María de la Flor. Al calor de las cuerdas.
‘Hilanderas’ (2022), el último álbum de María de la Flor, es el resultado de una vida ligada a la música. Sus melodías sobre cuerda suenan a tradición y a fuerza y su voz canta con franqueza a la vida. La artista madrileña presentará en directo su trabajo con un espectáculo lleno de emociones, palabras cálidas y verdad sobre el escenario.
Escribes, cantas y tocas. ¿En qué orden llegaron a ti estas formas de crear? Cantar, tocar y escribir. Cantar cantamos todos y yo lo entiendo como una necesidad humana, no solo de expresarse en un plano artístico sino también de desestresarse, de entretenerse, de compartir…y realmente considero que es una extensión del “hablar”.
A los tres años comencé a estudiar violín y tras una educación preciosa de la mano de mi maestro Suso Moreno pasé al conservatorio y los estudios reglados de música.
Y fue en uno de los pasos al siguiente grado de profesionalidad del estudio del violín que eché a cantar mis propias canciones y melodías, a compartirlas con otras personas, a ponerle música a letras que llevaba escribiendo tiempo y a componer como tal, ayudándome de la guitarra, del violín, del piano…del instrumento que pillara.
Aunque tus canciones son puramente actuales, el público escucha en ellas las raíces del folclore. ¿Hasta qué punto el pasado y la tradición viven en tu música? Hasta el punto en que viven en mis referencias y hayan trascendido a mi memoria y sensibilidad más intrínseca o propia. Me han emocionado inmensidad de músicas tradicionales y siempre he tendido a mirar al pasado para aprender, para escuchar historias que no terminaron de quedar atrás y resuenan de forma universal en ese idioma que son las artesanías y es el arte.
¿Qué rasgo de tu personalidad ves de forma evidente en tu música? Mi sensibilidad o emocionalidad. Soy una persona muy en contacto con mi interior y mi vivencia emocional y sensitiva de las cosas, y eso me hace vulnerable y significante a determinadas cosas del exterior que vibran junto a mi de una forma especial que intento luego retratar en mis canciones. Como un canto que se erosiona al bajar el río, mi cualidad sería mi predisposición a erosionarme con los otros cantos y rodar y rodar y rodar.
El uso que haces de las cuerdas lleva en ocasiones a una ausencia de percusión. ¿Sabes desde el principio que una canción va a estar desnuda de este tipo de instrumentos?Casi nunca lo sé, por eso mi proyecto ha transitado (y preveo que transitará) diferentes formaciones. La manera usual en que creo algo suele estar desprovista de su forma, que va apareciendo conforme voy detallando y concretando. De hecho me encantaría que futuras canciones tengan mucha más percusión, probablemente por este deseo acabe escribiendo algo que sin pretensiones provoque que ocurra.
Cuando cantas rodeada de músicos se desprende la impresión de que estás en familia. ¿La experiencia de componer es para ti un acto solitario o sueles crear también en este tipo de reuniones? Me resulta un halago tremendo que se desprenda esta sensación familiar de mis trabajos con otros músicos, porque así es como lo trabajo y como yo lo siento. Pero crear creo en soledad, aunque evidentemente los músicos a los que invito a formar parte muchas veces transforman y hacen crecer esa creación.
¿Qué tipo de set podremos disfrutar en tu concierto para Barakaldo? Estaremos a dúo la chelista Helena Martínez y yo, compartiendo algunas de las canciones de Hilanderas, mi último disco con el cuarteto de cuerda, pero también algunas previas y recientes que han sido creadas a guitarra y voz. Helena y yo llevamos tiempo generando y cuidando lazos y puentes para el cariño y la música que estamos deseando compartir con el público ese día y ser, una vez más, familia juntos. Texto de Janire Goikoetxea. Fotografía de Cristina Jul.