Ghost: el musical. Melodías desencadenadas.
El espectáculo basado en la célebre película de los noventa regresa al Palacio Euskalduna cinco años después de su estreno en España, que precisamente tuvo lugar en Bilbao, para cerrar una exitosa gira en la que ha ido cosechando premios e incorporando muchas novedades. Hablamos con Ana Dachs y Christian Sánchez, que interpretan respectivamente a Molly y a Carl (el “villano” de la función) o a Sam, el protagonista, en las funciones en las que se alterna con David Bustamante.
Cuando hablamos de ‘Ghost’ todo el mundo tiene muy presente la película. Esta versión musical fue originalmente adaptada por el mismo guionista, Bruce Joel Rubin.
ANA DACHS: Es prácticamente lo mismo. Tiene el añadido de las canciones. Hace poco echaron la peli en la tele y me senté a verla y es como… Madre mía, es que es todo el rato lo mismo, exacto, sólo que con las canciones entre escenas.
CHRISTIAN SÁNCHEZ: Tiene todas estas canciones originales, porque la única que se conoce es el ‘Unchained Melody’ de la película pero no se ha desvirtuado absolutamente nada, ni la historia, ni los personajes. Lo único que hacen las canciones es acompañar al espectador a sentirlo desde otro punto de vista, en primera persona, y con una energía determinada.
Y a la hora de interpretar, ¿habéis visto mil veces la película u os habéis tratado de distanciar de ella?
C.S.: Yo es que, al contrario que Ana, creo que no he visto la película entera nunca, al menos así de seguido. O sea, he ido viendo trozos y recuerdo que mi madre era muy fan, tanto de esta como de ‘Dirty Dancing’, pero lo que es sentarme a ver la película de cabo a rabo… no estoy seguro.
Alguna vez la he pillado y como dice Ana me ha llamado la atención lo similar que es todo y es algo rarísimo, porque realmente está muy conseguido, con el ambiente que han conseguido darle en el teatro. Creo que te adentra en un estilo muy cinematográfico, y luego tenemos una cosa muy a favor, que es el tema de los trucos de magia y los efectos especiales, que normalmente en el cine son algo más fáciles de hacer, pero aquí son bastante alucinantes, porque no es tan fácil recrearlos.
Sí, los efectos especiales están realizados por un ilusionista, Paolo Carta.
C. S.: Hay algunos que son muy sencillos y otros más complejos. Nosotros tenemos el día a día de trabajar con el equipo técnico y no nos podemos despistar un segundo, porque si no se puede ver el truco. De hecho es gracioso porque ahora que vamos a Bilbao, que es donde hicimos por primera vez la función, recuerdo que no teníamos toda esa técnica generada y muchos de los trucos quedaban más en evidencia. Es muy importante que el equipo técnico y artístico estén muy compenetrados.
¿Qué evolución ha tenido la obra desde su estreno?
C. S.: Pues algo alucinante porque he estado en ella cinco años y ahora que llega a su fin pienso “¿qué va a ser de mi vida si no recuerdo cómo era antes de esto?”. Pero también me hace ilusión volver a Aste Nagusia, unas fiestas de las que tengo muy buenos recuerdos. Así que a ver si el público se anima un viernes a vernos a nosotros en lugar de ir a tomarse unos txakolíes… ¡Somos muy majos!
«Como dice Ana, la obra se parece muchísimo a la película. Creo que te adentra en un estilo muy cinematográfico, y luego tenemos una cosa muy a favor, que es el tema de los trucos de magia y los efectos especiales, que normalmente en el cine son algo más fáciles de hacer, pero aquí son bastante alucinantes, porque no es tan fácil recrearlos».
¿Cómo lleváis esto de que haya varios “Sams” (Christian y Bustamante) o lo de que Christian también interprete a Carl, el villano de la función?
A. D.: Pues … ¡con naturalidad! (Risas). Es muy guay porque cada uno tiene su esencia y cada uno da algo al personaje que lo identifica. Yo desde la parte de Molly, que soy la que tiene los diferentes novios, lo vivo como un proceso muy enriquecedor al final. Nunca es la misma función y eso mantiene el teatro muy vivo. No sé Christian cómo lo vive cuando en una función hace de Carl y en la siguiente de Sam. Yo creo que se vuelve loco.
C. S.: Lo llevo bien porque son muchos años, pero es verdad que hacer una función de Sam y otra de Carl me generaba al principio problemitas. Ahora que he estado con la temporada más larga haciendo Sam, me acostumbré. Pero lo que te estaba preguntando Roberto, Ana, es quién te gusta más como Sam de todos los que lo han interpretado.
A. D.: Tú, siempre, Christian. Pero alguna vez ha pasado que a lo mejor Christian ha hecho la primera función de Carl y la segunda de Sam, o al revés, y me he confundido de nombre en escena, a veces ha pasado eso, pero bueno, pues, cosas del directo.
Bueno, aunque no esté presente en esta entrevista, el personaje de Oda Mae también es muy recordado por aportar un toque de humor a la historia.
A. D.: Oda Mae es imprescindible dentro de la historia. Sin ella se acabaría la historia a los quince minutos.
C.S.: Da el toque de humor que necesita la función, porque es superdramática. Lo que nos mantiene todo el rato en que esto sea muy dinámico y que no te vayas triste del teatro.
¿Tenéis alguna canción o algún momento favorito?
A.D.: Sí, a mí me gusta mucho una canción que se llama ‘Otro día llega igual’. Me encanta ese momento de Molly, en el que ella acepta que Sam ya no va a estar y no le queda más remedio que despojarse de toda la pena, llevarla por dentro y empezar a vivir. Ese momento de despertar es muy bonito, lo vivo con mucha ternura y con una mirada al frente. Siempre que empieza la canción pienso: “Ojalá que alguna persona se sienta identificada con esto”. Que le pueda ayudar a seguir adelante.
C. S.: A mí al final me gusta muchísimo, siempre conecto mucho con él. Es la parte en la que está dando el amor absoluto a Molly, y yo lo siento todas las veces que lo hago, siento ese amor absoluto.
Se hizo famoso el hecho de que Sam contestara “Ídem” cada vez que Molly le decía: “Te quiero”. ¿Cómo lo interpretáis? ¿Creéis que esto enseña a la gente a expresar sus sentimientos antes de que sea demasiado tarde?
A. D.: Esto es una anécdota real. Cuando yo empecé a salir con mi pareja unos pocos meses antes de empezar a trabajar en ‘Ghost’ le costaba mucho expresarse, y un día le dije, antes de dormir, “¿Sabes quién nunca decía te quiero? Patrick Swayze, y luego lo mataban”. Y como dos meses después me llamaron para trabajar en ‘Ghost’ y le dije “¿Lo ves? Lo hemos invocado”. En ese momento me dijo “Te quiero” corriendo. Y ahora no se calla nunca, desde que ha visto ‘Ghost’ tres mil cuatrocientas veces, ya lo dice siempre (risas).
Aunque estés al frente de esta historia romántica, Ana, tú también has dicho que te gustaría que hubiera más musicales que no se basaran en un amor romántico o típicamente heterosexual. Mencionabas, por ejemplo, el musical ‘Waitress’.
A. D.: Bueno, sí, me encanta, es mi favorito. Es otra perspectiva, otra forma de ver el amor. El amor propio, el amor a tu oficio… otro amor, no es un amor romántico. Texto de Roberto González. Fotografía de Lighuen Desanto.