Isabel Coixet. Pueblo chico, infierno grande.
La cineasta catalana ha llevado a la pantalla la aplaudida novela de Sara Mesa ‘Un amor’, con protagonismo absoluto de Laia Costa, quien interpreta a una mujer no muy sociable que escapa al campo, donde no se siente precisamente a gusto, y que ha participado en la sección oficial del último festival de San Sebastián. La cinta ha obtenido el Premio Feroz Zinemaldia. Hovik Keuchkerian ha sido galardonado con la Concha de Plata a la mejor interpretación de reparto.
¿Han leído tus actores la novela original en que se basa tu nueva película? Sí, todos lo hicieron antes del rodaje.
¿La profesora Coixet le puso deberes? Bastantes, sí. Creo que era necesario y fundamente que el espíritu Mesa estuviera en la película. También Laia habló con traductoras, el oficio que tiene su personaje: ella sufre un síndrome post trauma porque la persona a quien tradujo se lo ha transferido.
La película se llama ‘Un amor’ pero no es romántico precisamente. El amor tampoco es una cosa abstracta, pura y maravillosa. En la película no hay romanticismo. Y los dos protagonistas son outsiders: a Nat le gustaría pertenecer al grupo, pero al alemán, no. Creo que él, a su manera, la quiere a ella, pero cuando ella le da muchas vueltas a las cosas se convierte en un problema, y a ese hombre no le gustan los problemas.
Se dice que «Pueblo chico, infierno grande». El filme y la novela muestran una serie de conductas que en un sitio pequeño salen más a la luz.
De todos modos, el personaje central no es una chica que cae bien de primeras: es un poco siesa, como el nombre de su perro. Pero eso no la convierte en una mala persona ni en alguien a quien puedas decirle que no hace las cosas bien. Estar en la cosa social y querer caer bien creo que está sobrevalorado. Hay personas a las que les gusta ir en grupo y a fiestas, y otras a las que no, qué le vamos a hacer…
En la variedad está la riqueza. Sí, pero lo que se premia y gusta es el rollo social/simpático/profesional. Sara Mesa dice que Nat es el personaje más odiado de la literatura española. Yo la entiendo y me identifico con ella: a mí me invitan a una barbacoa, con padres, niños y cumpleaños y… en fin. En una escena maravillosa que cortamos alguien le decía: «Tú tienes pinta de que no te gustan los niños y de que no vas a tenerlos».
Con ‘Un amor’ has regresado al festival de San Sebastián, donde estuviste hace un año con el documental ‘El techo amarillo’. A mí me gusta mucho rodar, hacer películas: la cosa artesanal de imaginar, escribir, poner en escena, montar, imaginar posibles músicas… Todo lo demás es como un sistema por encima del sistema. Se supone que será bueno para la película, pues se hace, pero placentero no es: ponerte ahí para que te tiren tomates o no… Es como una exhibición, pues parece que si no estás ahí no existes. Yo he visto películas estupendas que no han pasado por festivales o que han ganado secciones paralelas que son mejores que las de la oficial. Texto de Alfonso Rivera.