El sustituto. Nazis en Levante.
Òscar Aibar dirige un interesante thriller con tintes políticos y dramáticos ambientado en los años 80 que combina con precisión el desarrollo de personajes y una intriga propia del cine negro. Para ello cuenta con una buena ambientación y un acertado casting en el que destacan Pere Ponce, Vicky Luego, Ricardo Gómez y Pol López.
He leído algo sobre el germen del proyecto, que es muy curioso. ¿Nos lo puedes explicar? Hace diez años o más estaba yo en un restaurante de playa en Calpe con un amigo y en una parte trasera del local vi la típica pared con imágenes de gente famosa que había comido allí. Y en una pequeña foto vi a gente vestida de la Wehrmacht y las SS pero con peinado de los años sesenta. Entonces me mosqueo y le pregunto al camarero que me dice, para mi sorpresa: «Ah, sí, estos son los nazis de Denia que venían a celebrar sus cosas. Ahora ya no salen mucho pero solían comer aquí”. Entonces empiezo a tirar del hilo y llego a la leyenda de los “Bremer Bungalows», que fué uno de los sitios clave de la ruta de escape de Odessa de nazis, de la ruta de las ratas. Así empiezo a investigar y me entero de la presencia de varios personajes en esa zona como Otto Skorzeny… es una historia muy larga porque antes estuvo un tiempo la Legión Condor en casa de Johannes Bernhardt, empresario industrial y espía. Finalmente lo que me dio la base para el guion fue cuando, en una serie sobre el Mossad, vi cómo un agente contaba que tuvo dos misiones fallidas en el Levante español. A partir de ahí comienzo a imaginar qué pasaría si dos agentes del Mossad acudieran a las puertas del hotel Bremer. El actual alcalde de Denia también me dio otra pista ya que me contó que efectivamente hasta el año 82 todos los cumpleaños de Hitler se celebraban en el Bremer, cómo todo el mundo vestía sus mejores galas y cantaban canciones bávaras y españolas. Esto lo he recreado tal cual en el filme. En aquellos tiempos la policía era muy franquista y toleraba esto.
Comentas que te ha inspirado el cine de los años setenta. En general, ¿te gusta más ambientar tus películas en tiempos pasados? Aunque esta tiene elementos que la conectan con el presente. En la película hay un espejo con la actualidad. No podía hacerla sin hablar del auge de la extrema derecha que ha habido en tiempos recientes en Europa, que es bastante increíble para cualquiera que tenga unos mínimos conocimientos de historia. La película acaba con una cita de Olivier Guez, que tiene una novela muy interesante que se titula ‘La desaparición de Josef Mengele’. El mito mundialmente conocido en la cultura popular es el nazi que vive escondido en Sudamérica pero realmente en España, a tres horas de Berlín en avión, vivían nazis buscadísimos. El servicio secreto de Franco era tan bueno que consiguió que esta situación no trascendiera siquiera a la cultura popular. Así que para mí esta película era casi una deuda, algo que tenía que hacer.
El filme se enmarca también en el thriller o en el cine negro. Incluye todos los elementos, incluso la ensoñación onírico-lisérgica del detective. Sí, exacto. El cine de nazis de los setenta me fascina, con películas como ‘Marathon Man’, ‘Los niños del Brasil’ u ‘Odessa’. El nazi era el malvado que más miedo me daba. He tirado del recuerdo de ese tipo de thrillers y de ese tipo de personajes. También me inspiró el cine policíaco de los setenta, en películas como ‘French Connection’. No tomé tanto como referencia el cine noir de los años cuarenta porque al hacer una película en color me parece absurdo tomar como referencia filmes en blanco y negro.
«No quería hacer una apología de la derecha bien organizada y de clase alta. La derecha que teníamos, y que tenemos, en España ha sido siempre bastante cutre».
¿Fue un guion difícil de estructurar? Combina la intriga con el desarrollo dramático de los personajes. Hay una parte técnica de documentación y, una vez que acaba, hay que tirarlo todo a la basura y crear una historia. Y yo intento contarla como yo la recuerdo. Durante esos últimos estertores del franquismo y ese comienzo de la Transición que yo viví recuerdo esa derecha triste, ese franquismo rancio de barra de bar… No quería hacer una apología de la derecha bien organizada y de clase alta. En la peli yo construyo un grupo que son fans de los auténticos nazis. Los separo mucho. Los nazis para ellos son como estrellas del rock, son como sus mitos. Pero realmente la derecha que teníamos, y que tenemos, ha sido siempre bastante cutre. También era importante para mí que los nazis fueran desagradables. Muchas películas recientes caen casi en hacer apología del nazismo al recrearse en su estética. Yo he tratado de incidir en que eran criminales muy buscados y unos tipos bastante prepotentes.
¿Cómo fue el rodaje? El filme incluye algunas escenas de acción. En mi primera peli, ‘Atolladero’, había más y de hecho tuvimos muchos accidentes en el rodaje. Escribí un libro sobre el making of. Pero sí, en ‘El sustituto’ me habría gustado que hubiera más escenas de acción, pero, dentro de nuestras posibilidades, estoy contento de cómo han quedado.
El reparto está muy bien elegido. Algunos son actores con los que has trabajado previamente, como Ricardo Gómez. La historia con Ricardo es muy chula, porque yo, después de acabar mi película ‘El bosque’, entré en ‘Cuéntame’. Iba para un capítulo pero me dejaron bastante carta blanca para contar una historia de la Transición española, que es algo que me interesa mucho, y me quedé unos cuantos años. Cuando yo empecé Ricardo tenía la trama más importante y era un actor de unos catorce, quince años. Es un chico muy listo y con él hicimos algunos capítulos bastante buenos. Yo traté de transmitirle lo que buenamente he podido del oficio. Después él dejó la serie porque tiene muchas inquietudes y se ha dedicado al cine y al teatro y lo ha hecho muy bien. Hace tiempo yo le dije: «algún día haremos una película juntos» y él me contestó: “¿me lo juras?», porque entonces era un chaval. (Risas). Promesa cumplida. Texto de Roberto González. Fotografía de Laia Lluch.