La atracción del abismo. Los años oscuros de la heroína en Euskadi.
Álvaro Heras-Gröh aborda un tema ya tratado anteriormente de forma más genérica en su libro ‘Lluvia, Hierro y Rock & Roll: Historia del Rock en el Gran Bilbao’ (1958-2008), en el que un capítulo versaba sobre la presencia de drogas en la escena rockera incluyendo varios testimonios sobre el uso de heroína.
¿Cómo surge la idea de embarcarse en un proyecto así? ¿Intuías desde el principio las dimensiones que el libro iba a acabar teniendo? En realidad, es un tema que ya había tratado anteriormente, aunque de forma mucho más superficial y genérica. En las dos primeras ediciones de ‘Lluvia, Hierro y Rock & Roll: Historia del Rock en el Gran Bilbao’ (1958-2008) incluí un capítulo sobre la presencia de drogas en la escena rockera bilbaína desde los años sesenta en el que aparecían varios testimonios sobre el uso de heroína. Fue precisamente mientras trabajaba en las entrevistas que dieron forma a esta sección del libro cuando me di cuenta de que el fenómeno de las drogodependencias en Euskadi, y muy en particular el impacto que tuvo el opiáceo, era un tema con mucho recorrido en el que podía merecer la pena profundizar. Después de publicar el libro-CD Getxo Sound retomé la idea y la fui madurando. En 2014, a raíz de una conversación con mi pareja, Charo, en la que recordamos el ambiente que había en algunas zonas de Bilbao durante los años 80 y 90, lo vi claro y decidí meterme de lleno. En aquel momento apenas existía bibliografía más allá de diversas publicaciones institucionales y obras muy especializadas, poco asequibles para el gran público ya que habían sido concebidas por y para profesionales de la medicina, la criminología, el derecho y la sociología. Y respecto a las dimensiones del libro te diré que no, en ningún momento se me pasó por la cabeza que pudiera acabar teniendo 841 páginas. Aunque concebí la obra con una estructura muy bien definida, todo fue creciendo y haciéndose más complejo según avanzaba con las entrevistas y las labores de documentación. Ello me obligó a reestructurar y ampliar algunos apartados con el fin de incorporar nuevos hallazgos e informaciones que no he querido dejar fuera. La verdad es que he intentado escribir el libro que a mí me hubiese gustado leer y esto es lo que ha salido.
¿Ha sido sencillo acceder a la información referente a aquellos años? ¿Es algo presente a día de hoy en quienes lo vivieron de primera mano o más bien han pasado página? En general el acceso a la información ha mejorado mucho durante los últimos años gracias a la digitalización de archivos históricos y hemerotecas, aunque aún hay medios a cuyos fondos es más difícil acceder, como por ejemplo el diario Egin y determinadas revistas de actualidad socio-política que se publicaron durante los años 80. A la hora de encontrar testimonios de personas que vivieron directamente el fenómeno la cosa se complica bastante con los extoxicómanos y sus familiares, ya que muchos son a reacios a recordar con tanto detalle una parte tan dolorosa de sus vidas, algo totalmente comprensible. En contraste, quienes lo encararon desde diferentes ámbitos profesionales (psiquiatras, criminólogos, sociólogos, magistrados, letrados, miembros de asociaciones vecinales contra la droga, representantes institucionales, agentes de policía) se han mostrado muy abiertos a la hora de compartir su experiencia, además de agradecidos por la oportunidad de visibilizar su aportación (muy poco reconocida en demasiadas ocasiones) después de tantos años.
¿El consumo de heroína fue un fenómeno inevitable, hubo dejación por alguna parte en dejar que se extendiera o simplemente fue un cúmulo de circunstancias? Si observamos la forma en que el consumo y el tráfico afectaron a los países europeos de nuestro entorno (Italia, Alemania, Reino Unido, Holanda…) cabe pensar que fue inevitable que el fenómeno acabase reproduciéndose aquí con unas características similares. Dicho esto, también hay que poner de relieve la complejidad del momento histórico que vivíamos en Euskadi en el momento en que el uso de heroína comenzó a extenderse: desde las convulsiones y cambios sociopolíticos que trajo el fin de la dictadura franquista hasta la situación de crisis económica global, presente desde los últimos años 70 y que tan duramente golpeó a la industria vasca durante los 80 y parte de los 90. No cabe duda de que la suma de estos factores condicionó enormemente la respuesta de las administraciones públicas, que a menudo reaccionaron con lentitud e ineficacia frente a la propagación del opiáceo, si bien es cierto que las instituciones vascas, junto con las catalanas, fueron las primeras en tomar verdadera conciencia del problema a nivel estatal. Por otro lado, también existen voces que apuntan a la teoría de la intoxicación programada, según la cual la introducción y diseminación de heroína en Euskadi respondió a un plan diseñado por el Estado español en connivencia con la Guardia Civil y la Policía Nacional con el objetivo central de desactivar los movimientos juveniles insurgentes y contestatarios surgidos, fundamentalmente, en la órbita de lo que se dio en llamar Movimiento de Liberación Nacional Vasco.
Actualmente existe un acalorado debate entre defensores y críticos de esta teoría. En ‘La atracción del abismo’ también se tratan esta cuestión, ya que resulta imposible hablar del impacto de la heroína en Euskadi sin entrar a analizar la campaña de ETA contra lo que ellos llamaron la «mafia de la droga», y la controversia sobre el supuesto uso del opiáceo como arma de Estado. De hecho, la obra finaliza con un anexo titulado Reflexiones sobre la teoría de la intoxicación programada. Pero lo cierto es que de 841 páginas únicamente 100 están dedicadas este asunto. Por mi parte no he pretendido confirmar ni desmentir ninguno de los dos puntos de vista, únicamente mostrar ambos argumentarios con el propósito de que el lector extraiga sus propias conclusiones.
«Resulta imposible hablar del impacto de la heroína en Euskadi sin entrar a analizar la campaña de ETA contra lo que ellos llamaron la mafia de la droga, y la controversia sobre el supuesto uso del opiáceo como arma de Estado».
En el libro apenas hay resquicio para la nostalgia. Se describen años muy duros en los que el problema de la heroína era tan solo uno más de una larga lista. El libro puede ser una herramienta muy útil contra un ideario reaccionario que viene a reivindicar el pasado como un tiempo en el que todo era mejor. Es cierto que en la actualidad se observa entre ciertos sectores de la juventud una tendencia a idealizar sobre todo los años ochenta, lo cual demuestra un profundo desconocimiento de la realidad política y socioeconómica de aquel periodo. Puedo entender cierto componente de nostalgia cuando hablamos de música rock y de efervescencia juvenil en torno a ciertas expresiones artísticas o de cuestionamiento de la autoridad. Pero la realidad es que hablamos de años muy duros en lo económico, cargados de violencia, pesimismo y polarización política extrema; basta profundizar un poco para que hasta quien no los vivió se de cuenta de ello.
¿Puede volver a día de hoy a suceder una epidemia como aquella o esa lección se aprendió y ahora los riesgos son otros? Parece poco probable, sobre todo si tenemos en cuenta que tanto el momento histórico como la realidad socioeconómica son totalmente distintas. Además, la sociedad actual está más informada y contamos con un sistema sanitario y unos recursos asistenciales que no tienen nada que ver con los de los años 70 y 80. Ciertamente, produce inquietud observar el enorme problema que el uso indiscriminado de ciertos opiáceos sintéticos, como el fentanilo y la oxicodona, han provocado en los EE. UU. en tiempos recientes. Pero veo muy difícil que un fenómeno similar, en el que tanto han tenido que ver la mercantilización extrema del sistema de salud estadounidense y un escasísimo control ante ciertas prácticas empresariales, se reproduzca en Europa. Veremos. Texto de David Tijero.