Querer. Un proceso familiar.
Tras ‘Cinco Lobitos’ y ‘Eres tú’, Alauda Ruíz de Azúa se pone al frente de ‘Querer’, una miniserie de cuatro capítulos que pudo verse íntegramente en el Festival de San Sebastián. Con la sutileza en el estudio de personajes que caracteriza a su obra, la directora explora los conflictos que se producen en una familia cuando la madre denuncia a su marido por violación continuada. Hablamos con la realizadora.
¿Cómo te has adaptado al formato de serie en la estructura narrativa y en cuanto a los tiempos de rodaje? Pues la verdad es que me he adaptado bien porque sentí que era lo apropiado por la historia que queríamos contar. Es un proceso muy largo tanto en el apartado judicial como en el familiar. Y entonces, de repente, el formato episódico nos facilitaba mucho las cosas como el poder hacer elipsis de una forma muy natural. De hecho hemos jugado bastante con donde empiezan y terminan los capítulos, como con mucha libertad, para que sea el espectador el que tenga que rellenar esas lagunas temporales. El resto del proyecto lo he vivido como si fuera una película, lo sentí como algo muy cinematográfico a nivel de lenguaje, a nivel de tiempos y de acting, y lo he trabajado así.
¿Cómo surge el proyecto? Surge porque me llaman los productores, Juan Moreno y Koldo Zuazua y me dicen que están interesados en realizar una serie sobre el tema del consentimiento sexual y que tienen una premisa, una idea, que tratase sobre una mujer que lleva muchos años con su marido y le denuncia por violación. Y la verdad es que para mí la premisa fue como un flechazo. Se me dispararon muchísimas ideas, muchísimas preguntas de cómo ocurre eso, cómo se cuenta y cómo se juzga eso. Si es un matrimonio de muchos años es probable que tengan hijos, ¿no? Hijos ya adultos. ¿Qué posición toman esos hijos? Me encantó la premisa y les dije que me gustaría escribirla y dirigirla.
A la hora de dirigir sobre todo a Nagore y a Pedro, ¿buscabas que sus interpretaciones fueran sutiles y que, de cara a personajes, digamos, externos, pudieran generar una cierta ambigüedad? Intentamos una cosa que es muy fácil de decir pero que no es tan fácil de hacer, que es no juzgar a los personajes. En este caso era muy difícil, sobre todo con el personaje de Pedro, pero intentábamos, sobre todo, entender cuál era su punto de vista, su experiencia y su relato. Hay una cosa que ha sido muy bonita del trabajo, no sólo con Pedro y con Nagore, sino también con Miguel y con Iván, que era saber que eran personajes que nunca estaban seguros al cien por cien de lo que decían o sentían, porque son situaciones y conflictos muy complejos, en los que siempre hay algo que tira de ti en la otra dirección.
En el caso del personaje de Pedro, no sé si buscasteis también que pocas veces se le viera levantar la voz y que usara un tipo de manipulación más sutil, casi propia de la mafia. La violencia no es siempre ruidosa. También es algo que vimos en la investigación que hicimos, en este tipo de casos reales y con este perfil de personaje, es que tener dos caras era algo muy habitual. Tener por un lado una cara de prestigio social, de saber estar, y luego tener una cara más oscura en la intimidad.
«La violencia no es siempre ruidosa. Según la investigación que hicimos, con este perfil de personajes, tener dos caras es algo muy habitual».
¿Cómo escogisteis a los actores que interpretan a los hijos? En concreto Miguel Bernardeau, tiene un físico que se adapta muy bien a los diferentes matices que requiere el personaje. Hice muchas pruebas para todo el casting, y en el caso de Miguel e Iván, sus personajes tenían energías muy distintas. Miguel, aparte de que hizo unas pruebas increíbles, tenía esa mezcla muy bonita de una energía de entrada muy masculina, muy autoritaria y de triunfador, pero sin embargo también se veía cómo era capaz de esconder cosas más vulnerables y que le dolían en la escena. Y luego el personaje de Iván es un poco como el otro lado, que está más a gusto con su vulnerabilidad, con su sensibilidad. También hay un pequeño salto generacional entre ellos, en la manera de vivir o en lo que hacen. E Iván tenía esa capacidad de mostrarse vulnerable, pero con fortaleza.
¿Se ha dado la casualidad o te gusta especialmente este enfoque coral? Porque aquí no hay Cinco Lobitos, pero sí hay cuatro… (Risas) Está claro que me gusta la familia, me gusta mucho el entorno familiar. Y lo bonito de este entorno coral es que tienes ángulos distintos. Aquí también hay un ángulo de cómo la generación más joven ve a los padres, y también cómo los padres ven a los hijos. Y lo que sí que planteamos era que fueran cuatro puntos de vista muy estrictos. Es decir, que siempre vas con uno de los cuatro personajes de la familia. No sales de ahí.
En la serie también se trata la diferencia de clase y generacional al tratar el tema del abuso del marido hacia la esposa. Intentamos que la serie reflejara puntos de vista muy distintos sobre este tema y mostrar lo que se dice en la intimidad de las casas, en esos sitios en los que nos permitimos ser un poco más incorrectos. No soy jurista pero por desgracia lo que vimos cuando hablamos con abogados y abogadas, investigamos y fuimos a juicios reales, la violencia de género y la violencia sexual están en todas las generaciones. Quisiera pensar que las nuevas generaciones empiezan a tener más conciencia y se atreven más a denunciarlo, ojalá, porque seguramente la cifra de violencias que no se denuncian sea muy grande.
Sin destripar mucho el final, este tiene un enfoque, digamos, agridulce. Por un lado nos parecía importante contar que un tipo de delito como la violencia sexual, que ocurre en la intimidad, es muy difícil de juzgar y muchas veces en estos casos no pueden probarse los hechos. Pero al mismo tiempo también nos preguntábamos si, más allá del procedimiento judicial, podía haber reparación o sanación en otro sitio.
La serie está rodada en Bilbao. ¿Te gusta que tus historias se ambienten en el País Vasco si tienes oportunidad? Para mí, ambientar la historia en Bilbao es una tendencia natural. Me siento más en casa y es muy gustoso estéticamente, a nivel de localizaciones. Sé dónde quiero rodar, dónde quiero poner la cámara y cómo se comporta la gente que vive ahí.
¿Y qué significa para ti que la serie se estrene en San Sebastián? Es algo mágico. porque es una serie pero vamos a tener el privilegio de poder ver en una sala de cine, con público. Eso es maravilloso.
Tanto ‘Cinco lobitos’ como ‘Querer’ tienen un enfoque naturalista. En medio hiciste ‘Eres tú’, una comedia romántica que no escribiste, pero tenía algunos componentes mágicos en su premisa. ¿Te interesa también ese enfoque un poco más fantasioso? Bueno, yo venía de hacer ‘Cinco lobitos’, que había sido un viaje muy personal y muy íntimo, y todavía no sabía qué iba a pasar con la película, que íbamos a estrenar en la Berlinale ni nada de eso. Entonces me surgió esta oportunidad de hacer algo muy distinto . Más allá de una conexión con el tema fantástico lo que me interesan normalmente son las relaciones. Me interesó el tema del amor a los treinta. Fue un aprendizaje muy bonito. Texto de Roberto González. Fotografía de Nicolás de Assas.