Cómo domé un caracol en tus senos. Cabaret de las entrañas.
Galder Sacanell dirige esta adaptación de un texto de Matei Visniec, que se define como “un cabaret a corazón abierto». A través de la música en vivo podremos transportarnos a los recovecos de nuestras pasiones olvidadas en julio en Pabellón 6.
Enmarcáis la obra dentro del subgénero del cabaret. Lo llamamos cabaret a corazón abierto porque tiene la energía del cabaret, la importancia de la música que va a ser el hilo conductor de toda la obra y es una obra en la que el texto base, la palabra, tiene mucha importancia en conjunto. En vez de intentar que la música acompañe a la palabra o la borre vamos a jugar con esa unión de las dos cosas, respetando la poética del texto pero llevándolo al reino del cabaret.
Es una adaptación de Matei Visniec, ¿es fiel al texto original? Sí, es un texto íntegro, no hay una adaptación dramatúrgica como tal. Es un texto sobre el amor, muy poético, jugando con la fantasía y lo cotidiano.
¿Qué se esconde tras este título tan llamativo? El título está muy bien (es el original, no es nuestro) porque tiene ese juego de sugestión de lo erótico a través de lo poético, de lo amoroso, con unas palabras que se entienden bien. La gracia es que trata el amor muy directamente. Es un tema muy universal y que pocas veces se ve tratado en el teatro como tema en lugar de como consecuencia de las acciones entre personajes. Aquí se trata a través de este juego de personajes que relatan sus amores y desamores, siempre con un pie en un mundo un poco surrealista, un poco fantástico, sugerente… pero a la vez no es una poética difícil de comprender. Te obliga a afrontar el amor desde una óptica muy emocional, a dejarte llevar. Se muestran vivencias como la de un hombre que se levanta por las mañanas y se le escapa el corazón del cuerpo y lo encuentra bajando por las escaleras, por lo que tiene que recogerlo de vuelta.
¿Es un espectáculo optimista? Tiene un punto irónico, pero no en el sentido de que hable del amor de forma escéptica o cínica sino que, por ejemplo, te muestra cómo una misma experiencia puede ser la alegría de tu vida y la razón por la que estás hundido. La ironía de esa contradicción. En el texto se habla de amor y desamor pero todas las historias tienen un poco de ambas cosas, están enlazadas y se muerden la cola mutuamente. No está claro que sea algo de lo que podamos escapar o si ahí reside precisamente la gracia del asunto. No es en absoluto una obra lacrimógena. Juega con el humor, con la ironía y el absurdo.
Los aspectos técnicos y la puesta en escena serán particulares. Tiene el aspecto complicado de la música. Hay un trabajo de espacio sonoro muy grande y además tiene la dificultad añadida de que la música tendrá lugar en directo. Habrá varios instrumentos en escena: un piano, una batería, una guitarra… con las que el propio músico se irá moviendo durante la obra siendo una especie de personaje o «no personaje» más. Luego estos cuatro actores que pasan por un par de roles cada uno. Luego habrá una escenografía con una estructura fija con una cierta altura. El concepto que usamos es cómo si fuera el anfiteatro de un corazón. Como si estuviéramos dentro de un corazón, dentro de una entraña, de un cuerpo… Se va a jugar mucho con esa sensación de rojos, de vísceras, y esta estructura central que es una especie de puerta con una rampa como si eso fuera una entrada a ese corazón o a las intimidades de alguien. Texto de Roberto González.