados.
Sí, él es muy buen actor y además es un guerrero. Y muy valiente. Así que se arriesga, se compromete y es capaz de tirarse desde un piso muy alto sin estar seguro de si hay red debajo. Y me seducía mucho además la idea de llevarlo a un terreno inédito para él.
Es un papel muy complejo para un actor porque percibe el mundo de una forma casi amortiguada y mitigada, y por su casi nula expresividad que lo hace casi inmanipulable para los demás porque no responde a patrones controlables. No le puedes castigar amenazándolo con algo que es lo que él desea. Y eso exigía armas que estaban entre el niño, el Asperger, el animal primario. Y creo que ha hecho una interpretación que incluso a los más recalcitrantemente prejuiciosos les va a hacer caerse de culo.
Confieso que al comienzo de la película, me costó un poco adaptarme a él. Al principio no sabía si me estaba funcionando, pero al poco tiempo te gana el personaje. Incluso te resulta divertido porque en la película hay bastante mezcla de géneros. No sé si trabajasteis bastante el papel para que no pareciera tampoco una caricatura de un Asperger.
Bueno, para empezar no se dice en ningún momento que tenga Asperger. Hay referencias que se han usado al respecto. Pero cuando vemos imágenes de él en el pasado no parece pasarle nada.
Y desde luego el Asperger no es una cosa sobrevenida, que venga cuando alcanzas los cuarenta. Así que uno tiene constantemente dudas. Del mismo modo que las razones por las que quiere hacer lo que hace podrían ser la culpa, como muchas veces intuye.
Pero cada vez que uno empieza a tenerlo claro llega otro personaje y lo desmonta. Así que es un personaje que no está nada claro. Del mismo modo que a veces le asoma el bicho manipulador.
Algo que probablemente no sería propio de alguien que estuviera en el espectro autista. Así que al final se usan determinadas referencias múltiples, pero sin adjetivarlas, sin convertirlas en etiquetas y buscando la realidad del personaje, que es su propia realidad. Por eso no es extraño que alguien que vea los primeros treinta segundos no sepa si está viendo a alguien haciéndose algo, tipo tics actuados, e inmediatamente empieza a entrar en la realidad del personaje y se da cuenta de que Mario se ha disuelto en él y que obedece a sus propias reglas.
«Mario Casas es muy buen actor y además es un guerrero. Y muy valiente. Así que se arriesga, se compromete y es capaz de tirarse desde un piso muy alto sin estar seguro de si hay red debajo. Y me seducía mucho la idea de llevarlo a un terreno inédito para él».
Vi en YouTube la presentación que hiciste del libro con Enrique Rubio. En este caso dices que has traicionado un poco la novela en la adaptación.
En realidad la he traicionado muchísimo. Cuando leyó Enrique el guion me dijo: “gracias por mantener el título”, para que te hagas una idea (risas).
Pero estaba pactado, le dije desde el primer momento que iba a ser así, porque me interesaba muchísimo su premisa, pero consideraba que de forma literal no funcionaría como película. Funcionaría como documento frío externo. Las propias motivaciones del personaje son otras y es otro personaje.
El personaje de la novela es un chaval de dieciocho años que ha sido educado al margen del mundo y que luego es lanzado a la sociedad. Él sí tiene síndrome de Asperger. En cambio el personaje de la película tiene treinta y muchos y es más bien un personaje roto al que la vida ha dejado varias piezas sueltas y que decide bajarse del mundo y no tomar una sola decisión más.
Así que aunque la historia es muy diferente, los personajes son otros y los diálogos son otros, ese ADN, sin embargo ese vitriolo original, ese espíritu envenenado y pesimistamente optimista o luminosamente pesimista de la novela sí que sobrevive en la película. Por eso jamás se me hubiera ocurrido enmascarar la fuente original.
Tienes un reparto de actores muy conocidos del cine español y algunos a los que últimamente no vemos tanto, como Guillermo Toledo o Juanjo Puigcorbé.
Simplemente quería tener al actor mejor posible para cada personaje y sin hacerme ninguna otra pregunta al respecto. Y eso es lo que hice, ir a por aquel actor que encabezara la carta de los Reyes Magos, en cada uno de los personajes. Y ,por fortuna, todos ellos quisieron formar parte de esta insensatez.
Algo que me gustó bastante de la película es que tiene un tono de realidad aumentada, como un poco hiperbólica, en la que incluso se extrae cierto humor de los personajes más graves o autoritarios, que actúan a modo de payasos serios. ¿Fue complicado que todos los actores adoptaran el mismo registro a la hora de actuar?
Esa fue la parte más complicada, porque son actores de tradiciones y generaciones muy diversas, intuiciones muy diversas, y técnicas muy diversas. Y todos, sin embargo, tenían que formar parte de esta cuasi-fábula que es ‘Escape’, que no tiene un tono puramente realista, pero sí verdadero, y que sucede en un mundo que no es propiamente el nuestro, pero que dialoga de forma muy clara y reconocible con el nuestro. Cada personaje no puede estar en tonos interpretativos diversos, teniendo al final una mezcolanza ingobernable de tonos.
Pero también fue una de las partes más divertidas, y conté con la colaboración de todos y cada uno de ellos, que confiaron plenamente en que yo conocía las reglas de ese universo, porque ‘Escape’ responde a sus propias reglas, no a las del mundo real, sino a las del universo ‘Escape’.
Has hablado también de que la película no ofrece respuestas, y ese es uno de los encantos que tiene en cierta medida, pero no sé si podrías aventurar si hay algún tipo de crítica que quisieras hacer a alguna institución o a alguna cuestión social.
No estoy interesado en hacer cinetesis. No estoy interesado en las películas que dan lecciones, ni en darlas yo. Me interesan mucho los personajes en su contradicción, en su ambivalencia, y cada vez que tengo la tentación de resultar maniqueo, o hay una institución fácilmente parodiable o abatible, por instinto acabo buscando las razones que defiendan a ese personaje, o que den un punto de vista que merezca la pena escuchar desde ese lado del poliedro, y eso es lo que sucede por ejemplo con el personaje del juez (José Sacristán) que al principio resulta antipático, después resulta divertido, pero enloquecido tal vez, y a quien sin embargo finalmente se escucha con particular atención.
«No estoy interesado en las películas que dan lecciones, ni en darlas yo. Cada vez que tengo la tentación de resultar maniqueo, o hay una institución fácilmente parodiable acabo buscando las razones que defiendan a ese personaje. Es lo que sucede por ejemplo con el personaje del juez (José Sacristán) que al principio resulta antipático, después divertido, y finalmente es alguien al que se escucha con particular atención».
Esta realidad hiperbólica puedo recordar un poco a la que se muestra en una película como ‘La naranja mecánica’, o incluso en algunas de Terry Gilliam, pero quizá en esos casos sí que hay unos blancos más concretos hacia los que va dirigida la sátira.
Estoy tan de acuerdo contigo que te voy a llevar la contraria, porque no creo que esté tan claro muchas veces. En efecto, ‘La naranja mecánica’ para mí tiene muchos puntos de conexión con esta película en cuanto a tamaño, formato, duración…y no lo digo porque quiera compararme con esta película. Una persona que vea ‘La naranja mecánica’ probablemente pensará que ha vivido el mejor viaje de su vida, y otra que deberían prohibir la película. Uno pensará que es una crítica de la extrema violencia, y otro que es una exaltación de la extrema violencia.
Hay un final feliz en el que Alex recupera su capacidad volitiva, su libre albedrío, y por lo tanto ya puede volver a violar y dar palizas de nuevo a los mendigos. Con lo cual es un material que hay que gestionar, y cada uno tiene que hacer sus propios deberes, y tratar de no ya entender qué está haciendo Kubrick, sino lo que tú mismo haces con ese material. Y en ese sentido creo que tiene mucho que ver con lo que intenta ‘Escape’, o con ese universo de los Coen que en unos momentos es absurdo, en otros terrorífico, en otros ridículo, pero siempre verdadero. Y a la vez dentro de su propio código. No existe el Los Ángeles de ‘El Gran Lebowski’, existe ‘El Gran Lebowski’ como un universo vital, y eso le sucede en ocasiones a Terry Gilliam, porque hay pasajes que comparten ese espíritu kafkiano que uno puede ver en ‘Brazil’, por ejemplo, y que en ese caso es de una exuberancia hiperbólica casi operística.
En ese sentido también kafkiano, ‘Escape’ es persistente como el protagonista hasta el final, que tampoco vamos a desvelar, pero sí que pensé para mí mismo que yo había entrado en el personaje y me había dejado acompañar por él, pero que si una persona no logra empatizar con él es difícil mantener a ese espectador hasta el final.
Bueno, puede suceder. Volvamos a ‘La naranja mecánica’. Puedes empatizar con Alex, te puede aterrorizar Alex, incluso te puede aterrorizar y sin embargo empatizar con él y que eso te asuste aún más. Claro, el que entre en ese viaje probablemente va a tener una jornada muy especial. Y si alguien no entra en ese código probablemente se quede fuera de él. Es inevitable. Pero yo creo mucho en la apuesta, en el riesgo y no tiene ningún sentido empezar a limar aristas para tratar de que todo el mundo quepa en el mismo molde, porque igualmente no va a suceder. Incluso si tratas de hacer la película más neutra, familiar y llena de garantías del mundo, a alguien no le va a gustar por esas mismas razones.
Así que cuando haces una película, o escribes un libro o haces un disco, no puedes contar con que todo el mundo va a ser afín a esa sensibilidad, pero desde luego lo que no estás haciendo es rechazar a nadie. Simplemente lo que haces es proponer un viaje e invitar a la gente a que se suba.
«Cuando haces una película, o escribes un libro o haces un disco, no puedes contar con que todo el mundo va a ser afín a esa sensibilidad, pero desde luego lo que no estás haciendo es rechazar a nadie. Simplemente lo que haces es proponer un viaje e invitar a la gente a que se suba».
¿Has contado con más medios que en otras ocasiones?
No, es una película que se ha hecho con muchos menos medios de lo que parece. Se ha realizado con un presupuesto bastante contenido. Tuve inevitablemente más medios en ‘Luces rojas’ o en ‘Blackwood’ pero es una película que es lo que debe ser y por lo tanto, si da la impresión de que tiene muchísimos medios, me doy por complacido.
Dentro de toda esta mezcla genérica tenéis incluso una escena musical.
Al final, hay determinados lugares a los que llegas dándote libertad, no de ninguna otra manera. Claro que darte libertad supone asumir el precio y la responsabilidad de dártela, porque a veces te la juegas. En ese momento musical al que tú haces referencia, que normalmente sería irnos al Hollywood de los años 30 y hacer un pasaje a lo Ginger y Fred para la ensoñación de un personaje, de repente se convierte en algo que en rodaje llamábamos Baturro Hardcore Jota Extrema.
No creo que nadie considere esto SPOILER pero lo avisamos por si acaso. El hecho de que los créditos finales aparezcan al revés, ¿tiene relación con el hecho de que en esta historia las cosas suceden un poco al contrario de lo que se espera?
La propia película es una fuga al revés y es una fuga hacia adentro. Y en ese sentido se emparenta mucho más de lo que parece con ‘Buried’, porque ‘Buried’ es la historia de un hombre que quiere salir de una caja y ‘Escape’ es la historia de un hombre que quiere entrar en ella. Por otro lado, cada vez que sales de una caja entras en otra. Así que los extremos se tocan y eso es lo que tratan de definir también esos créditos que caen en lugar de ascender. Texto de Roberto González. Fotografías de Carlos Ruiz y Michael Oats.