Carlos Vermut. Mi novio es un monstruo.
Tras tres películas que no tenían que ver con nada visto anteriormente en el cine español, Carlos Vermut ofrece en `Mantícora´ un acercamiendo turbio y valiente a una personalidad terriblemente torturada, un tipo con un secreto abominable que puede ser nuestro vecino de arriba o hasta nuestro compañero sentimental.
Como espectador aplaudo y agradezco que se hable en el cine de un tema tabú. Has traspasado fronteras ya que no vemos un personaje así habitualmente en el cine. Hemos visto películas como `Henry, retrato de un asesino´ o `M, el vampiro de Düsseldorf´, donde al tío hasta le dan voz en el juicio, en el que tiene la oportunidad de defenderse diciendo que él no quiere ser así. Pero estamos acostumbrados en los últimos tiempos a que las películas den visibilidad y son como homenajes a un tipo de persona, pero el cine también tiene una dimensión psicológica, plantea dilemas morales que nos hacen dudar. Yo tampoco tengo certezas.
`Mantícora´ te hace pensar, te sientes incómodo viéndola e incluso llegas a empatizar con el protagonista, pues lo encarna un actor estupendo, Nacho Sánchez. Claro. Recuerdo que el casting fue importante. Lo típico habría sido elegir a un actor que provocase desagrado físico, pero quise darle la vuelta: ¿y si es un tío guapo que no tiene necesidad de hacer eso, ni se sabe por qué lo hace?
Esto hace que el monstruo se humanice: todos tenemos un lado más o menos oscuro. Lo fácil es ser maniqueo con respecto a los personajes, pero las personas abominables son también seres humanos. A veces se tiende a mitificar, como pasa en los true crimes, a los asesinos en serie, haciendo cool a alguien que tiene un lado oscuro. ¿Cómo haces para no caer en el maniqueísmo, pero tampoco en cierta admiración perversa? Quedándote en un punto reservado y planteando dilemas.
El personaje de Julián empieza a tener una relación con alguien que físicamente recuerda a su objeto de deseo. ¿Buscamos sustitutos intentando suplir algo que no podemos conseguir? Exacto. Buscamos sustitutos para llenar deseos y necesidades.
Porque todos necesitamos amor… Ese personaje necesita ser amado. ´Mantícora`, en el fondo, es una película romántica. Sí, roza la comedia romántica, pero también el terror y el drama. Yo he sido fan de todo tipo de género y he incluido todo eso en el filme: en una escena hay algo cómico y a continuación explota algo de terror. Como espectador eso me gusta.
Destaca una escena de sexo virtual donde el público tiene que construir lo que no ve. Esa era la gracia de la escena, plantear una situación en la que no ves nada, pero lo estás viendo: la recreas en tu cabeza.
Porque lo que no vemos es más terrorífico que lo que podíamos ver… Casi siempre lo que no vemos es más terrorífico precisamente porque nuestra imaginación es más tremenda que cualquier cosa que puedas mostrar. Eso no falla. Y la escena es una interpelación al espectador, de manera directa, dejándole la posibilidad de construir la película a su imagen y semejanza. Me interesa la violencia física y psicológica pero no tengo necesidad de verlas. No me siento cómodo con la violencia gráfica o las imágenes explícitas y acabo eliminándolas del guion. En mis películas he jugado con elementos que quedan fuera de campo, lo cual es quizás más incómodo. Texto de Alfonso Rivera. Fotografía de Paulo Campos.