Arnatz Puertas. Aprendiendo del pasado.
El joven actor encarna al protagonista de ‘La lucha por la vida’, producción del Arriaga que adapta la trilogía de Pío Baroja y que dirige Ramón Barea. Además también actúa en ‘Rey desnudo y chico muerto’, de la Compañía Joven de Pabellón 6, bajo la dirección de Iñigo Cobo.
En meses consecutivos vas a encadenar dos funciones muy diferentes en el Teatro Arriaga, ¿te habías visto alguna vez en una situación similar? No con obras de este calibre. Es la primera vez que actúo en el Arriaga y me hace mucha ilusión. Además con dos proyectos a los que les tengo muchísimo cariño. Sí que he tenido más de una función al mismo tiempo pero de este calibre nunca. Siento tanto la responsabilidad como una ilusión y unas ganas tremendas.
‘La lucha por la vida’ es una producción propia del Teatro Arriaga, ¿qué nos puedes contar sobre ella y sobre tu papel en la obra? Estas tres novelas se caracterizan por tener una cantidad de personajes inmensa. Yo hago el papel de Manuel Alcázar. Ramón Barea, que interpreta a la figura de Pio Baroja, y yo somos los únicos actores que encarnamos a un solo personaje. Mi rol es el que va guiando al lector en esas tres novelas por el Madrid de principios del siglo XX. Manuel es un chico que llega con trece o catorce años a Madrid y se encuentra con una realidad completamente distinta a la que él había conocido hasta entonces. El espectador conoce gracias a él la España de esa época. Vemos el proceso mediante el cual Manuel pasa de ser un niño a hombre, con todo lo que le rodea y las decisiones que tiene que tomar y que le hacen tomar en una situación crítica en la que es fácil caer en la pobreza, en la delincuencia o en la anarquía.
Ramón Barea es un clásico del teatro y del cine en el País Vasco (y en todo el Estado), nominado al Goya este año… ¿cuánto hace que le conoces y qué relación tienes con él? Yo no puedo más que dar las gracias a Ramón por las oportunidades que me ha dado. Yo trabajé por primera vez con él en ‘Ubú, Rey de las Finanzas’, producción de la Compañía Joven de Pabellón 6. Y ahora le estoy de nuevo agradecido porque me haya dado la oportunidad de defender un personaje tan complejo como el de Manuel Alcázar. Ramón es una persona muy inteligente que sabe cómo dirigirse al espectador en muchas cosas que a todos los demás se nos escapan.
¿El personaje de Manuel Alcázar representa también en cierta medida las ideas de Baroja? Sí, se suele relacionar al autor con el protagonista pero tampoco lo afirmaría rotundamente en este caso. Una cosa interesante de los personajes de Baroja es que no son héroes. Manuel es un chaval con el que simpatizas y quieres que le vaya bien pero luego te das cuenta de que no todas las decisiones que toma son buenas. No siempre hace lo moralmente correcto. Baroja te pone de frente personajes que no son ni blancos ni negros pero eso es interesante.
¿Qué nos puedes decir sobre la adaptación y la actualidad del texto a día de hoy? Estoy seguro de que adaptar tres novelas ha tenido que suponer un gran esfuerzo y en ese sentido estoy muy agradecido de poder defender este texto. Por otro lado es sorprendente que una historia que refleja la España de principios del siglo XX mantenga tanta actualidad. Después de cada escena me quedo pensando: “Esto nos sigue sucediendo aquí, a día de hoy”. Que de cien años a la actualidad haya todavía situaciones que resuenen tanto es impactante y demuestra que es una muy buena descripción tanto de la sociedad de entonces como de la del día de hoy.
«Tengo la suerte de tener un trabajo que a veces puede ser un poco rompecabezas a la hora de organizarlo todo pero que a la vez me permite tocar varios palos, lo cual es muy enriquecedor».
En la nota de prensa se incluye una cita de Baroja acerca de que un drama no necesita de grandes decoraciones. ¿Es este el planteamiento de esta adaptación, que se define como “esencial y mínima”? El teatro muchas veces pone voz a los más silenciados. De la misma manera que el texto de Baroja refleja la miseria de España también la propia escenografía nos ayuda a sentirnos inmersos dentro de esa miseria. No es un escenario absolutamente desnudo pero sí que es verdad que no estamos intentando conectar con el público a través de una puesta en escena gigantesca. Tampoco trabajamos con un código realista ni en escenografía ni en vestuario. Todo ayuda a que los actores nos centremos en la palabra de Baroja porque es la palabra de Baroja la que va a crear todos los escenarios al espectador.
También formas parte del elenco de ‘Rey desnudo y chico muerto’, que es una producción de la Compañía Joven de Pabellón 6. La estrenamos hace más de un año y ha sido también toda una aventura. Iñigo Cobo, el director y dramaturgo, me regaló un personajazo como Jon Zabalbide. Ahora tendremos varias funciones aparte de la del Arriaga y también estoy muy contento de reenganchar esta obra que tantas alegrías nos ha dado.
Es una historia que habla sobre la homofobia, con una combinación de historias reales y ficticias. En los próximos meses estarás por ejemplo en las Jornadas de Teatro de Eibar. En la obra explicamos una situación de una agresión homófoba y de ahí nos vamos años atrás hasta la Antigua Roma y a otras épocas porque queremos reflexionar sobre la herencia, el legado y la responsabilidad que tenemos ahora con el colectivo LGTBI. Es una obra compleja pero la reacción está siendo muy positiva.
Has tenido también algunas incursiones en cine y televisión. He tenido la suerte de poder trabajar en varios productos audiovisuales. Uno de los que más ilusión me ha hecho es mi participación en la serie de ‘Intimidad’ de Netflix, en el que estaba rodeado de gente superimplicada y con muchas ganas de trabajar. Fue una experiencia muy enriquecedora. También hace poco estuve grabando una serie para ETB en la que también estuve con un equipo maravilloso.
También has participado en un videoclip de Niña Coyote eta Chico Tornado. Sí, fue un videoclip que dirigió Nitya López, que es todo un profesional, y me tuvo en cuenta para hacer una aparición. Tengo la suerte de tener un trabajo que a veces puede ser un poco rompecabezas a la hora de organizarlo todo pero que a la vez me permite tocar varios palos, lo cual es muy enriquecedor. Texto de Roberto González.