Cortar por la línea de puntos. Vivir a la defensiva.
Zero, un autor de cómics que vive en Rebibbia (Roma), se abre emocionalmente ante las cámaras junto a su subconsciente -el robusto armadillo de la imagen superior- para explicar cómo ha sido su evolución en la vida hasta el viaje que realiza en tren con dos amigos: Sarah y Secco. En el lugar de destino, en las inmediaciones de un polideportivo, descubrirá algo que nunca supo.
‘Zerolcalcare’ es el seudónimo bajo el que se cobija Michele Rech (38 años, Arezzo), creador íntegro de ‘Cortar por la línea de puntos’. La miniserie, con seis capítulos de poco más de veinte minutos, traslada el éxito y esencia de su cómic ‘La profecía del armadillo’ (2011) con más de dos millones de ventas en Italia al terreno audiovisual. La semejanza física del protagonista con su autor y la confesión íntima del mismo, nos descubren los vívidos recuerdos de un incomprendido Rech durante su juventud en la capital italiana.
Con lo atropellada y hueca que empieza la serie, cuesta creer que te haga cambiar de opinión. Pero es así, menuda remontada. Y esto la hace más grande aún. El primer capítulo de 13 minutos -el más corto- sitúa en un contexto muy rápido al Zero de 17 años y la sociedad que le rodea. Las animaciones, transiciones y diálogos parecen ir a 1.5x de velocidad. Aun así, dentro de ese batiburrillo, ya se intenta familiarizar al espectador con una línea de rayas discontinuas que se pierden a la vista de montañas de folios. Cortar por la línea de puntos o, lo que es lo mismo, una carretera de catarsis. Palabra que se repite asiduamente, y que simboliza la purga de recuerdos para pasar página(s).
«La obra ironiza con sátira sobre cosas intrascendentes, como el desorden innato de algunas personas; así como otras que sí trascienden como el amor en todas sus vertientes».
La obra ironiza con sátira sobre cosas intrascendentes, como el desorden innato de algunas personas; así como otras que sí trascienden como el amor en todas sus vertientes: el propio, el de pareja, el familiar, etc. Y también todo lo que puede derivar de ellos, maltratos o enfermedades mentales que son tabú. En estos casos, para no caer en incendios descontrolados de adoctrinamiento moral, el guion inserta una técnica muy eficaz: palabrotas a modo de sofoco. Recordemos que la animación es para adultos.
El estilo de la pieza es muy personal y llamativo, con colores muy vivos y personajes que se salen de lo común. Por ejemplo, el armadillo que aconseja a Zero está totalmente pensado. Zerocalcare quería potenciar la imagen de una mente totalmente evadida. Qué mejor que un animal cuya arma defensiva es hacerse una bola retráctil. La inseguridad que reina en el personaje está maquinada a la perfección. Le domina en silencio, como sucede en la vida de muchos. Y pese a centrarse en él mismo, no resulta una serie egoísta. Los mensajes se adaptan a las vivencias que cada uno carga.
Te coge de los hombros, te zarandea de adelante atrás, te abofetea y te dice con frialdad, pero con acierto: aprovecha la vida, madura lo más rápido posible. Espabila. Porque el dibujante ha perdido mucho tiempo. Eso sí, sin olvidar que el humor -en grandes cantidades- es imprescindible y que las cicatrices son medallas a lucir. La valentía y sinceridad de su autor es de agradecer. Una liberación convertida en una breve, intensa y mayúscula historia de sobresaliente.
Además, tenemos la posibilidad de escucharle a él mismo. Es decir, no solo está dibujada y escrita por él, también la interpreta con su voz. Una experiencia embriagadora, aún más, con la V.O. del dialecto romanesco y la banda sonora del artista Giancane.
Texto de Jon Argüeso.
Título original: Strappare lungo i bordi.
País: Italia.
Año: 2021.
Género: Animación para adultos.
Duración: 6 capítulos (1ª Temporada).
Dirección y guion: Zerocalcare.
Voz: Zerocalcare, Valerio Mastandrea, Paolo Vivio.
Distribuidora: Netflix.