Winona & Grace. Lejos del sueño americano.
Hablamos con la bilbaína Ainhoa Artetxe sobre esta obra dirigida por Alex Gerediaga a partir de un texto de las protagonistas, Graciela Doniz y la propia Artetxe. Dos jóvenes actrices despiertan en casa de un conocido director tras una noche loca de fiesta en esta función que se representa en euskera y castellano.
El texto de ‘Winona & Grace’ fue propuesto por vosotras, las actrices. El proceso empezó hace unos tres años aproximadamente. Cuando Alex nos preguntó de qué queríamos hablar teníamos muy claro que queríamos tratar algo muy personal, lo que significa para nosotras ser actrices, y también del momento vital en el que nos encontramos en el que estamos más cerca de los treinta que de los veinte años. De las expectativas de la vida que tenemos todas y todos y de si esas expectativas se cumplen o no. A partir de ahí nos pusimos a investigar, a realizar entrevistas…Hablamos con unas treinta actrices distintas de Madrid y de Bilbao. Eso nos ayudó a abrir campo. Después de solicitar ayudas hicimos varias versiones del texto y nos llevó mucho trabajo hasta que pudimos estrenar.
El título se relaciona rápidamente con la profesión de actriz. Cuando le dijimos a Alex de qué iba a tratar la obra él nos miró y nos dijo: ‘Winona & Grace’. Fue una cosa un poco impulsiva pero que luego puede tener su sentido. No es que seamos literalmente ellas en la obra. Es una referencia. También hace alusión a lo que nos gustaría aspirar y no somos. Grace sí que se llama Grace en la vida real, la actriz, pero yo no soy Winona. Eso también es simbólico si ves la obra.
¿Buscáis combinar la referencia a Hollywood (en el título) con la realidad local? Sí, hay mucha referencia a Hollywood. Hemos estudiado eso también. Pero también está muy basada en el mundo madrileño. No tanto en el de Bilbao pero en Madrid sí que se estila mucho eso de irse de fiesta a casa de un director después de los Goya o de una premiere.
¿Cuál es para ti el trasfondo de la obra? La obra trata de las expectativas frente a la realidad. Grace representa el punto álgido de la carrera de una actriz. Y sin embargo, no es feliz. Y mi personaje en cambio va corriendo detrás de ese sueño pero en el fondo igual es más feliz que Grace.
La premisa casi podría ser de terror o thriller pero la obra contiene humor y drama. El tono es cómico-dramático. Es humorístico pero tiene mucho trasfondo. Es agradable pero tiene una dosis muy emocional. La gente se sorprende mucho. Te puede llevar de la comedia al lloro. Creo que el tono es lo mejor que tiene la obra. Es un viaje muy bonito que el espectador hace con los personajes. El público está todo el tiempo con nosotras. Parece que no pasan muchas cosas pero en realidad pasa mucho.
La obra lleva tiempo en cartel, ¿estáis contentas con cómo está funcionando?Sí. Recibimos la ayuda de concertados del Gobierno Vasco. Eso te ayuda a realizar una serie de funciones seguidas, lo cual también es un lujo. Hemos tenido unas quince funciones hasta verano pasando por el Arriaga que para nosotras es un honor, ya que somos del Casco Viejo. Ahora estamos tratando de moverla en Madrid, que no es fácil, pero era otro de nuestros objetivos. Ahora tenemos otras cinco funciones de aquí a diciembre y en enero saldrán más. Yo creo que aún le queda recorrido.
Tienes una formación amplia como actriz. ¿Te interesan también la escritura y la dirección? Sí. Grace y yo ya formamos en su momento una productora audiovisual junto con otras compañeras y compañeros y yo me encargaba más del tema de la escritura y la dirección y aprendí mucho dirigiendo. Es algo que sé que voy a hacer porque me sale sólo. Incluso en el confinamiento creé una miniserie. Yo pienso mucho en cine, más que en teatro quizá, y tengo muchos proyectos que me gustaría llevar a cabo.
También has tenido estudios musicales y actuado en videoclips (recientemente en el del tema ‘Interrupción’ de la banda vizcaína Keax, dirigido por Borja Crespo). Desde pequeña mis padres me apuntaron a solfeo en una escuela muy buena del Casco Viejo. Luego toqué el acordeón durante diez años. Eso se te queda. El sentido del ritmo, la musicalidad, el oído… Y también me gusta cantar. Es algo que ayuda mucho en algunas obras. Texto de Roberto González.