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lunes, diciembre 2, 2024

Vulk. Motor arrancado.

VULK - Foto por Xabier Ojinaga-H

La banda bilbaína Vulk representa el futuro del rock vasco, sin querer esquivar el arraigo a bandas como Dut, Lisabö, Borrokan o grupos de sonoridad más pop como Itoiz o Zarama. Una nueva vanguardia que tampoco escapa de los focos externos. Vulk ha girado por todo el estado siendo parte del cartel de festivales como Primavera Sound, BBK Live o FIB. Todo ello sin quitar el foco de sus raíces, con conciertos en gaztetxes o salas.

‘Vulk ez da’ (2022) sale a la luz en el año en el que vuelven los festivales y la música tiene más ganas que nunca de ser tocada en directo. Claro, la pandemia nos pilló con casi todo el disco grabado. Tuvimos que dejar las voces y las mezclas para después del confinamiento. Cogimos perspectiva del proyecto y su contexto… y del mundo mismo. Al final era una situación global y vimos claro tomárnoslo con calma y esperar a terminar el proyecto y lanzarlo cuando el mundo estuviera listo.

Casi 20.000 reproducciones de la canción que da título al disco, ¡os tiene que hacer muy felices! A raíz de la salida del disco ya todo es recoger frutos. Hemos trabajado un montón «detrás del telón» y tanto nosotros como nuestro entorno, estamos super satisfechos. En cuanto a las visitas, likes y demás… nunca hemos procurado que trascienda en nuestros haceres, está claro que hacemos los vídeos, las promos… con el fin de difundir nuestro proyecto, pero tenemos claro que nuestra música se va a medir en esos términos.

Después de ‘Ground for dogs’ (2018), habéis tardado cuatro años en sacar nuevo álbum… ¿por qué os ha costado tanto? La gente quería más Vulk, ¡y comenzáis el disco con el rugido de un motor! El motor ha arrancado, sí, pero eso no significa que estuviera parado este tiempo. Es una manera de romper con el estatismo, de volver a la carretera a enseñar nuestro trabajo. Durante este tiempo hemos estado haciendo muchísimos conciertos, adaptando a Jangitz al grupo, componiendo canciones…

Habéis decidido grabar este disco en directo y analógico. ¿Qué tal la experiencia con Iñigo Irazoki en Atala Estudioa (Bera, Navarra)? Genial, simplemente. Tal como estábamos preparando las canciones era necesario registrarlas de la manera más natural. La sensación que teníamos cuando acabábamos los temas era de que eso se tenía que grabar tal cual, del tirón, con todos los músicos tocando a la vez. Iñigo es muy bueno, muy atento y con mucho criterio. Además Bera es un entorno perfecto para grabar con calma, no porque grabemos «a fuego lento» (ya que se hicieron muy pocas tomas de cada canción), sino porque nos sentíamos como en casa.

«Con el cambio al euskera, el mensaje se ha convertido en más directo, más basado en las experiencias personales de la banda, como grupo y como individuos. Se habla del trabajo, del compromiso, del riesgo…»

Jangitz Larrañaga ha sido el último integrante en pasar a formar parte de vuestra formación musical, ¿cómo se lleva eso en vuestro grupo? Llegó un momento en el que todos vimos necesaria la «partida» de Chavi, con él incluido. La conciliación familiar y laboral en el contexto de giras y grabaciones se puede hacer muy dura, sobre todo si el resto del grupo están en otro momento vital. Jangitz trajo aire fresco, pero lo más importante es que trajo tiempo para afrontar un nuevo disco.

No os gustan las etiquetas, no queréis sonar igual siempre y eso mola, no encasillaros. El cambio es necesario, eso está claro… Pero a la vez depende de la perspectiva de donde mires, para nosotros seguimos como antes, tocando lo que nos gusta en el momento presente, sin mirar mucho atrás ni adelante.

Perdonad la ignorancia, pero… ¿qué narices significa Vulk? Absolutamente nada (risas).

¿Cuál suele ser vuestra forma de componer los temas? La mayoría de veces suele ser así: cualquiera de nosotros trae una idea al local de ensayo, que simplemente arranca a tocar, el resto nos solemos ir acoplando y después de un rato, paramos y celebramos las ideas buenas y olvidamos las malas. Probablemente lo grabaríamos con el móvil y lo escucharíamos para el siguiente ensayo para darle una segunda vuelta y así hasta dar el tema por zanjado.

A ver, contadnos quién escribe las letras. Las letras desde el principio recayeron en Andoni cuando decidió lanzarse a cantar. Aunque en este disco ha contado de cerca con la ayuda de Jangitz. Tampoco es que esto sea algo cerrado, es que simplemente el resto nunca hemos hecho una letra.

Para la gente que no sepa euskera, ¿de qué hablan vuestras nuevas canciones? Hasta ahora cantábamos en inglés y las letras abordaban temas más etéreos, más metafóricos y más abiertos a la libre interpretación. Con el cambio al euskera, el mensaje se ha convertido en más directo, más basado en las experiencias personales de la banda, como grupo y como individuos. Se habla del trabajo, del compromiso, del riesgo… En la edición en vinilo del álbum, están las letras traducidas al castellano para los perezosos que no quieran usar el diccionario.

Los directos que dais siempre se han caracterizado por la potencia, fuerza y pogos que hacen que el público viva una auténtica fiesta en primera persona. ¿Seguiréis así? Eso no depende tanto de nosotros si no del público que nos vea. Hemos tocado delante de gente que no callaba, gente sentada, gente dando volteretas por los aires… A veces, surge la química y la gente se une con nosotros en el entusiasmo por la música, y otras veces no. Lo que no nos gusta es cuando algún borono se excede «bailando» y molesta al resto de personas que quiere disfrutar del concierto. Esa gente debería quedarse en casa (risas).

¿Preferís tocar en salas pequeñas y sentiros en casa, en un ambiente más íntimo… o en grandes festis? Desde luego que preferimos tocar en un sitio en el que nos sintamos como en casa. Para nosotros, el trato con la organización es clave, por más grande o más pequeño que sea. En los sitios más pequeños tienes más control sobre la situación. La cantidad de estímulos es menor que en un gran festival y eso hace que la música pueda ser más protagonista y la experiencia sea más agradecida para todos, público, grupo y organización.

Dos de vosotros os conocisteis en Bellas Artes, pero ¿qué relación tenéis con el arte en general? Además de componer, tocar… ¿en qué disciplinas estáis más a gusto? A todos nos ha interesado siempre lo visual, algunos más como aficionados y otros como profesionales. Actualmente dos de nosotros, Julen y Andoni, trabajan de diseñadores gráficos y aportan todo el universo gráfico de Vulk. Seguramente la otra disciplina que más desempeñamos aparte de tocar música es… conducir (risas).

Si tuvierais que elegir una banda cada uno, ¿cuál sería? Con la salida del disco hicimos una lista con algunos de los temas que más hemos escuchado el este último tiempo de la banda. En la lista había cosas muy variadas: Black Sabbath, 7 Notas 7 Colores, The Stooges, Cate Le Bon, Zarama… Nos gusta la música, en general, con todos sus contextos, creemos que está ahí para disfrutarla y poquito más.

Bilbo está lleno de talento musical, ¿sí o no? No tengo muy claro qué es el talento, ni quién lo tiene. En la música hay dedicación, visión, actitud… En Bilbo siempre ha habido mucha tradición de música, pero quizá lo más interesante esté saliendo de los pueblos de alrededor, de toda Euskal Herria.

Eskerrik asko, chicos, nos vemos en los bares. Texto de Ángela Saiz. Fotografía de Xabier Ojinaga.

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