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March 19, 2024

Las que limpian. Reivindicando desde la sátira.

Lasquelimpian

El colectivo A Panadaría, siempre interesado en abordar cuestiones candentes desde la sátira social, nos habla esta vez de un sector tan precarizado como el de las limpiadoras de hoteles y las camareras de piso, un trabajo poco reconocido y mal remunerado, desempeñado mayoritariamente por mujeres. Hablamos con Areta Bolado.

En 2019 hablamos con A Panadaría por la obra ‘Elisa y Marcela’. Coincide que ambas obras tienen una cierta temática reivincativa y feminista, ¿tenéis especial interés por las historias que tengan un enfoque de género? El teatro es para nosotras un lugar de encuentro, un foro, y nos planteamos la creación siempre a partir de las cuestiones que nos movilizan y crean debate. A las tres nos preocupan los derechos humanos y la justicia social y es por eso que el nuestro es un teatro crítico, político y, por supuesto, feminista. Tanto en ‘Elisa y Marcela’ como en ‘Las que limpian’ hemos escrito y dirigido dos montajes que ponen sobre las tablas conflictos y personas deliberadamente silenciadas e invisibilizadas a lo largo de la historia.

¿Cuál es el tono de ‘Las que limpian’? Parece que hay reivindicación, pero desde el humor. En A Panadaría nos movemos siempre en el terreno de la comedia y encontramos en ella muchas herramientas para plantear debates éticos y reivindicar otras maneras de construir nuestro mundo. En ‘Las que limpian’ hay parodia, caricatura y mucha sátira, además de un final utópico. Durante el proceso de creación se cruzó en nuestro camino ‘Utopía no es una isla’ de Layla Martínez y entendimos que todo el mundo puede imaginar el colapso ecológico, económico y social pero, como artistas, creemos que tenemos la posibilidad de alimentar un imaginario que ofrezca alternativas o nuevos caminos.

¿Tiene también un componente musical? La música es parte de nuestra esencia y en ‘Las que limpian’ toda la música que se puede escuchar es una obra original de Ailén Kendelman y las interpretamos en directo. Se puede escuchar desde una jota galega hasta una clave cubana en la que los instrumentos son cubos, escobas y escobillas. Como las Kellys, intentamos resignificar todas las herramientas de limpieza y transformarlas en utensilios de lucha.

¿Habéis hablado con limpiadoras a la hora de documentaros para la obra? ¿Qué es lo que más os ha sorprendido acerca de este sector? Hemos hablado con amas de casa, limpiadoras domésticas y camareras de piso, algunas de ellas de Las Kellys o de Las Kellys Unión (las dos organizaciones a través de las cuales coordinan su lucha). También hemos leido estudios y diversas publicaciones, recibido formación sobre economía feminista y organizado unos talleres de experimentación con otras artistas de distintas disciplinas pero el eje siempre ha sido el testimonio de las limpiadoras de hoteles. Hay que pensar que el 98% de las que desempeñan este trabajo con tan poco reconocimiento y tan mal remunerado son mujeres y el 70% padece alguna enfermedad derivada de la sobrecarga de trabajo. Lo más terrible es que muchas de estas enfermedades no están reconocidas como enfermedades laborales.

¿Qué juegos usáis en las caracterizaciones? En el espectáculo utilizamos unos cambios frenéticos de caracterización a través de pelucas y bigotes, cambios que realizamos a la vista del público. Además de los gags que pueden surgir de esta propuesta, empleamos el intercambio de personajes para que el público no se centre tanto en identificarnos a nosotras con cada uno de los personajes para que lo que perdure en la memoria sea el debate sobre la situación de desigualdad y abuso que denuncian las camareras de piso.

¿Cómo valoráis la recepción de la obra hasta el momento? Hemos recibido el Premio del Público en el Festival de Teatro Galego de Cariño y el Premio a Mejor Espectáculo de Sala en la Feria de Teatro de Castilla y León. Hemos recibido criticas estupendas y hemos colgado el cartel de «entradas agotadas» en la mayoría de funciones de la gira. Intuíamos la magnitud del asunto del que hablabamos, la brecha y desigualdad en los trabajos de limpieza, pero esto se ha hecho carne en cada función con decenas de mujeres que se han ido acercando a nosotras a contarnos sus propias historias, transmitirnos sus reflexiones y compartir su emoción. A veces vemos desde el escenario a mujeres que les dan codazos a sus maridos entre risas pero también hay en el patio de butacas mujeres que gritan con nosotras llenas de rabia y lágrimas porque saben que todas somos un poco «las que limpian». Texto de Roberto González. Fotografía de Leticia Blanco.

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