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March 19, 2024

Adolfo Fernández. Sincronizados.

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El intérprete y productor teatral coprotagoniza junto a Markos Marín la función ‘El nadador de aguas abiertas’ dirigida por Fernando Bernués a partir de una obra de Adam Martín Skilton adaptada por María Goiricelaya (‘Yerma’). Esta historia de autosuperación y amistad está de gira por el País Vasco tras estrenarse en Toledo.

¿De qué habla en el fondo ‘El nadador de aguas abiertas? La novela de Martín Skilton habla del encuentro entre dos personajes y de las necesidades que sienten. Así surge la lucha de antagonismos. En este caso es un planteamiento muy naíf, muy sencillo pero que luego tiene una trascendencia, un trasfondo. Uno de ellos es un señor que tiene cuarenta y ocho años, muy reconocible por todos, que se encuentra en un mal momento de su vida: le ha dejado su mujer, no encuentra trabajo, la relación con su padre se ha torcido… y, sobre todo, él se siente mal. No sabe por qué está en este mundo. Empieza a hacer recuento de todas sus frustraciones y una de las primeras fue que no logró aprender a nadar. De modo que decide comenzar por ahí, a ver si superando esto puede empezar a superar todo lo demás. Se pone en contacto con un nadador de aguas abiertas, Walrus, que es el personaje que yo interpreto. Es un mundo fantástico el de estos nadadores porque se enfrentan a una naturaleza que siempre les supera. De aquí surge una amistad que les viene muy bien a los dos y de ahí se sacan también unas cuantas lecciones a través del humor porque Markos Marín y yo cada vez que salimos a interpretar esta obra nos divertimos muchísimo y sacamos el payaso que llevamos dentro. Con la desnudez que dan la playa y el mar, sin escondernos detrás de vestimentas ni artificios, nos miramos, nos reconocemos y nos ayudamos. Es una obra que reivindica la amistad por encima de ideologías y de religiones. La mayor reivindicación de la obra podría ser el humanismo. Es una historia muy hermosa que ya hemos estrenado en Toledo y por lo tanto, ya hemos contrastado con el público, la necesidad que tiene de historias sobre buenas personas que reivindican valores fundamentales.

Los nombres de los personajes, Walrus y Nilo, parecen darle un componente de fábula. Sí, en efecto Walrus viene de morsa y Nilo del gran río. Esos son los referentes que ha empleado el autor. Esos nombres dan un carácter como tú dices de cuento, de fantasía, y les da un componente épico. Estos personajes dentro de sus vidas normales manejan una épica, porque quieren seguir creciendo, pero no de cara a la galería, sino de cara a sí mismos. Es algo que quizá no se lleva tanto hoy en día, porque ahora se le da mucha importancia al éxito de cara al exterior. Estos personajes simplemente quieren superarse a sí mismos y sentir el placer de dar una brazada o el agua salada en sus labios. De alguna manera siento que el público quiere abrazar a estos personajes porque se muestran menos que los triunfadores de los consejos de administración, de la política o de las redes sociales. Estos personajes triunfan cada día pero no lo hacen para que se note. Tienen la bondad de un clown. Se sorprenden continuamente de las cosas que les pasan. El mar siempre te sorprende pero la amistad también.

El protagonista es Nilo mientras que Walrus es el antagonista necesario pero luego yo también represento a su novia, a su padre, a su representante… muchos personajes que juegan un papel en su vida. Para mí, eso es muy divertido porque tengo que cambiar las voces, los tipos y transformarme a veces con muy pocos elementos como pueden ser unas gafas o una bata, por ejemplo.

«Es una obra que reivindica la amistad por encima de ideologías y de religiones. La mayor reivindicación de la obra podría ser el humanismo».

La puesta en escena simula el mar de una manera también minimalista y naíf. Uno de los personajes fundamentales de la historia es el mar. El director, Fernando Bernués, tuvo una idea brillantísima. En la escenografía usamos una gran masa de decenas de cubos transparentes que representan la arena, luego el agua cada vez más azul y al fondo ya lo que serían el aire y las nubes. La música también es generadora de esos ambientes y la pone nada menos que Fernando Velázquez, un grande. Ha puesto la voz del mar. Tenemos un equipazo que ha creado una atmósfera en la que, gracias a la magia del teatro, simulamos a ese personaje tan importante que es el mar. No quiero desvelar mucho pero aparte del mar el público también se va a ver inmerso en una piscina, en la que se ejerce esta labor de aprendizaje.

Es curioso que, ya en la novela, el protagonista, Nilo, sea un actor fracasado. El autor de la novela podría haber puesto perfectamente a un albañil y sería exactamente igual. No tiene por tanto ningún elemento de teatro dentro del teatro. No nos recreamos en ese factor endogámico.

¿Te sientes especialmente unido al País Vasco? Tengo a toda mi familia en Bilbao y tengo casa en Covarón, así que la mitad del año la pasó en el norte. Me gustaría pasar más tiempo pero tenía que haber elegido otro trabajo como el de oficinista. Como soy actor no tengo casa, soy trashumante y voy de aquí para allá. Pero en Bilbao tengo muchos amigos y desde luego lo primero que hago siempre que voy allí es ir a Pabellón 6 y mirar la cartelera para ver si el Arriaga o la Sala BBK nos ofrecen algo interesante.

Tras la obra se encuentran compañías como K Producciones, con la que estás vinculado, pero también está Ttantaka, con la que también has colaborado en ocasiones. Trabajé en ‘El florido pensil’, un espectáculo que arrasó. Y luego Fernando, Luis y yo hicimos una intentona de realizar un espectáculo pero al final se paralizó el proyecto. Ahora ha surgido ‘El nadador de aguas abiertas’ que ha sido una gran oportunidad para todos. Le propusimos a María Goiricelaya que nos hiciera la adaptación y el resultado nos gustó tanto que nos hemos lanzado de cabeza. Estamos muy satisfechos de haber sacado adelante esta función y de defenderla.

Al tratar sobre la amistad entre estos dos personajes, ¿es muy importante la conexión entre Markos Marín y tú? Es algo fundamental. Estamos siempre muy atentos el uno al otro. Hay una sincronización casi como de reloj suizo. Como hay muy pocos elementos tenemos que estar muy atentos a lo que nos ofrece el otro para buscar cómo darle la réplica. Pretendemos que todo lo que sucede encima del escenario sea “real”, que las emociones nos ocurran a nosotros, para que luego, de alguna manera, salpiquen al espectador. Hay veces en las que no se da y, como buen profesional, tiras para adelante por respeto al compañero, pero cuando se da, es una maravilla. Y aquí se ha dado. Tenemos la misma manera de trabajar, escuchando al otro y devolviéndole en función de lo que nos ha ofrecido. Eso facilita mucho las cosas. Estoy muy contento trabajando con Markos Marín y espero que esta función dure mucho y la podamos llevar a muchas ciudades por todo el estado, ya que lo que ofrecemos es muy, muy positivo y la gente sale muy contenta de ver el espectáculo. Texto de Roberto González. Fotografía de Sergio Parra.

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