Adam Duritz. La suite milagrosa.
Tras un período de barbecho el líder de Counting Crows ha regresado con un cambio de look y un nuevo EP, ‘Butter Miracle Suite One’, del que se siente muy orgulloso. Este trabajo sencillo (que no simple), emotivo y honesto le ha llevado a una gira que pasará por la Sala Santana 27.
Estás muy entusiasmado y orgulloso de este nuevo álbum, ‘Butter Miracle Suite One’, pero ¿cómo te sentías antes de comenzar a escribir el álbum? ¿Tenías siquiera interés en componer algo nuevo? No estaba muy interesado en crear nueva música antes de empezar con esta suite. Me divertía ir de gira pero ya no sabemos cómo poner los discos en el mercado. Es todo mucho más duro, más confuso… Pero tan pronto como me puse a trabajar en esto me di cuenta de que tenía muchas ganas de sacarlo a la luz.
Desarrollaste esta suite en una especie de aislamiento en una granja en Londres… y después de eso vino el verdadero confinamiento. Sí, es cierto. A veces estaba con mi amigo y su familia. Otras veces estaba mi novia, pero a menudo estaba yo solo, con dos perros. Realmente era muy parecido a un confinamiento. Pero de alguna manera todo esto me impulsó a escribir canciones nuevas por primera vez en mucho tiempo.
Cuando creaste esta ‘Parte Uno’, ¿ya estabas seguro de que ibas a hacer la segunda? Originalmente iba a ser una sola suite. Ni siquiera sabía si iba a funcionar.
Sé que te lo dicen mucho, pero en la granja también te afeitaste la cabeza… ¿te preocupaba que los fans te asociaran con tu imagen anterior? Todo el mundo lo menciona. Cuando escribo música espero que la gente reaccione a ella, pero no cuando me corto el pelo (risas). Fue una especie de impulso. Antes de empezar a componer la suite viajamos a Inglaterra y antes de ir a la granja estaba en Londres en la casa de mi amigo. La primera mañana que llegamos allí teníamos mucho jet lag, mi amigo estaba trabajando, mi novia estaba agotada y yo intentaba darme una ducha para mantenerme despierto. Estaba allí en el baño y vi las tijeras…y decidí raparme. Simplemente lo hice. Ni siquiera lo pensé. Luego desperté a mi novia y le di un susto de muerte porque ya no sabía ni quién era (risas).
«En los conciertos tocamos la suite completa y en orden. Es muy guay. Se siente un poco como si hubiéramos escrito ‘Tommy’, de los Who».
Hablando del disco, comienza de forma sencilla con ‘Tall Gras’ y luego gradualmente incluye más rock and roll para volverse más operístico en ‘Angel Fourteenth’, con solos de guitarra y homenajes a The Who en ‘Bobby and the Rat Kings’…¿Planeaste esa estructura in crescendo o refleja tu creciente entusiasmo en el proyecto? Un poco de las dos cosas. No había tocado el piano o escrito canciones en mucho tiempo así que cuando empecé a hacerlo los primeros temas fueron muy sencillos porque era lo único que era capaz de hacer en ese momento. Así pues, ‘Tall Grass’ comienza de forma muy simple. Tras algunas horas de trabajo comienza la segunda parte de la canción y es mucho más melódica y emotiva porque se va abriendo paso mi capacidad para componer. ‘Tall Grass’ fue como una puerta al resto de la suite y a mi disposición para escribir canciones de nuevo, que se fue elevando hacia temas como ‘Angel Fourteenth’. No concebí ningún tipo de estructura. Sencillamente ocurrió. Cada canción salía así porque era lo que correspondía después del tema inmediatamente anterior.
Las letras parecen pasar de conceptos universales en ‘Tall Grass’ a historias más particulares o personales en los temas siguientes. En cierto modo sí pero también al contrario. El primer tema comienza de manera bastante “micro” ya que trata específicamente de la muerte de un animal y luego se abre hacia la vida y la muerte como conceptos mucho más universales, pero después vuelve a convertirse en algo muy personal. Como decía antes no planeé la estructura previamente, simplemente dejé que fluyera.
¿Cómo tocáis la suite en esta gira? ¿La interpretáis toda seguida? Tocamos toda la suite, de principio a fin. Son como dieciocho minutos dentro de cada show.
En cierta manera es lo contrario a vuestra tónica habitual, ya que os gusta mucho alterar el orden de las canciones en los conciertos. Bueno, seguimos cambiando el resto de las canciones en cada concierto pero en lo que respecta a la suite la tocamos completa y en orden. Es muy guay. Se siente un poco como si hubiéramos escrito ‘Tommy’, de los Who, y tuviéramos oportunidad de tocarlo. Es bonito poder incluir algo de esta magnitud.
En varias ocasiones has sido crítico con las decisiones de los sellos discográficos… Si tuvieras que empezar ahora mismo con las formas modernas de distribución, ¿tratarías de ser más independiente? En lo que se refiere al apartado creativo siempre hemos operado de forma independiente. Las discográficas nunca han tenido nada que ver con el resultado de nuestros álbumes. Ni siquiera les dejábamos entrar en el estudio con la excepción de Tony Berg, un tipo genial que nos ayudó mucho en nuestro segundo disco. El problema con las compañías discográficas es que son bastante incompetentes la mayoría de las veces. Son como bancos. En el pasado hacías uso de ellas porque no tenías dinero para distribuir un disco. Ahora es mucho más fácil. Si quieres puedes ponerlo directamente en bandcamp o subirlo a Apple Music. El problema es que nadie quiere pagar por nada. Hay muy pocas industrias que puedan sobrevivir con la mitad de sus ganancias. En el caso de la música solíamos sacar dinero de vender discos y de las giras, pero de repente la mitad de eso se ha perdido totalmente. Sigo sin entender por qué a la gente no le importa pagar por unos neumáticos nuevos pero le cuesta pagar por el arte. Aunque es algo que lleva ocurriendo desde hace miles de años. Texto de Roberto González. Fotografía de Mark Seliger.