Green Valley. Veinte años de amor y buen rollo.
La banda gasteiztarra, aunque barcelonesa de adopción inicia en Jimmy Jazz la gira de celebración de sus 20 años de existencia. Por ello, hemos querido charlar con su vocalista Ander Valverde, para que nos cuente sus impresiones antes de comenzar un año tan especial para ellos.
Veinte años no se cumplen todos los días. Había que celebrarlo como la ocasión merece, ¿no? Sí. El tiempo se nos ha echado encima, van pasando los años y nosotros somos muy de vivir el presente; pero un día, echando cuentas, nos dimos cuenta de que ya habían pasado veinte años. Así que había que hacer algo especial, recordando aquellos inicios en Gasteiz con la maqueta de ‘El sueño perdido’, que fue el comienzo de todo, y por eso, decidimos empezar a celebrarlo allí por todo lo alto.
¿Ha respondido la gente a la llamada tanto como esperabais? Desde que nos fuimos a Barcelona, cuando volvíamos en navidad, todos los años hacíamos un concierto en Gasteiz, que se convirtió en una cita ineludible para los fans de la banda, y la acogida siempre era exagerada. Pero después de la pandemia no pudimos hacerlo, y teníamos ganas de recuperarlo. Ahora teníamos la excusa perfecta, así que, entre que la gente tiene esa nostalgia, y que han vuelto a conectar, todo el mundo tiene muchas ganas de celebrarlo.
«Estamos muy ilusionados porque este no es un año más, sino que tenemos una excusa perfecta para disfrutar y estamos muy emocionados con los bolos».
¿Y cómo te sientes cuando, a pesar de llevar tantos años en Barcelona, ves que sigues teniendo tantos y tantas seguidoras en Euskal Herria? Se me pone la piel de gallina cada vez que lo pienso. Siempre que vuelvo, la gente sigue preguntándome a ver qué tal me va, y preocupándose por mí. Tengo muchas ganas de volver, porque va a ser un concierto muy especial.
¿Qué es lo mejor que te han dado estos veinte años en Green Valley? A mí me han dado una vida entera: he conocido a mi mujer gracias a la música, a mis dos mejores amigos, Egoitz y Ander, los tengo en la banda conmigo veinte años después, me ha dado la posibilidad de vivir de lo que más me gusta en la vida… Green Valley me lo ha dado absolutamente todo. Me he dado cuenta de que yo antes era Ander Valverde, el que los fines de semana se convertía en Green Valley, pero ahora somos uno solo.
Después de dos décadas, lo que habéis demostrado es que todavía hay hueco para este tipo de sonidos jamaicanos, ¿no? Yo estoy convencido de que sí. Pero más que con el sonido en sí, yo creo que la gente conecta con el proyecto y con el mensaje de la banda; puede que el reggae no sea una música de multitudes, pero hemos tenido la suerte de conectar con un público que se siente identificado con las letras y con el respeto a lo natural, al amor a la gente, y a las buenas energías.
Es curioso que sigan funcionando esos mensajes, cuando todo lo que recibimos en el día a día es todo lo contrario: violencia, agresividad, negatividad… Les interesa más tenernos enchufados todo el día, y que estemos enfadados con el vecino y con el ceño fruncido, a que estemos abrazando arboles, disfrutando con la naturaleza y haciendo familia con los de alrededor.
¿Es, en ese sentido, casi un posicionamiento político, mantener esa actitud positiva? Por supuesto. Nuestra música y nuestro mensaje siempre ha sido muy rebelde contra el sistema. Al final, si te dejas llevar y prestas demasiada atención a la caja tonta, te van convirtiendo y haciéndote de su equipo, y nuestra misión, en parte, siempre ha sido mandar el mensaje de no pertenecer al equipo del sistema, que nos quiere tener ahí todo el día enfadados. Si después de currar todo el día, alguien decide poner una canción nuestra, voy a intentar darle algo de luz para salir de tanta oscuridad. También es cierto que, en ocasiones nos han acusado de ser demasiado «buenrollistas»… yo qué sé, nosotros somos así, tú te montas en nuestra furgoneta y todo son risas, chistes y alegría. Intentamos vivir en el lado luminoso de la vida, buscando la solución y no el problema.
¿Cuáles son los cambios más evidentes que has notado en estos veinte años en el mundo de la música? En este mundo que todo se mueve tan rápido, parece que hay una especie de manos invisibles que manejan todo para que ciertas músicas o mensajes no se escuchen tanto como otras. También es verdad que los gustos cambian, y a lo mejor, ahora el público joven no busca más que el ocio y divertirse, sin pensar demasiado, y en ese sentido, sí que he notado que el mensaje ha pasado un poco a un segundo plano y que todo es más banal. Pero también hay un mercado de música muy guapa, con bandas como Stay Homas, o El Kanka, por ejemplo… la situación no es tan oscura, pero sí que está todo demasiado polarizado entre la música de calidad y la música basura. Y como artista, ahora parece que sólo funciona si vendes todas las entradas, o si eres el que tiene mas likes, y eso es consecuencia directa de los redes sociales, pero hay otra escena que no es de sold out, pero que es muy atractiva.
¿Crees que alguno de estos artistas o bandas actuales llegará a cumplir 20 años, como vosotros? Cada vez hay menos cosas que perduran en el tiempo, todo va muy rápido, hoy sacas una canción y a las dos semanas se han olvidado de ti, y a las grandes discográficas les interesan ese tipo de artistas fugaces, porque pueden exprimirlos. Pero nosotros hemos apostado por una vida longeva de ir poco a poco, y no sacar cada mes un single, sino que todavía somos del disco conceptual largo cada dos o tres años.
¿Estáis emocionados por lo que se os viene encima este año de celebración? Sí, claro. Estamos muy ilusionados porque este no es un año más, sino que tenemos una excusa perfecta para disfrutar y hay mucha emoción con los bolos de la Jimmy Jazz, y la extraordinaria acogida que está teniendo, pero también con la gira que haremos por Sudamérica. Así que, con muchas ganas de arrancar, y ver qué nos depara este año. Texto de Sergio Iglesias.